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En España presumimos de contar con dos de las fachadas marítimas más especiales del mundo, las únicas que pertenecen a la asociación internacional de las bahías más excepcionales del planeta. Aquí están las otras europeas incluidas en el club. Todas ellas valiosas por contar con una flora y una fauna de interés, espacios naturales notables y atractivos, ser emblemática para la población local, contar con medidas de protección y tener un cierto potencial económico.

BAHÍA DE GRIKOS (GRECIA)

Patmos es una joya en el mar Egeo, con sus playas inmaculadas, sus casas blancas de forma cúbica y las mejores vistas al mar del archipiélago del Dodecaneso. Es también una de las más sagradas, pues en ella vivió exiliado el apóstol San Juan y escribió el Apocalipsis. En este escenario se sitúa la bahía a la que da nombre la localidad de Grikos, todo un refugio veraniego gracias a sus arenales, a los que se accede desde el puerto del Pireo.

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GOLFO DE PORTO Y GIROLATA (FRANCIA)

Nos situamos en el Mediterráneo y en el oeste de la isla de Córcega, porque es aquí donde se encuentran los golfos de Porto y Girolata, este una réplica en miniatura de su hermano mayor, rodeados de montañas verdes y de aguas transparentes y tranquilas y con la torre genovesa de la Girolata despuntando en el horizonte. Los golfos, junto a las calanques de Piana y la Reserva Natural de Scandola forman parte del Patrimonio Mundial de la Unesco.

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BOCAS DE KOTOR (MONTENEGRO)

El mayor tesoro natural de Montenegro y de la costa dálmata recuerda a los fiordos noruegos por esas «bocas» que impresionan por su altura y belleza y esconden en su fondo a la ciudad medieval que le da nombre. El mejor modo de descubrir la bahía es subirse a una de las barcazas turísticas que parten de la romántica Perast y llevan a las dos curiosas y minúsculas islas de Gospa od Skrpjela y Sveti Djordje que la decoran. Los pueblos marineros, las playas y los miradores que se asoman a ella hacen de la bahía de Kotor un destino ideal en el Mediterráneo.

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BAHÍA DEL MONTE SAINT-MICHEL (FRANCIA)

Fue este entorno espectacular donde tienen lugar las mareas más fuertes de Europa lo que determinó que en la Edad Media los monjes eligieran el islote rocoso situado en la misma bahía para construir en él una gran abadía gótica. Lo más insólito es que durante unas horas al día, el monte se convierte en una isla. El paseo por las murallas, torres y bastiones de esta fortificación regala las mejores perspectivas de esta bahía en pleno Atlántico.

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BAHÍA DE SETÚBAL (PORTUGAL)

Una sierra litoral bordeada de playas de arena blanca y un mar color esmeralda enmarcan esta bahía portuguesa a la que se asoma la ciudad de Setúbal y junto al estuario del río Sado, que es reserva natural. Separada del océano por la península arenosa de Troia, en este paraíso natural habitan más de 200 especies de aves de manera permanente o estacional, pero también una nutrida colonia estable de delfines mulares, algo insólito en una bahía portuaria europea. Nadie quiere perderse la experiencia de tomar un barco y salir a avistarlos, pues se dejan ver con facilidad.

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GOLFO DE MORBIHAN-BAHÍA DE QUIBERON (FRANCIA)

Delimitada por la península de Quiberon, los bajíos de Beniguet y las islas de Houat y Hoëdic, esta bahía de la Bretaña francesa es uno de los principales lugares de celebración de regatas del país. Resguardada de los vientos, en ella se reúnen hasta cuarenta islas salpicadas por las aguas azules del Atlántico, entre ellas la mayor, Belle-Île-en-Mer. La Grande Plage de Quiberon, Saint-Pierre-Quiberon, los menhires de Carnac, el encanto medieval de Auray o el islote rocoso de Saint-Cado son solo algunos de sus lugares de interés.

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BAHÍA DEL POUILIGUEN O DE LA BAULE (FRANCIA)

De forma casi ovalada, esta bahía próxima al estuario del Loira es conocida, especialmente, por su playa, la de la Baule, un semicírculo abierto al océano y una de las más largas de Europa. Limita al oeste con la punta de Penchâteau, en la ciudad de Pouliguen, y la de Bec, en Pornichet. Un lugar perfecto para iniciarse en los deportes náuticos, pasear por sus senderos costeros entre pinos o alojarse en sus casas históricas o en sus prestigiosos hoteles.

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BAHÍA DE BANTRY (IRLANDA)

Bañada por el Atlántico, esta amplia bahía natural en el condado de Cork, al suroeste de Irlanda, se extiende a lo largo de 35 kilómetros. Le da nombre la localidad costera de Brandy, deliciosa por sus casas de colores alineadas, sus plazas engalanadas de flores y sus iglesias de piedra negra típicamente irlandesa. Frente a ella está la gran isla de Whiddy, a la que se puede llegar en barco y asomadas a la bahía también otras ciudades y pueblos importantes: Adrigole, Ballylickey, Cahermore, Cappanolsha, Castletownbere (Castletown Bearhaven), Curryglass, Foilakill, Gerahies y Glengarriff, que aúnan monumentalidad y espléndidos paisajes.

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BAHÍA DEL SOMME (FRANCIA)

Un paraíso para las aves, así es esta bahía de la región de Picardía a la que da nombre el río Somme, que desemboca en el canal de la Mancha. En el mayor estuario del norte de Francia encontramos enormes extensiones de dunas, marismas y prados salados, donde se refugían numerosas especies. El parque ornitológico de Marquenterre y la Casa de la Bahía de Somme y del Pájaro, en Lanchères y el Festival de las Aves y de la Naturaleza de Abbeville descubren este remanso de paz. También el trenecito a vapor que enlaza Le Crotoy con Cayeux-sur-Mer.

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BAHÍA DE SANTANDER

Es el mayor estuario de la costa norte de España y a ella se vuelca la capital cántabra. La ensenada del Sardinero es la entrada a la bahía y El Puntal, la larga barrera arenosa y de dunas que protege sus tranquilas aguas. Los paseos a sus orillas, sus playas e islas y su riqueza natural y marina hacen de ella un lugar de belleza excepcional. Desde el embarcadero situado frente al paseo de Pereda de Santander sale un servicio regular de barquitos que realizan excursiones marítimas por este entorno, unas llevan hasta Pedreña, Somo y El Puntal para comer allí, al otro lado de la bahía, otras a Cabo Mayor o a la isla de Mouro.

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GOLFO DE ROSES

Tres parques naturales a sus orillas, las ruinas de Empúries, más de 45 kilómetros de playas, calas de aguas tranquilas, canales navegables, deportes náuticos…, con estos ingredientes es fácil entender por qué esa gran y luminosa curva que es la bahía de Roses, entre la península del Cap de Creus y el macizo de Montgrí, en el Alto Ampurdán, forma parte del club de las bahías más bellas del mundo avaladas por la Unesco. L’Escala, Castelló de Ampurias, San Pere Pescador y Roses toman asiento en este entorno.

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