¿Cómo influye el cambio climático en los pacientes con enfermedades reumáticas?

La humedad, el frío, el viento, los cambios bruscos de presión atmosférica o las tormentas podrían influir en el empeoramiento del dolor, la rigidez o los brotes de algunas de estas dolencias

Por Pilar Hernán

Partimos de una realidad muy clara: las enfermedades reumáticas están ligadas al dolor y ya se ha demostrado científicamente que esos dolores están relacionados con factores ambientales, como la presión atmosférica, la temperatura, la humedad y la carga eléctrica ambiental. En este sentido, en el caso de España el calentamiento también va ligado a situaciones de cambios bruscos en la presión que, por tanto, se puede asociar a un incremento del dolor.

“Tradicionalmente, la sabiduría popular asocia ciertos fenómenos meteorológicos con los dolores reumáticos. Si embargo, los médicos necesitamos estudios serios, rigurosos y bien diseñados para establecer conclusiones. Por otro lado, existen más de 200 enfermedades reumáticas distintas, con causas y mecanismos diferentes, por lo que no podemos generalizar”, nos explica el doctor Marcos Paulino Huertas, presidente electo de la Sociedad Española de Reumatología (SER) y jefe de Servicio del Hospital General Universitario de Ciudad Real. Añade, eso sí, que, “no obstante, la evidencia científica disponible, a falta de un mayor número de estudios, parece indicar que la humedad, el frío, el viento, los cambios bruscos de presión atmosférica o las tormentas podrían influir en el empeoramiento del dolor, la rigidez o los brotes de algunas enfermedades reumáticas”.

Partiendo de esta base, podemos llegar a una conclusión: “El cambio climático influye negativamente en los pacientes reumáticos”, según ponía de manifiesto Tomás Molina Bosch, físico y meteorólogo de la Televisión de Catalunya, en el marco del XXII Curso de Tutores y Residentes de la Sociedad Española de Reumatología, que se ha celebrado en Sitges, con la colaboración de GSK.

“Vientos más fuertes, tormentas, cambios bruscos de temperatura, reducción del descanso por noches calurosas, etcétera, son factores que se están incrementando y que pueden contribuir a aumentar el dolor en las personas con enfermedades reumáticas”, explicaba, añadiendo que, por este motivo, es importante que la calidad de vida de estos pacientes y la disminución del dolor que padecen, se tenga en cuenta también desde el punto de vista de los factores ambientales.

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¿Afecta más el frío o el calor?

Le preguntamos al reumatólogo qué les afecta más a los pacientes reumáticos, el frío, el calor o más bien los cambios bruscos de tiempo. “La enfermedad reumática más estudiada, en este sentido, ha sido la artrosis, el ‘desgaste’ o envejecimiento de los cartílagos/almohadillas articulares. Esta patología afecta a 7 millones de personas en España y se ha visto que el frío aumenta la viscosidad del líquido sinovial, una especie de lubricante para nuestras articulaciones que, al volverse más denso, hace que las superficies de los huesos friccionen con más frecuencia, originando dolor, rigidez, chasquidos”, nos dice. Y añade que incluso, se especula con que las bajadas de presión, previas incluso a la llegada de borrascas, con el consiguiente cambio de tiempo, son detectados por un porcentaje de enfermos reumáticos, denominados meteosensibles.

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La importancia de la información

En este sentido, saber cómo los factores ambientales propician situaciones de dolor puede ayudar a prevenirlos, y también a planificar equipos de consulta y tratamiento en los ingresos hospitalarios o en las consultas médicas. “Podría incluso aparecer una profilaxis previa a la aparición del dolor que minimizara el episodio y mejorara la calidad de vida de los afectados”, ha propuesto Molina Bosch.

Controlar el dolor

Los expertos saben que, en las enfermedades reumáticas, es fundamental tratar de controlar los picos de dolor, no solamente recurriendo al uso de fármacos para aliviar la sintomatología. “Se tendrá que tener en cuenta la posibilidad de pronosticar el dolor, de cambiar las condiciones de contorno ambientales a los pacientes e incluso la atención psicológica y de salud integral a unos pacientes que, por su edad más avanzada, van a ser más numerosos y vulnerables”, recomendaba el físico y meteorólogo.

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Desafíos frente al cambio climático

Con el cambio climático como problema de fondo, nos planteamos cuáles son los desafíos de los reumatólogos para abordar este problema que puede afectar a sus pacientes. “Necesitamos más investigación para poder establecer una relación directa entre enfermedades reumáticas y cambio climático. Sí que es cierto que la mayor exposición a la luz ultravioleta, por tener más días secos y despejados, la emisión de gases con efecto invernadero o el aumento de la polución en las ciudades por la falta de lluvia, se han relacionado con brotes de enfermedades reumáticas autoinmunes, como el lupus, o una mayor incidencia de fracturas de cadera en fases de mayor contaminación”, nos cuenta el experto de la SER. En su opinión, los cambios bruscos meteorológicos, por la mayor incidencia de episodios de “gota fría” o la liberación de partículas en los grandes incendios, podrían repercutir negativamente en la salud de estos pacientes.

“Otro problema sería la llegada de turismo sanitario, en este caso enfermos reumáticos de edad avanzada, en busca de climas secos, estables, lo que aumentaría la demanda de reumatólogos, en una situación muy preocupante de falta de especialistas”, concluye.