Si te cuesta tomar decisiones, utiliza la navaja de Ockham

Es un método que puede servirte de ayuda si hay ocasiones en las que no sabes por qué decidirte o no encuentras una respuesta a algo a lo que le estás dando vueltas. Aunque es un principio recomendable, también tiene sus desventajas

Por Nuria Safont

No todo el mundo es capaz de decidirse a la primera. Incluso, tras darle muchas vueltas a una idea, tomar un camino u otro u optar por una alternativa o la otra se hace mundo. Una de las razones por las que a menudo estamos confusas sobre qué escoger es la gran cantidad de información de la que disponemos. Como confirma Isabel Aranda, Chief Content Officer de Therapyside "nos pasamos la vida planteando teorías sobre las cosas que pasan, pero ¿qué podemos hacer para saber con qué teorías quedarnos y con cuáles no?" 

En este sentido, la navaja de Ockham, una teoría formulada hace cientos de años, puede ayudarnos a averiguar cuáles de estas teorías tiene más probabilidad de ser real y, por lo tanto, "puede ayudarte a mejorar la toma de decisiones", señala Aranda. 

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¿Cuál es el principio fundamental de la navaja de Ockham?

La navaja de Ockham es un principio atribuido a Guillermo de Ockham, un fraile franciscano y lógico del siglo XIV, que sugiere que "en igualdad de condiciones, la explicación más simple suele ser la más probable". Pero ¿esto qué significa? Básicamente, nos viene a decir que, cuando hay dos o más explicaciones a un suceso, las más simples suelen acertar. 

Casi seguro que utilizas la navaja de Ockham en tu día a día y no eres consciente de ello. Esto se debe, en gran medida, a la manera en la que procesamos la información. "La mente tiende a simplificar lo máximo posible todo aquello que percibe, lo que se conoce, como decíamos, como principio de simplicidad, y es una forma de procesar mucha información con mucha eficiencia".

El principio de simplicidad, relacionado con la Navaja de Ockham, explica por qué casi siempre que tenemos una teoría resulta que se corresponde con la realidad. Por ejemplo, "si quedo con un amigo a cierta hora y veo que no está, la primera teoría que me surge es que llega tarde, a pesar de que puedan existir otras ideas que puedan explicar que no esté (como que haya decidido quedarse en casa sin avisar); la primera teoría es simple y, casi siempre, correcta", explica la psicóloga. 

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¿Cómo se aplica este principio en la toma de decisiones?

A la hora de tomar decisiones, el principio de simplicidad se puede ver como un arma de doble filo. Por un lado, "nos permite convertir muchos estímulos en información simple, con lo que podemos tomar muchas decisiones muy rápido. Por otra parte, hace que tomemos rutas de pensamiento con información que puede estar sesgada e incompleta, y, por tanto, podemos tomar malas decisiones".

Por eso es importante que, cuando utilicemos la navaja de Ockham, "tengamos en cuenta toda la información posible y de la forma más objetiva para evitar sesgos", recuerda la experta. 

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¿Cómo nos ayuda en la resolución de problemas?

El exceso de complicación en el pensamiento puede manifestarse de muchas maneras: desde la procrastinación y la indecisión, hasta el derroche de recursos y la fatiga. "Cuando empezamos a dar vueltas a las posibilidades con "qué pasaría si", nos desviamos del núcleo de lo que realmente necesitamos resolver. El resultado es, a menudo, una sobrecarga de pensamientos que nos deja incapaces de actuar eficientemente, provoca que tomemos decisiones basadas en demasiadas variables y, para darle a todo un sentido, creamos explicaciones demasiado complejas que se alejan de la realidad", nos advierte Isabel Aranda. 

Por tanto, el principio de simplicidad en la que se basa la teoría de la navaja de Ockham puede sernos de ayuda a la hora de no enredarnos tanto en nuestros pensamientos. Eso sí, debemos tener en cuenta, como comenta la experta, que si lo simplificamos demasiado nos exponemos a precipitarnos y tomar decisiones sin toda la información que necesitamos para ello. 

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Los inconvenientes de la navaja de Ockham

A pesar de las ventajas de la Navaja de Ockham como herramienta, también tiene puntos débiles que hay que conocer para saber cuándo y cómo utilizarla. "En primer lugar, simplificar mucho las cosas puede hacernos pasar por alto detalles importantes para la toma de decisiones, y podemos hacer un análisis superficial que finalmente juegue en nuestra contra. Además, la Navaja de Ockham no es adecuada en situaciones complejas donde hay muchas causas y variables".

Estas limitaciones, junto a la subjetividad de lo que se considera “simple” (que no es lo mismo para todos), puede fomentar una evaluación subjetiva y simplista de la realidad. 

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