El marido de Tamara Falcó está imparable. En marzo, Íñigo Onieva se estrenaba en el durísimo deporte del ironman en México -entonces fue en la modalidad de 'media'- y ahora ha vuelto a repetir proeza, pero en Italia, en la región de Emilia-Romagna, concretamente en el antiguo pueblo pesquero de Cervia. Como te contamos ayer en ¡HOLA!, ambos protagonizaron un momento de película al llegar a la meta y fundirse en románticos besos y abrazos tras superar las pruebas al completo (con 3.86 kilómetros de natación, 180.25 kilómetros en bicicleta y 42.2 kilómetros de carrera a pie en un mismo día). Se fueron a reponer fuerzas a Osteria Francescana, uno de los mejores restaurantes de Italia, y también han visitado en este viaje el restaurante Montana, los dos ubicados en Módena.
Íñigo ha publicado en sus stories de Instagram varias fotos comiendo en estos dos lugares junto a Tamara y sus primos Álvaro Falcó e Isabelle Junot, que les han acompañado en esta escapada con tintes deportivos pero también gastronómicos, así como varias instantáneas de su visita a la fábrica de Ferrari. En el segundo restaurante les acompañaba también Flavio Manzoni, director de diseño de la renombrada marca de automóviles.
¿Qué se come en Osteria Francescana?
No es raro que el matrimonio, gran aficionado al buen comer, eligiera este lugar, que fue elegido en 2016 y en 2018 como mejor restaurante del mundo por la prestigiosa lista The World's 50 Best Restaurants y que está reconocido con 3 estrellas Michelin. El alma mater de Osteria Francescana es el gran cocinero Massimo Botura, que abrió sus puertas en 1996 en el casco histórico de Módena y que busca actualizar la cocina tradicional italiana con técnicas nuevas basándose en materias primas locales.
Algunos de sus platos estrella son las 'Cinco edades de Parmigiano Reggiano', donde se rinde homenaje a este famoso queso italiano, los 'Tortellini en caldo' y 'Oso y camuflaje', una reinterpretación del risotto. Seguramente Tamara, Íñigo, Isabelle y Álvaro optaron por el menú degustación (350 euros con bebidas aparte) con platos como el caldo en flor, las cebollas 'soñando con caviar', la pizza frita, el pato o el postre sorpresa.
No sabemos si se decantaron por el maridaje (240 euros), entre los que los sumilleres Andrea y Luca Garelli seleccionan varios vinos de la tierra -en el story de Onieva se ve una botella de Barolo-, algún sake, algún vino francés e, incluso, alguno holandés. Lo que sí ha trascendido es lo que publicó Onieva en sus redes sociales tras comer en 'casa de Botura' junto a una foto de él con su mujer y sus primos: "Recarga de carbohidratos postcarrera".
¿Cómo es el restaurante Montana?
Ubicado también en Módena, fue el lugar elegido aprovechando la visita a Ferrari de Onieva y Falcó. En esta ciudad, capital de Emilia-Romagna, se encuentra el Museo Enzo Ferrari, dedicado a la vida y legado del fundador de la icónica marca de coches (la fábrica está en la cercana localidad de Maranello). Destaca por el vinagre de Módena, una auténtica joya culinaria valorada mundialmente. Y aquí también hay prestigiosos restaurantes como Montana, elegido por nuestros 4 protagonistas para darse otro homenaje gastronómico, ubicado cerca del circuito de Fiorano.
Se trata de uno de los locales más visitados por los aficionados a la Fórmula 1 y a los coches, además de todos los pilotos de la famosísima escudería como muestran las múltiples fotografías colgadas de sus paredes, acompañadas en muchos casos de piezas de automóviles de la marca italiana y de cascos y monos de los conductores más reconocidos, un auténtico museo.
¿Y qué hay de la comida en este icónico restaurante? Gastronómicamente, es más informal y practica una cocina tradicional, con platos que se han ido trasmitiendo de generación en generación -Montana tiene medio siglo de vida-, muchos de ellos elaborados con productos de temporada. No faltan antipasti, entrantes, como quesos o embutidos, ni pastas como los famosos tortellini in brodo di cappone (en caldo de capón), gramigna con salsa de salchicha de Mamma Rossella o los tagliatelle al ragù. Seguro que de muchas de estas delicias dieron buena cuenta nuestros protagonistas, deportistas y gastrónomos a partes iguales.