Elizabeth Arden

Fue una mujer adelantada a su tiempo, una verdadera pionera en su forma de abordar la vida y los negocios, sin mencionar el campo de la belleza. Era una visionaria creativa y una empresaria igualmente inteligente que tenía el impulso para hacer realidad sus sueños.

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Ontario, Canadá



Elizabeth Arden, cuyo verdadero nombre es Florence Nightingale Graham, nació el 31 de diciembre de 1881 en la granja que tenía su familia en Woodbridge, Ontario, Canadá. La quinta de cinco hijos se crió en una familia de agricultores que luchaba para llegar a fin de mes. Para ayudar a mantener a su familia, Graham, quien perdió a su madre cuando tan solo tenía seis años, llevó a cabo diferentes trabajos ocasionales cuando era joven hasta que comenzó a estudiar enfermería, poniendo especial interés en las técnicas para cuidar las quemaduras.

La cocina de su casa, su mejor laboratorio

Comenzó a convertir la cocina de su casa en un laboratorio, experimentando con diversos ingredientes, incansable en la búsqueda de la crema de belleza perfecta. Hizo frente a numerosos fracasos e incluso tuvo que hacer frente al desánimo de sus seres queridos, quienes lejos de animarla le aconsejaban que enfocara sus esfuerzos en otra cosa. De hecho su padre, le aconsejó que se casara como el resto de sus amigas, pero esta futura emprendedora tenía un sueño: crear su propia marca de cosméticos.

Su primer salón de belleza

Así que a los 30 años y con el objetivo de poner en práctica sus ideas, se trasladó a Nueva York. Allí consiguió trabajo como asistente de una esteticista llamada Eleanor Adair y, en 1910, decidió abrir su primer salón en la Quinta Avenida junto a su socia Elizabeth Hubbard y gracias a un préstamo de 6.000 dólares. Era un local muy discreto: sólo tenía tres salas de tratamiento y un laboratorio y contaba con un equipo formado únicamente por la propia Elizabeth, su socia y dos ayudantes.

La curiosa elección del nombre de Elizabeth Arden

La idea del nombre que terminó por adoptar se le ocurrió como resultado de sus lecturas. El libro Elizabeth and her German garden le había causado una profunda impresión y había estado leyendo con mucho interés la obra de Lord Tennyson Enoch Arden. La combinación de ambos títulos dio como resultado Elizabeth Arden.

En 1914, la sociedad de Graham con Hubbard se disolvió pero ella optó por permanecer en este mundillo relacionado con la belleza y contrató a un equipo de químicos para desarrollar una crema facial que se convertiría en el primer artículo de su exitosa línea de cosméticos.

Cambió el concepto que se tenía hasta el momento sobre el maquillaje, que estaba asociado principalmente a las prostitutas e introdujo en Estados Unidos el maquillaje para ojos, la barra de labios roja, así como la primera línea completa de cuidados de la piel y el color.

Su gran expansión

En 1915, la marca Elizabeth Arden ya estaba más que asentada en Estados Unidos y decidió abrir mercado internacional. En 1922 fundó un salón parisino; y luego abrió negocios también en Sudamérica y Australia. En la década de 1930, a la empresa le iba tan bien que incluso logró prosperar durante la Gran Depresión, generando más de 4 millones de dólares al año.

Elizabeth, quien visitó España en 1957 y fue la primera en llevar a cabo una campaña de publicidad proyectada en las salas de cine, no dejó que la fama le impidiera seguir haciendo lo que le gustaba aunque sí modificó sus rutinas y aunque pasó muchos años dando forma y aplicando sus productos en su salón de la Quinta Avenida, la gran afluencia de clientela, la obligó a prepararlos para ser aplicados en casa sin necesidad de acudir al salón. A la vez iniciaba otra novedad, las demostraciones en los establecimientos donde iban a ser vendidos sus productos, y de esta forma enseñaba los secretos de su utilización.

Al igual que con los salones, fue pionera al crear un nuevo método para el cuidado de la piel, desbancando la idea que se tenía por aquella época de que la misma crema servía para todo y para todos. De esta forma nace una nueva fórmula en el tratamiento moderno, los cuatro pasos básicos, limpiar, tonificar, hidratar y nutrir con diferentes fórmulas para distintos cutis. Limpiadoras y tónicos fueron algunos de sus mayores éxitos así como una de sus mayores fuentes de ingresos.

Su mayor competencia Helena Rubinstein

Gran parte del impulso de esta inolvidable empresaria surgió de su competencia con la empresaria de belleza polaca Helena Rubinstein. A pesar de no haberse conocido nunca en persona, las dos mujeres trabajaron para superarse mutuamente en el desarrollo de nuevos productos.

No se supo su edad hasta el día de su muerte

Elizabeth Arden murió el 18 de octubre de 1966 y solo después de su fallecimiento se supo que tenía 81 años, pues siempre había ocultado su edad para dar la impresión de una belleza eterna.

En el momento de su muerte había 100 salones de belleza Elizabeth Arden en todo el mundo y tenía una línea con aproximadamente 300 productos cosméticos, pero esta no era la única fuente de sus ingresos pues también era propietaria de los lujosos spas de belleza Maine Chance en Mount Vernon, Maine y Scottsdale, Arizona, así como de varios de los caballos de carreras más importantes del país, los cuales cuidaba con mimo en alguno de sus exclusivos establos.

¿Quiénes son los actuales dueños de Elizabeth Arden?

En 1971, Eli Lilly compró la empresa por 38 millones de dólares y en 2016 este gigante de la cosmética fue adquirido por Revlon otro gran gigante del cuidado personal por la nada despreciable cantidad de por 870 millones de dólares. Hoy en día el valor estimado de este exitoso negocio es de más de 1.300 millones de dólares.