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LA MACETA, EL HIERRO

El valle de El Golfo cuenta con varias piscinas naturales donde podemos bañarnos tranquilamente, como los charcos de La Maceta, protegidos del oleaje y con diferentes dimensiones. El mar bravío queda al lado, pero sumergirse en él no supone ningún peligro. Alrededor, una amplia zona habilitada para tomar el sol y dotada con zonas de pícnic y escaleras con barandas de metal que descienden a sus aguas.

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PISCINA MARINA TAPIA DE CASARIEGO, ASTURIAS

Al lado del paseo marítimo de Tapia, aprovechando la antigua cetárea, una especie de vivero de especies marinas comunicado con el mar, se construyó esta piscina de agua salada donde tomar el sol o bañarse con todas las comodidades, pues está rodeada de madera.

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POZAS DEL RÍO XALLAS, A CORUÑA

Lo que hace especial a la cascada de Ézaro, en la Costa da Morte, es que es la única de Europa que desemboca en el mar. El espectáculo tiene lugar en el concello de Dumbría, y lo ofrecen las aguas del río Xallas al precipitarse en el entorno del monte Pindo desde 40 metros de altura. Más mágico aún es ver la cascada iluminada durante la época estival, y por supuesto, bañarse en las pozas naturales que el río va formando a su paso antes de ir a parar al océano.

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LA FAJANA, LA PALMA

Tres charcos protegidos del oleaje, uno junto a otro y con todos los servicios. Lo descubrimos en Barlovento, en el noroeste de la isla, donde podemos pasar el día saltando de una piscina natural a otra y disfrutando del reactivador océano sin nada que temer. Además del baño, el complejo cuenta con zona de solárium, duchas, aparcamiento y restaurante.

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EL CHARCO AZUL, EL HIERRO

Aunque parezca mentira, este enclave virgen de El Golfo no lo diseñó César Manrique, sino la propia naturaleza y la fuerza de los volcanes. Es una de las zonas de baño más espectaculares de la menor de las Canarias, un compendio de las múltiples formas que dejó la lava y que regala placenteros baños en sus aguas turquesas protegidas por un roquete del imponente océano.

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GULPIYURI, ASTURIAS

En realidad, este prodigio geológico de Naves, en la costa asturiana, es una playa, pero lo insólito es que está ¡a 100 metros del mar! Así que la consideramos una piscina natural diferente. No hay otra igual en España. Rodeada de verdes prados, el mar no se ve desde ella, porque se encuentra en una hondanada, pero cuando sube la marea, las aguas de esta torca o dolina de forma semicircular se filtran a través de las rocas rellenando la poza cristalina.

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CHARCO DE LA LAJA, TENERIFE

En la costa tinerfeña encontramos numerosos charcos naturales que se han ido formando por las erupciones volcánicas, pero uno de los más singulares de la zona norte es este que se localiza al final de una de las calles del casco antiguo de San Juan de la Rambla. Perfecto para bañarse en las aguas más tranquilas del océano y conectar con la naturaleza.

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LOS CHARCONES, LANZAROTE

No lejos de la turística Playa Blanca y del faro de Pechiguera, estas piscinas naturales de agua de mar son todavía un tesoro poco conocido en la costa suroeste de la isla, a los que se llega caminando tras un paseo de un par de kilómetros. El oceáno Atlántico bate con fuerza ahí al lado, pero en los charchones la calma es absoluta. Resultado de las caprichosas formas orográficas de la lava se han ido creado estas piscinas de distintos tamaños, profundidades y colores, que animan a un baño relajante en sus aguas.

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PISCINAS DE MUTRIKU, GUIPÚZCOA

El capricho de la marea llena las dos piscinas naturales de Mutriku, situadas junto a la playa de arena de la localidad y las únicas de la costa guipuzcoana. Por eso, cuando esta sube renueva el agua y cuando baja un muro impide que se vacíen. Abiertas y gratuitas, cuentan con todo tipo de instalaciones y por sus dimensiones olímpicas, en ellas se realizan deportes como natación, waterpolo o bautismos de buceo.

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EL AGUJERO, GÁLDAR, GRAN CANARIA

Además de un pueblo y una playa con el mismo nombre, el municipio de Gáldar, en el norte de la mayor de las islas Canarias, cuenta con las piscinas naturales de agua de mar de El Agujero. La playa atrae a los aficionados al surf y al bodyboard por su fuerte oleaje, pero las piscinas a aquellos que buscan un baño sin sobresaltos en el océano. Después se puede descubrir la famosa Cueva Pintada de Gáldar, una oquedad que descubre un poblado prehispánico y colonial.

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