Decía que en España había nacido su inspiración

Leonard Cohen, el músico que se enamoró de los versos de García Lorca

Ha dejado tras de sí un legado artístico inolvidable, con más de 23 millones de discos vendidos y 12 libros de poesía

Por hola.com

Poesía y música se daban la mano en esas canciones que alguna vez todos hemos coreado. El gran Leonard Cohen ha dicho adiós a sus incondicionales dejando tras de sí esa voz grave tan característica, esas letras que han conmovido emociones y millones de fans en todo el mundo. Las redes sociales lloran su muerte y han sido decenas los artistas que han lamentado la marcha del “maestro”.

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Alanis Morissette, mostró un emoticono triste; Justin Timberlake destacó “el espíritu y el alma incomparables” del canadiense; Carole King, Jeff Buckley y el guitarrista de Guns N’Roses, Slash, escribieron: “Descanse en paz”. El cantante Boy George dijo: “Sus canciones me hicieron llorar cuando tenía trece años y todavía hoy en día”. El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, le rindió homenaje con las siguientes palabras: “Canadá y el mundo le echarán de menos”.

Enrique Bunbury le ha dedicado un sentido mensaje: “No puedo expresar con palabras lo que ha significado Leonard Cohen en mi vida. Su influencia musical, poética y humana. Tuve el honor de conocerle, de estrechar su mano y hablar con él. Sus canciones y poemas me acompañarán siempre, con profundo agradecimiento. Amor absoluto”. Se ha recordado además en las redes la vinculación de Cohen con España. Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente del PP en Andalucía, ha comentado que llamó a su hija Lorca –fruto de su relación con Suzanne Elrod la tuvo a ella y a su hijo Adam-, en recuerdo del poeta granadino, y que rodó un vídeo en la Alhambra basado en un poema de Lorca (Take this Waltz).


Su amor por nuestro país lo dejó claro el canadiense durante el discurso que dio al aceptar el premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2011. “Tengo una guitarra Conde que está hecha en el gran taller de la calle Gravina, 7, en España. Es un instrumento que adquirí hace más de 40 años (...) Y me la acerqué a la cara, miré de cerca el rosetón, tan bellamente diseñado, y aspiré la fragancia de la madera viva. Ya saben que la madera nunca llega a morir. Y olí la fragancia del cedro, tan fresco como si fuera el primer día, cuando la compré. Y una voz parecía decirme: ‘Eres un hombre viejo y no has dado las gracias, no has devuelto tu gratitud a la tierra de donde surgió esta fragancia’. Así que vengo hoy, aquí, esta noche, a agradecer a la tierra y al alma de este pueblo que me ha dado tanto. Porque sé que un hombre no es un carnet de identidad y un país no es solo la calificación de su deuda”.

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“Ustedes saben de mi profunda conexión y confraternización con el poeta Federico García Lorca. Puedo decir que cuando era joven, un adolescente, y buscaba una voz en mí, estudié a los poetas ingleses y conocí bien su obra y copié sus estilos, pero no encontraba mi voz. Solamente cuando leí, aunque traducidas, las obras de Federico García Lorca, comprendí que tenía una voz. No es que haya copiado su voz, yo no me atrevería a hacer eso. Pero me dio permiso para encontrar una voz, para ubicar una voz, es decir, para ubicar el yo, un yo que no está del todo terminado, que lucha por su propia existencia” continuó, explicando además cómo había aprendido a tocar la guitarra con un músico español.

“(...) Fui a ese parque, que conocía de mi infancia, y había un joven tocando la guitarra. Tocaba una guitarra flamenca y estaba rodeado de dos o tres chicas y chicos que le escuchaban. Y me encantó cómo tocaba. Había algo en su manera de tocar que me cautivó. Yo quería tocar así y sabía que nunca sería capaz. Así que me senté allí un rato con los que le escuchaban y cuando se hizo un silencio, un silencio apropiado, le pregunté si me daría clases de guitarra. Era un joven de España, y solo podíamos entendernos en un poquito de francés, él no hablaba inglés. Y accedió a darme clases de guitarra”. Contó que le había enseñado seis acordes, que al principio le costó aprender, pero que acabó dominando.


“Yo no sabía nada de aquel hombre. No sabía de qué parte de España procedía. Desconocía porqué había venido a Montreal, porqué se quedó allí. No sabía porqué estaba en aquella pista de tenis. No tenía ni idea de porqué se había quitado la vida. Estaba muy triste, evidentemente. Pero ahora desvelo algo que nunca había contado en público. Esos seis acordes, esa pauta de sonido de la guitarra han sido la base de todas mis canciones y de toda mi música. Y ahora podrán comenzar a entender las dimensiones de mi gratitud a este país”.


“Todo lo que han encontrado de bueno en mi trabajo, en mi obra, viene de este lugar. Todo lo que ustedes han encontrado de bueno en mis canciones y en mi poesía está inspirado por esta tierra” emotivas palabras que conmovieron a la audiencia y que dieron una pista del amor que sentía el intérprete por España.

Algunas de estas canciones las recordamos ahora, cuando decimos adiós a esta leyenda, que vendió más de 23 millones de álbumes y publicó 12 libros, en los que se mezclaban su talento poético y sus dibujos. Suzanne, del álbum debut Songs of Leonard Cohen, publicado en 1967; So long, Marianne, considerada como una de las 200 mejores canciones de la década de 1960; o Hallelujah, que escribió para su disco Various positions, 1984, y ha vendido al menos 5.000 copias en sus distintas versiones. Ese es el regalo que dejó a sus incondicionales.