Entre el valle del Dordoña y el del Vézère, en la región de Nouvelle-Aquitaine –que se precia de ser la que posee mayor cantidad de los pueblos más bellos de Francia–, Sarlat es la villa perfecta para una escapada otoñal al Périgord Noir. Está llena de rincones y animadas plazas con terracitas para disfrutar de los días al aire libre y su gastronomía, protagonizada en esta época por la trufa, el foie, las setas y las nueces, atrae a ella a los viajeros más gourmet.
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El acierto de Sarlat es haber sabido preservar la escala humana con la que fue concebida y eso la convierte en una ciudad ideal para descubrir caminando. El mejor lugar para iniciar la visita es la place du Peyrou, a los pies de la catedral de St-Sacerdos, muy cerca del lugar que en su día ocupó la abadía benedictina alrededor de la cual surgió la primitiva ciudad medieval.