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Ha hecho una dura confesión, teniendo en cuenta su extensa trayectoria musical. Eric Clapton, que ocupa el puesto número dos en la lista de los cien guitarristas más grandes de todos los tiempos, ha contado recientemente que le ronda la idea de retirarse a sus 72 años, y es que su cuerpo ya no le responde como antes. “Lo único que me preocupa es ser capaz de continuar siendo competente, ahora que estoy en los setenta. Lo que quiero decir es que me estoy quedando sordo, tengo acúfenos y mis manos apenas funcionan” contó en una entrevista con la cadena BBC 2. “Espero que la gente venga y me vea, quizás más porque soy una curiosidad. Es increíble para mí seguir aquí” aseguró.
Sin embargo y pese a estas dolencias, continúa enamorando a sus incondicionales en una gira de conciertos que echará el cierre el próximo 8 de julio en Hyde Park. “Sí, tengo unos conciertos más y después se terminará mi carrera, pero vengo diciendo lo mismo desde que tenía 17 años” comenta a ABC sobre su posible retirada. Y es que su dolencia afecta a su talento. El acúfeno, también conocido como tinitus, es una alteración del sistema nervioso que hace que una persona perciba sonidos sin que exista un estímulo externo que lo provoque, es decir, son ruidos o zumbidos que únicamente oye la persona afectada.
Es la cara desconocida del que sobre el escenario es un auténtico maestro. El pasado mes de septiembre se presentó el documental Eric Clapton: Life in 12 Bars, dirigido por Lili Fini Zanuck y que muestra su faceta más personal, esa que no se ve tras la guitarra (se estrena en Showtime el 10 de febrero). En este se repasa su trayectoria que comenzó en los años 60 con su banda Cream, que estaría en cartel hasta los 70 cuando lanzó su carrera en solitario. Tocó en uno de los álbumes de los Beatles (en la canción While my guitar gently weeps), con Phil Collins y Aretha Franklin, un éxito que se mezcló con sus adicciones.
Superarlas fue una dura lucha de años, mientras su blues y su rock se coreaban en medio mundo. La Corona británica le condecoró en 1995 y en julio de 2001 lo eligieron como el mejor guitarrista del mundo -su fortuna se estima en unos 196 millones de dólares (160.456 millones de euros)-. “En aquel momento entendía la música pop como algo fácil, y no tenía respeto por nada que fuera fácil. Lo que me atraían eran las cosas verdaderamente difíciles, como tocar 'blues'" ha comentado sobre los inicios de su carrera. Pensar en él es traer al recuerdo temas como Layla, Sunshine of your love y Tears in Heaven, dedicado a su hijo fallecido de manera accidental a los cuatro años y medio.
En 2016 se publicó su último disco de estudio I still do y su música sigue ganando adeptos, aunque sus dolencias hacen cada vez más complicado que siga tocando. Él ve el futuro alejado de escena como algo natural. “El último año me di cuenta de que puedo dejar de tocar, es suficiente con vivir escuchando música solamente” ha dicho (en declaraciones a ABC). La despedida parece cercana, aunque, al menos de momento, la leyenda sigue sumando melodías.
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