Las patatas bravas son mucho más que una tapa. Son un icono cultural, una seña de identidad de la gastronomía española que, desde las barras madrileñas de los años 50, ha conquistado paladares y ha evolucionado hasta codearse con la alta cocina. Y este 2025, su capital mundial se ha llamado Palencia: allí se ha celebrado la gran final del VI Concurso Internacional de Elaboración de Patatas Bravas “Palencia Brava” (#UnaDeBravas), donde Javier Alfaro, del restaurante Rosi La Loca (Madrid), se ha proclamado vencedor con su propuesta “Bravas alocadas”.
El jurado, compuesto por chefs, periodistas e influencers gastronómicos, no lo tuvo fácil. Entre 19 finalistas de toda España —y con perfiles que iban de jóvenes promesas a estrellas Michelin—, la creatividad, el sabor y la estética se convirtieron en campo de batalla en el Hotel Rey Sancho de Palencia, con showcooking abierto al público y retransmitido en streaming.
“Estas Bravas Alocadas son nuestra forma de decir que la tradición también puede jugar, soñar y picar donde tiene que picar. Detrás hay técnica, muchas pruebas y un equipo que no se conforma nunca. Llevamos años afinando esta receta y hoy, por fin, el jurado nos ha dicho ‘sí, al oro’: el crujiente, la cremosidad y esa salsa con alma de cocido y puntito ahumado han hecho match. Este premio es para todo el equipo y para cada cliente que nos reta a ser mejores cada día.”afirmaba el flamante ganador Javier Alfaro.
El pódium de las bravas 2025
El oro fue para Alfaro, pero el talento brilló en todo el ranking:
- Primer premio: Javier Alfaro (Rosi la Loca) — Bravas alocadas — Madrid
- Segundo puesto: Ariel Munguía, del Canfranc Express (Huesca, 1★ Michelin), con su propuesta histórica “Bravas desde 1928”.
- Tercer puesto: Alberto Villegas, del Restaurante San Remo (Palencia), con “Las bravas del abuelo Isaac”.
- A ellos se sumaron otros galardones que confirman que el mundo bravista es un universo lleno de matices:
- Premio a la Innovación: Álvaro Abad (Malaspina, Alicante), con “Las bravas… ¡Con las manos!”.
- Premio a la Estética: José Luis Martínez (Taberna & Media, Madrid), con su “Milhojas bravas de otoño”.
- Menciones Especiales: Hernando e Inma (Vrutal Club, Madrid) por “Vravas” y Nil Aragonés (Lo Punyetero, Tortosa, Tarragona) por “Nuestras Patatas Punyeteras”.
- Premio Alimentos de Palencia: Alberto Villegas, con su plato ya clásico de la tierra.
El jurado, presidido por Julio Valles (Academia de Gastronomía de Castilla y León), valoró el gusto, la originalidad, la técnica, la estética y, algo esencial, la viabilidad del plato en barra o sala, porque las bravas, al fin y al cabo, nacieron como tapa de barra.
Los premios más sabrosos
El campeón, Javier Alfaro, se llevó 1.500 euros en efectivo, 1.500 botellines de Fuentes de Lebanza, un lote de quesos de Cerrato, otro de Cerealto, una obra del pintor Antonio Guzmán Capel y un vídeo-reportaje profesional. El segundo y tercer puesto también fueron reconocidos con premios económicos, lotes de producto y obras de arte, confirmando que en Palencia la brava es cultura, arte y gastronomía.
Las bravas: de la barra a la alta cocina
Hablar de bravas es hablar de historia viva. Nacieron en Madrid, en los años 50 y 60, en bares de culto como Casa Pellico o La Casona, y en 1959 se registró incluso la marca Las Bravas®, que extendió la fama de esta receta. Su popularidad se consolidó con la literatura de Luis Carandell en 1967 y pronto se expandió por España.
Madrid se convirtió en cuna del estilo clásico: una salsa sin tomate, ligada con harina, grasa, pimentón y cayena, a veces con caldo, que aportaba esa mordida picante inconfundible. Cataluña, en paralelo, impulsó su propia versión con alioli y salsa picante, con bares legendarios como el Bar Tomás. A partir de ahí, cada región ha reinterpretado la receta con toques propios: con tomate, con salsas mixtas, con técnicas contemporáneas e, incluso, con guiños de vanguardia.
Esa capacidad de reinventarse es lo que las mantiene vivas en el tiempo y las convierte en una tapa transversal: populares y democráticas en la barra, pero también capaces de entrar en el menú degustación de un restaurante Michelin.
Más que una tapa: una seña de identidad
Que un plato tan sencillo como patatas con salsa haya logrado tal prestigio habla de su magnetismo. Las bravas no son solo una receta, son un símbolo de sociabilidad, de compartir, de barra y de calle, pero también un ejemplo de cómo la cocina popular puede ser elevada a categoría de arte.
En palabras de los organizadores, este concurso no solo premia el mejor sabor, sino que “las bravas son amor, compañerismo y cultura compartida”. Y es que pocas cosas hay tan nuestras como pedir “una de bravas” en buena compañía.