Doscientos cincuenta empleados, cuatro millones de usuarios, patrocinios de multinacionales, cotización en bolsa... Todo gracias al ajedrez, un deporte milenario que está en lo más alto gracias a personajes como Magnus Carlsen, el genio noruego de treinta años (cumplirá treinta y uno el próximo treinta de noviembre) que, recientemente, pasó unos días en el Royal Hideaway Sancti Petri, de Cádiz, donde se ha preparado para la final del Campeonato del Mundo de ajedrez, que disputa estos días en Dubai frente al ruso Ian Nepomniachtchi. El joven, atlético, cuida su cuerpo tanto como su cerebro, y en sus horas libres es modelo. Una bonita revancha para el adolescente al que sus compañeros incordiaban en el instituto. “Me aislé porque era muy diferente del resto de la clase. Es difícil ser ‘cool’ cuando se juega al ajedrez”, confesaba, recientemente, Magnus Carlsen.
Su padre le enseñó a jugar al ajedrez desde su más tierna infancia. Con solo trece años causó sensación. Con la cara todavía aniñada, el adolescente batió al excampeón del mundo Anatoli Karpov y acabó en tablas con la leyenda Gary Kasparov. El Washington Post lo describía entonces como el ‘ Mozart del ajedrez’, un Mozart desenfadado capaz de memorizar miles de partidas. En 2004 se convirtió en el tercer maestro internacional más joven de la historia. Es fan del Real Madrid y del pato Donald, cuyas historietas leía para relajarse entre dos partidas. En 2013 se convirtió en campeón del mundo al derrotar al indio Viswanathan Anand. “Todavía tengo mucho que mejorar”, confesó entonces. “En cada partida, veo que cometo errores, imprecisiones”. Señal del fervor que levanta, en los comercios de Oslo los tableros de ajedrez se venden por doquier. Alrededor de 2,76 millones de noruegos, de una población de cinco millones, llegaron a seguir las retransmisiones en directo de los campeonatos en los que participa su ídolo.
-Te proclamaste Campeón Mundial de Ajedrez con tan solo veintidós años, ¿cómo se vive el hecho de conquistar el mayor logro de este deporte a una edad tan temprana?
- Lo que experimenté en el año dos mil trece fue genial, claro. Casi toda mi vida ha estado dedicada a este objetivo en particular, convertirme en campeón del mundo y es cierto que, en términos de edad, sí que era joven. Sin embargo, ya había estado jugando y compitiendo durante muchos años y era un ajedrecista experimentado. Ahora ves a jugadores conquistando títulos de Grand Master con doce o trece años, por lo que en este deporte tienes que empezar muy joven para llegar a ser un buen jugador.
-Ahora luchas por el título en el Campeonato Mundial de Ajedrez de Dubái, ¿cómo se prepara un maestro del ajedrez para este torneo?
-La preparación para un Campeonato Mundial tiene diferentes niveles. Yo diría que el componente principal es teórico, pero también es muy importante la preparación física para poder ser la mejor versión de uno mismo a la hora de jugar al ajedrez en todos los sentidos, es decir, tanto mental como fisícamente.
-¿Qué crees que hace de este lugar , Sancti Petri, el sitio idóneo para jugar al ajedrez?
- Hay muchas buenas razones para estar aquí. En primer lugar, el clima es maravilloso, no hace ni demasiado frío ni demasiado calor. También resulta perfecto para realizar actividades deportivas. Hemos estado jugando al fútbol, al pádel… Además, dispone de unos jardines preciosos y de una excelente gastronomía. En general, es una ubicación ideal para prepararse y es importante que el lugar en cuestión no sea demasiado grande para que uno pueda concentrarse en la tarea que le ocupa. Por otra parte, sé que España es un país con una gran tradición ajedrecística; a mucha gente le gusta jugar.
-¿Qué te pareció la serie Gambito de Dama?
-Me encanta la serie Gambito de dama . La parte del ajedrez está muy bien hecha, con muchos detalles sobre este deporte y su historia. Y tiene también partidas que no había visto nunca. Además, la trama como tal es interesante y está genialmente interpretada.
-¿Qué tiene que tener un lugar para ser perfecto a la hora de practicar y jugar al ajedrez?
-El lugar perfecto se asemeja mucho a este: un jardín precioso sin distracciones.
-¿Qué consejos le darías a una persona que se está iniciando en el arte del ajedrez?
-A mí, personalmente, lo que siempre me ha movido en el ajedrez ha sido lo divertido e interesante que me parece. Es algo que todavía me perdura por lo que diría que, cuando uno empieza a jugar al ajedrez, ha de ser un poco paciente si al principio no salen las cosas como uno espera. No se va a conseguir todo inmediatamente. Dicho esto, que cada uno haga lo que le parezca interesante y divertido. Si es el ajedrez, fenomenal, porque pienso que es un juego precioso y trascendental. Pero si es otra cosa, ¡adelante!
-En tu caso, ¿recuerdas a qué edad descubriste el ajedrez y cómo fue el acercamiento a lo que es hoy tu vocación, además de profesión?
-Empecé a jugar y aprendí los movimientos cuando tenía aproximadamente cinco años y medio. Me gustaba el juego, pero, por aquel entonces, no tenía la paciencia para sentarme, esforzarme y estudiar con el propósito de mejorar. No fue hasta los ocho años cuando realmente empecé a aprender sobre el ajedrez. Comencé a interesarme mucho y mi primer objetivo fue ganar a mi hermana mayor. Después de eso me enamoré del juego y estudiaba por mi cuenta, y así ha sido desde entonces.
-¿Cuáles son los beneficios que reporta este deporte para quien lo practica?
-Diría que hay dos cosas importantes para mí. El ajedrez enseña a pensar de forma analítica y a ser paciente. Pero creo que, además, te enseña a tomar decisiones bajo mucha presión. En el ajedrez estás constantemente presionado por factores externos como el tiempo, tanto el del tablero como el que marca el reloj. Esto que te aporta es útil en cualquier profesión en la que se tengan que tomar decisiones calculadas y rápidas.