Joaquín Ferreira, 'La suerte de Loli': el diseñador gráfico que buscó un cambio de vida

Se dio a conocer internacionalmente gracias s su papel de 'El Potro' en la serie mexicana de Netflix 'Club de cuervos'

Por B. Moreno

La suerte de Loli llegaba a la pequeña pantalla de la mano de Divinity y lograba revolucionar a la audiencia desde su primer episodio. El elenco de esta comedia romántica americana, adaptación del formato original argentino, está siendo muy aplaudido por la audiencia con Silvia Navarro a la cabeza en el papel protagonista.También fue muy celebrado el cameo que realizó Paulina Rubio, y otro de los actores del plantel que más está dando de qué hablar es Joaquín Ferreira. Entró en la serie por la puerta grande, con un espectacular estriptis que dejó al público con la boca abierta y con ganas de conocerlo más.

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Joaquín Ferreira es uno de los rostros más conocidos en México gracias a su participación en Club de cuervos, ficción donde obtuvo su primer papel en televisión interpretando a 'El Potro' Romani, convertiéndose en el primer actor y personaje argentino de una serie de Netflix. Gracias a este papel ha dado el salto de manera internacional participando en producciones de éxito desde entonces. Una de las últimas es La suerte de Loli, donde se mete en la piel de Octavio Córdoba, el dueño del Hunky Bar, un local de moda y referente de la noche de Los Ángeles. Es un hombre emprendedor, cuyo carisma y capacidad de trabajo le han permitido convertirse en un empresario de éxito. Alcanzar su sueño no fue fácil, ya que para sobrevivir llegó incluso a ser donante en un banco criogénico, un hecho que le perseguirá años después cuando la información se haga pública y llegue a manos de Loli.

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Joaquín, de 36 años, es artista plástico y actor. Tenía apenas 25 años cuando sintió que necesitaba cambiar de vida. Residía en su Buenos Aires natal donde había estudiado Arquitectura y Diseño Gráfico y de ello trabajaba. La actuación jamás había sido algo que se hubiera planteado hasta que un día se cansó de todo y decidió marcharse a vivir a México. "Fue hace diez años. Me iba bien pero quería conocerme un poco más a mí mismo. Parece de libro, pero es la verdad”, ha declarado el actor en una entrevista para el periódico argentino La Nación.

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Su primera parada fue en Playa del Carmen, con la idea de trabajar de lo que fuera "si tenía que ganarme la vida haciendo masajes, lo haría", ha asegurado el intérprete. Al poco de llegar, caminando por la playa, una mujer le preguntó si era actor. "Le dije que no pero que me animaba a hacer cualquier cosa", ha relatado al citado medio. Así que fue a hacer un casting para una publicidad de República Dominicana. "Estuve siente días en un hotel y me encantó la experiencia". Al regresar se compró una moto sin saber manejarla y puso rumbo a México DF, donde comenzó a estudiar actuación. Como curiosidad, su primera película también la hizo en República Dominicana.

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Ya en México y para costearse los estudios de actuación, hizo multitud de trabajos: repartidor de folletos, promotor, modelo, iba a fiestas judías a repartir los souvenirs... Hasta que un día profesor de la escuela de interpretaciñon le dijo que le gustaba su trabajo, que fuera a Televisa y TV Azteca ya que tienen sus propias escuelas de actuación becadas. Hizo el casting y lo aceptaron en ambas, pero se decantó por una de ellas porque "en una me pagaban por estudiar y con eso podía sostenerme. Por eso elegí TV Azteca, y con el sueldo me pagaba una habitación en una casa y mientras, estudiaba", ha confesado el intérprete de Paquita la del Barrio. Y así es como, poco a poco, fue labrando su carrera como actor.

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Además de su carrera interpretativa, Joaquín también es artista plástico. Ahora, que tras siete años ha vuelto a residir en Buenos Aires, colabora con un grupo de artistas que tienen una fábrica en Villa Crespo, donde hace exposiciones y vende sus cuadros. Cuando no está actuando, pinta, ya que considera que son dos mundos con energías parecidas por lo que trata de compatiblizar ambas pasiones, aunque ha reconocido estar totalmente volcado en la interpretación. Lo de la pintura es una vocación que le viene de familia puesto que "mi padre es artista plástico y yo pinto desde que soy chiquito”. Una faceta desconocida para el gran público pero que le ha dado para vivir. "Comencé a exponer y vender mis cuadros en México. Después expuse durante mucho tiempo en muchos lugares”, ha declarado. El actor ha llegado hasta a tener expuesta una escultura de gran tamaño en avenida Paseo de la Reforma, una de las más importantes de la ciudad de México.

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La vida profesional le sonríe, al igual que la personal. El protagonista de Doña Flor y sus dos maridos matiene una relación desde hace un año con la también actriz Brenda Villoslada. Reconoce que nunca había tenido una novia que se dedicara también al mundo de la actuación. Ambos tienen muchas cosas en común, se complementan, se entienden y se ayudan a preparar los castings el uno al otro. 

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Curiosidades y anécdotas de La suerte de Loli

Esta comedia es el trabajo con el que le hemos descubierto en nuestro país. La serie se grabó en plena pandemia, un hecho que hizo que todo el equipo tuviera una unión muy estrecha y se convirtieran en una familia. El ambiente durante el rodaje fue muy especial, trabajaron muy a gusto y ese buen rollo entre todos ellos dio lugar a divertidos momentos y anécdotas. Joaquín ha confesado que tiene muy buena relación con todos sus compañeros pero que con Silvia Navarro tuvo una conexión muy especial. "Hay muy buenos actores, pero con Silvia nos hemos divertido muchísimo porque es improvisación tras improvisación", ha desvelado. 

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El actor argentino ha destacado también la libertad creativa con la que ha contado en este proyecto. "A mí me han dado la oportunidad de hacer mi personaje con acento argentino y lo he agradecido muchísimo porque el hecho de la improvisación en argentino se me da mucho más”, ha explicado el protagonista de Tres milagros. Una de las mejores anécdotas que recuerda fue grabando junto a Silvia Navarro: "Fue una diversión total porque no decíamos nada de lo que ponía en el guion. Obviamente íbamos por un camino, pero cada uno improvisaba y el equipo se moría de la risa al cortar. Entonces funcionaba”, ha relatado con especial cariño.