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Cuando el ingenioso hidalgo dijo aquello de «el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho», sabía bien de lo que hablaba. Por ello, nada como salir y caminar por Alcázar de San Juan, Argamasilla de Alba, Campo de Criptana y El Toboso, las cuatro localidades que forman el País del Quijote (paisdelquijote.es). Entre Ciudad Real y Toledo, esta ruta va desvelando lo más inesperado que guardan estas tierras: vergeles y espacios verdes donde el agua es el común denominador.
 

DESCUBRIR EL MAR MUERTO MANCHEGO (¡Y HUELLAS DE OVNIS!)

Vista de lejos, la Reserva Natural Laguna de Salicor, en Campo de Criptana (en la imagen), parece un circuito de carreras, pero aquí, en vez de asfalto, es el agua el que dibuja las curvas y crea pequeñas islas. Además de su peculiar fisonomía, otra curiosidad es su similitud con el Mar Muerto, pues se dice que el contenido en sal de estas aguas es similar al de él y diez veces superior al Mediterráneo. Con el añadido de que la riqueza de una vegetación singular, como la salicornia, les confiere un color peculiar. Grullas, avutardas, aguiluchos carniceros, sisones y gangas, dominadas por el halcón peregrino han hecho de este espacio protegido su hábitat, convirtiéndola en el lugar ideal para los amantes del turismo ornitológico.
 

A la laguna se puede acceder en coche, pero más recomendable es a pie o en bici por una ruta de 10 kilómetros que parte desde Campo de Criptana. Otro itinerario muy interesante es la llamanda senda de los Cantareros, que discurre entre campos de viñedos y en la que se pueden encontrar algunas losas con marcas esgrafiadas, consideradas petroglifos prehistóricos. Hay quien dice que más bien son restos de ovnis.

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PASEAR ENTRE FLAMENCOS EN LAS LAGUNAS DE ALCÁZAR DE SAN JUAN

Adentrarse en ese exuberante paraíso de 700 hectáreas de naturaleza desbordante que son las lagunas es una invitación a descubrir una imagen de postal, con los flamencos sobre la laguna. Dos son las rutas más recomendables: la de la laguna de la Veguilla es un itinerario de 3,5 kilómetros, en el que se pueden avistar especies como el escribano palustre, un pequeño pájaro del que solo quedan 400 parejas en España, o el pato malvasía cabeciblanca, también en peligro de extinción, entre otras rarezas. La senda lleva hasta un centro de interpretación donde se puede descubrir en profundidad la dinámica del humedal. La segunda ruta, de 12 kilómetros, se puede hacer tanto a pie como en bicicleta, y nos lleva directamente a los flamencos bordeando las otras dos lagunas: la de Camino de Villafranca y la de la Yeguas.
 

También buena idea partiendo de Alcázar de San Juan es hacer una ruta en bicicleta por las Tablas del Záncara, uno de los humedales más importantes de La Mancha. El recorrido, de 23 kilómetros y 5 horas, va descubriendo una vegetación de gran interés botánico y una gran diversidad de aves.

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LOS OTROS MOLINOS DE LA MANCHA, LOS DE AGUA

La historia de Argamasilla de Alba está estrechamente vinculada a su río, el Guadiana. Una gratísima compañía que ofrece agradables paseos para hacer a pie, en bicicleta o a caballo mientras se va descubriendo el patrimonio histórico de La Mancha. Siguiendo el curso del río hallaremos, por ejemplo, los molinos hidráulicos de San Juan o de La Parra, testigo de la importancia que tuvieron en el siglo XIII para la producción harinera, y que hicieron de esta una tierra de molinos de agua (además de los de viento). O descubriremos las motillas, el sistema de captación de agua subterránea más antiguo en la península ibérica, con dos buenos ejemplos: la motilla del Retamar y la de Santa María.
 

También singular es el castillo de Peñarroya (en la imagen), con su imponente figura irguiéndose sobre el embalse. Se trata de una fortaleza cristiana construida en el siglo XIII por la Orden de San Juan para el control de esta parte del territorio y hoy es una de las entradas del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera.
 

Del castillo parten varias rutas de senderismo, con diferentes niveles de dificultad, disponibles en el centro de interpretación ubicado junto a Peñarroya. Una de ellas es una senda ecológica o interpretativa (6 kilómetros ida y vuelta), que discurre por el margen derecho del embalse, con varias paradas temáticas, como la que descubre ese tesoro herbáceo de la zona que es el esparto. Y más larga (9,5 kilómetros) la que sigue el Camino Natural del Guadiana hasta la Mesa de la Parra, y de ahí, hasta la Cañá Morena.

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POR LA RUTA DE LOS POZOS DE AGUA DE EL TOBOSO

Se trata de un recorrido de 8,7 kilómetros por estas típicas construcciones que son los pozos de agua, muchas del siglo XVI, creados precisamente por la necesidad de almacenar agua en tierras manchegas y hoy declarados de interés patrimonial.
 

La ruta consta de ocho paradas, tres en el núcleo urbano y cinco que se alejan de él para adentrarse por caminos que hablan de las tradiciones y antepasados de la patria de Dulcinea, como el Pozo de la Virgen, que se encuentra en un campo de olivar frente al convento de los Agustinos; el de la Hilandera, al lado de lo que habría sido una taller de hilanderas o el de Arriba, en la zona más alta del cerro, donde se ubicarían antiguamente dos de los molinos de viento de El Toboso.

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