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mujer joven meditando, sentada en el sofá© Getty Images

5 estrategias efectivas para gestionar un momento de desorden emocional 

Un psicólogo recopila opciones que pueden ayudarnos si tenemos una dificultad persistente para manejar, regular o expresar las emociones de forma saludable


9 de mayo de 2025 - 7:00 CEST

El desorden emocional puede afectar nuestra vida sin que nos demos cuenta. Cambios de humor inesperados, ansiedad persistente o una sensación de desconexión pueden ser señales de alerta. "Cuando hablamos de desorden emocional nos referimos a una dificultad persistente para manejar, regular o expresar las emociones de forma saludable", nos cuenta Marc Rodríguez, (@rodriemocion), psicólogo especialista en inteligencia emocional, que añade que es un estado en el que la persona se siente desbordada por sus emociones, no logra controlarlas bien o responde de manera desproporcionada ante situaciones cotidianas. 

"Es muy frecuente encontrarlo en terapia y puede hacer que las emociones cambien de manera brusca e intensa, o que nos quedemos atrapados en estados emocionales como la tristeza, la ira o el miedo, sin saber muy bien por qué o cómo salir de ellos", nos explica, y añade que no hablamos de un trastorno concreto como la depresión o la ansiedad, sino de un patrón general en el que nuestras emociones “se desbordan”.

Los expertos aclaran que cuando hablamos de desorden emocional nos referimos a una dificultad persistente para manejar, regular o expresar las emociones de forma saludable

¿Cómo se manifiesta el desorden emocional?

Algunas señales que podrían indicarnos que estamos atravesando un desorden emocional son:

  • Reacciones desproporcionadas: explosiones de ira o llanto ante pequeños inconvenientes (por ejemplo, gritarle con dureza a un compañero de trabajo por un error menor). 
  • Cambios de humor frecuentes: pasar de estar eufórico a sentirte hundido sin motivo aparente.
  • Impulsividad: tomar decisiones precipitadas guiado por la emoción (comprar compulsivamente, romper relaciones de un día para otro).
  • Dificultad para calmarse: permanecer agitado o ansioso mucho tiempo después de que haya pasado el evento que desencadenó la emoción.
  • Sensación de vacío o desbordamiento: notar que las emociones “te invaden” y te incapacitan para pensar con claridad.
  • Tendencia al aislamiento: alejarse de los demás para no mostrar o enfrentar las propias emociones.
  • Baja tolerancia a la frustración: experimentar gran malestar ante contratiempos menores.
  • Autocrítica excesiva o culpa constante: estar atrapado en pensamientos negativos sobre uno mismo. 

¿Qué factores o causas pueden desencadenarlo?

 El desorden emocional puede tener múltiples causas. Algunas de las más comunes en opinión del psicólogo son las siguientes:

  • Experiencias traumáticas: Vivencias de abuso, abandono o pérdidas importantes en la infancia o la vida adulta.
  • Problemas familiares o sociales: Crecer en un ambiente donde no se enseñó a gestionar las emociones de manera saludable.
  • Estrés crónico: Largos períodos de presión en el trabajo, en los estudios o en las responsabilidades familiares agotan nuestra capacidad de autorregulación.
  • Desequilibrios químicos en el cerebro: Algunas alteraciones en neurotransmisores como la serotonina o la dopamina pueden dificultar la regulación emocional
  • Baja autoestima: Una percepción negativa de uno mismo aumenta la vulnerabilidad emocional.
  • Falta de habilidades emocionales: No haber aprendido herramientas básicas para identificar, expresar y regular las emociones.
mujer preocupada, apoyada en una barandilla© Getty Images

 ¿Cómo se diferencia de la ansiedad o la depresión?

Aunque pueden parecer similares, el desorden emocional no es exactamente lo mismo que un trastorno de ansiedad o una depresión:

  • La ansiedad se centra principalmente en el miedo o la preocupación excesiva. Una persona con ansiedad sufre por lo que podría pasar, anticipando el peligro o el fracaso y puede generarse a través de un activador externo o interno.
  • La depresión implica tristeza profunda, pérdida de interés y energía baja de forma constante. La desregulación emocional no siempre es tristeza; puede ser una montaña rusa de diferentes sentimientos, no un estado triste permanente. 

El desorden emocional, en cambio, es más amplio: implica una dificultad general para regular diferentes tipos de emociones, no solo la tristeza o el miedo. Además, puede ir acompañado o no de ansiedad o depresión. De hecho, un desorden emocional mal gestionado puede llegar a ser un terreno fértil para desarrollar estos trastornos si no se aborda a tiempo.

El desorden emocional puede ir acompañado o no de otros problemas de salud mental como ansiedad o depresión

¿Existen técnicas que ayuden a gestionarlo en el día a día?

Marc Rodríguez nos resume las que son, en su opinión varias estrategias prácticas que pueden ayudarnos a manejar mejor las emociones:

  1. Respiración consciente: al sentir la emoción al límite, para un momento. Inhala cinco segundos, exhala cinco y repite hasta notar que la cabeza se enfría.
  2. Etiquetado emocional: di en voz alta “Estoy sintiendo rabia” o “Esto me da mucha pena”. Nombrar la emoción ayuda a reducir su intensidad.
  3. Tiempo fuera (‘time-out’): si te enfadas en una conversación, pide un descanso de 10 minutos antes de continuar.
  4. Journaling (diario emocional): escribe cada día qué emoción has sentido y qué la desencadenó. Te ayuda a ver patrones y a adelantarte a episodios fuertes.
  5. Mindfulness o atención plena: dedica 5–10 minutos al día a enfocar tu atención en la respiración o en las sensaciones del cuerpo, sin juzgar.

¿Cómo afectan los desórdenes emocionales a las relaciones interpersonales?

Un desorden emocional puede impactar de forma importante en nuestras relaciones. Algunas maneras en que esto ocurre son:

  • Conflictos frecuentes: las reacciones desproporcionadas pueden generar malentendidos, discusiones o distanciamientos.
  • Dificultad para mantener vínculos estables: las personas cercanas pueden sentirse confundidas o agotadas ante los cambios de humor o las actitudes extremas.
  • Dependencia emocional o miedo al abandono: la inseguridad emocional puede hacer que la persona se apegue demasiado o que tema constantemente ser rechazada.
  • Comunicación poco efectiva: cuando no se expresan bien las emociones, es más fácil que los mensajes se distorsionen o se malinterpreten.
  • Aislamiento: el miedo a herir o ser herido emocionalmente puede llevar a evitar las relaciones o a mantener una distancia afectiva.

Trabajar en la gestión emocional no solo mejora nuestro bienestar personal, sino también la calidad de nuestras relaciones, haciendo que podamos compartirnos de forma más sana y auténtica.

"Un desorden emocional no determina tu destino: con pequeñas prácticas diarias y, si hace falta, apoyo profesional, puedes aprender a reconocer y regular tus emociones. Así, mejorarás tu bienestar y tus relaciones, recuperando el control sobre cómo te sientes y cómo te relacionas con quienes te importan", concluye el experto.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.

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