Baleares

S´Albufera, una marisma de aires míticos en la isla de Mallorca

Por Hola.com

El Parque Natural de S’Albufera, al que se accede nada más cruzar el puente dels Anglessos, es una hermosa laguna litoral, tal y como lo refleja su nombre, de raíces árabes (Al-buhayra). Aunque la superficie actual del humedal, el mayor de la isla de Mallorca, es la mitad de la que tuvo originariamente hace millones de años, su belleza y la gran riqueza ecológica que esconde este espacio —protegido desde 1988— no han mermado ni un ápice su valor natural.

Lo que sí ha dejado huella, sin embargo, ha sido la trágica historia de usos y abusos padecida por sus márgenes y los sucesivos proyectos de desecación a los que se ha visto sometida. Estos intentos, que comenzaron en los siglos XVIII y XIX, fueron el origen de una intrincada red de canales que drenaban el agua hacia el mar. Con la ayuda de máquinas de vapor se desecaron cerca de 2.000 hectáreas, aunque no se logró lo que se pretendía de estas tierras, ya que la alta salinidad que presentaba el terreno hacía imposible el establecimiento de cultivos agrícolas.

CENTRO DE RECEPCION

Junto al Gran Canal, el más destacado del humedal, se inicia el itinerario, que discurre paralelo a sus aguas. Del otro lado de la pequeña carretera, por la que sólo circulan bicicletas y los vehículos del servicio de guardería del parque, se contempla una conducción de agua más pequeña denominada Canal del Sol. Cuando se han recorrido unos 700 metros, se alcanza el pequeño puente de Santa Margalida, que cruza sobre sus aguas.

Aunque de frente se observa el camino de Ses Puntes, por el que más tarde continuará el itinerario, ahora hay que seguir por la carretera en dirección al Centro de Recepción. Tanto en éste como en el anexo Centro de Interpretación de Can Bateman ofrecen una amplia información sobre las especies que se pueden observar en cada época del año. Junto a ambos se halla uno de los puntos más atractivos para la observación de algunos de los abundantes pobladores alados del humedal, tales como avetoros, garzas, anátidas, aguilucho lagunero y pálido, calamón común, chorlitejo, correlimos, cigüeñuela, archibebe y varias especies de gaviotas.

S’Albufera reúne, entre sus 400 especies de plantas y árboles, una buena muestra de la flora isleña, una gran parte de la cual se puede observar en el pequeño itinerario botánico que se desarrolla en torno al centro de Can Bateman. En él se recogen sólo especies autóctonas útiles para su uso en jardinería y que, además, son características de la flora silvestre de las islas Baleares.

OBSERVATORIOS DE BISHOP

Un poco más adelante, y tras sobrepasar las casas del parque, se halla el puente de Sa Roca, el cual habrá que cruzar para seguir el Gran Canal, ahora en el sentido de las aguas, hasta llegar a uno de los puntos más gratificantes del parque: los observatorios de Bishop, en cuyas inmediaciones se observan notables ejemplares de tarajes, árboles que gustan de vivir en ambientes salinos. Desde este punto hay que desandar parte del trayecto realizado hasta el puente de Santa Margalida. En vez de cruzarlo, el itinerario continúa hacia la derecha por el camino denominado de Ses Puntes. Carrizos, masiega y espadaña ocultan visualmente tramos de estas zonas inundadas permanentemente y acompañan ahora al sendero, siendo sustituidos por los juncos en las zonas de aguas más salobres. Pronto se hallan notables ejemplares de pinos, bajo los cuales discurre el sendero y que preceden a un espacio donde suelen pastar los ganados. Tras atravesar el camino d’En Pep, una valla con escaleras —que se sobrepasa cómodamente— franquea el paso hacia una zona más humanizada.

Nada más pasar una vivienda, y siguiendo una carretera pequeña, se encuentra una desviación a la izquierda que abandona el asfalto y se dirige de nuevo a una zona de grandes pinos. En este tramo es donde se contempla más claramente la actividad humana en torno al humedal y a su aprovechamiento salinero, ya que aún permanecen algunos restos de la explotación que estuvo en activo aquí hasta los años setenta del pasado siglo, conocida como Ses Salinetes. Tras cruzar la carretera que comunica Artà y el Port d’Alcúdia, el sendero introduce al caminante en la zona dunar, donde se prodigan los pinos blancos y las matas de romero y lentisco. Las franjas de vegetación se disponen en paralelo al mar, destacando especies como el enebro exclusivo de esta zona—, el barrón, la oruga marítima y la azucena de mar, especializados en los terrenos arenosos. Desde aquí, la ruta se interna en la única zona litoral que se ha conservado en la superficie del parque natural; el resto, con mayor o menos fortuna, ha sido ocupado por la actividad turística. Una vez concluido el paseo, hay dos posibilidades para emprender el regreso: o desandar todo el trayecto en sentido inverso o, por el contrario, se toma la carretera local para volver hacia el aparcamiento.