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Cómo y cuándo echar la sal en tus recetas: los trucos definitivos que mejoran cualquier plato


La sal puede añadirse en distintos momentos según el tipo de plato y de qué vayamos a cocinar. También depende, en algunos casos, del tipo de sal que usemos. Si tienes dudas al respecto, nosotros te las resolvemos.


Mujer echando sal en una ensalada
2 de diciembre de 2025 - 19:03 CET

La sal es un condimento ancestral imprescindible en la cocina porque contribuye a realzar y potenciar el sabor. Pero en su justa medida, porque si te pasas, puede arruinarte un plato, aunque hay algunos trucos para, en alguna medida, intentar remediarlo. Cuándo hay que añadirla es una pregunta que todos nos hacemos cuando cocinamos y muchas veces dudamos de si es al principio o al final de una elaboración. Pero ¿sabes que depende del plato y de la elaboración? 

Y, por otro lado, hay numerosos tipos de sal, más allá de la común o fina que es la que más se utiliza en la cocina, o la gruesa para preparar recetas como la dorada, u otros pescados, a la sal. Pero el resto de variedades tienen sus usos específicos directamente relacionados con el tipo de alimentos y de receta que preparemos.

Hay platos que 'piden' la sal cuando están terminados, mientras que a otros es mejor añadirla durante su cocinado.© Adobe Stock
Hay platos que 'piden' la sal cuando están terminados, mientras que a otros es mejor añadirla durante su cocinado.

¿Por qué la sal es importante a la hora de cocinar?

Hay varias razones por las que este condimento es esencial. El uso culinario de la sal se remonta a tiempos prehistóricos, y su valor como conservante y potenciador de sabor -en las salazones por ejemplo- la convirtió en un producto de comercio esencial para las civilizaciones antiguas. 

Además de potenciar el sabor natural de los alimentos, la sal, en su justa medida, ayuda a equilibrar la acidez, el amargor o el dulzor, y en según qué casos, contribuye a retener los jugos y afecta a la textura de los alimentos.

Por qué no debemos abusar de la sal

Es el condimento más universal, sí, pero hay que tener precaución con su uso en general. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la ingesta de sal en adultos no debe superar los cinco gramos por día, que es el equivalente a una cucharadita de café.

Y hay varios casos en los que su consumo debe ser aún más limitado (puedes sustituirlo para aromatizar tus platos por hierbas y especias). Cuando tenemos tensión alta, hipertensión, limita la sal, al igual que si sufrimos de dolencias cardiovasculares, problemas renales y retención de líquidos.

El tipo de sal (fina o gorda) se añade a los platos en diferentes momentos porque se disuelven y actúan de forma distinta.© Adobe Stock
El tipo de sal (fina o gorda) se añade a los platos en diferentes momentos porque se disuelven y actúan de forma distinta.

¿Cuándo y cómo hay que echar la sal?

La sal puede añadirse en distintos momentos según el tipo de plato, la elaboración y el efecto que busques porque, al cocinar, este condimento influye en la textura y en el sabor, mientras que al final puede ayudar a realzar y corregir el gusto, siempre en la justa medida, porque también corremos el riesgo, si nos pasamos, de anular y enmascarar. Aquí tienes varios ejemplos prácticos para saber cuándo tienes que añadirlo.

  • Para verduras: se recomienda añadir sal al agua desde el principio porque ayuda a que mantengan mejor su color y firmeza.
  • Para legumbres: conviene salar al final de la cocción, porque si se añade al inicio la piel se endurece y tardan más en ablandarse.
  • Para el pollo: lo ideal es salarlo al principio tanto si se hace a la plancha o al horno para que quede más jugoso con el calor.
  • Para carnes: si son asadas o guisadas, se puede salar al principio para que penetre en la fibra. En carnes a la plancha, es mejor salar al final para evitar que pierdan jugos.
  • Para pescados: si son al horno mejor añadir la sal al principio, pero si los cocinas a la plancha o a la parrilla, échala al final. Algunos pescados se pueden preparar asados en costra de sal, una forma supersaludable, que da como resultado jugosidad y sabor.
  • Para arroz y pasta: la sal se añade al agua de cocción antes de echar la pasta.
  • Para sopas y guisos: lo ideal es salar en varias fases, probando durante la cocción y ajustando al final.

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