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CARTAGENA

Pocas ciudades españolas bañadas por el Mediterráneo han sido tan loadas y deseadas como Cartagena, una ciudad con 2500 años de historia a sus espaldas que hoy se muestra una vez más renovada, con mucho por descubrir. Para viajar en el tiempo lugares como el Teatro romano, la muralla púnica, las termas del barrio del foro o el vanguardista Museo Nacional de Arqueología Submarina, en el puerto, donde podemos admirar una reproducción de un barco fenicio.

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BONIFACIO

Un capricho rocoso esculpido por el mar desde la noche de los tiempos. Así es esta pintoresca ciudad de Córcega. En el alto de los majestuosos acantilados a los que se asoma, los gruesos muros de su fortificación siguen dando testimonio de las innumerables historias bélicas vividas por esta encantadora villa que primero fue pisana, después genovesa y finalmente francesa.

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DUBROVNIK

Abierta al mar, la antigua Ragusa romana es una ciudad medieval llena de encanto, entretejida de piedra y con más de mil años de historia tras sus murallas. Recorrer el casco histórico, Patrimonio de la Humanidad, es como viajar en el tiempo, adornado de palacios, cúpulas, conventos y callejuelas llenas de encanto. Toda de mármol es la principal Stradun Placa, que conduce hasta la Torre del Reloj, una fantástica fusión del comercio, el ocio y la fe que pasa por ser una de las más bonitas de Europa. Pero además están las callejuelas estrechas que la cortan con sus plantas sobre la escalera y su ropa tendida; la Ulica Zudioska o judería, la iglesia de San Blas, el palacio Sponza…

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CAGLIARI

La capital de Cerdeña esconde en su ciudadela un rico y amplio patrimonio arquitectónico heredado de los diferentes pueblos que han dejado su huella en ella: fenicios, cartagineses, romanos, árabes, genoveses, pisanos… y españoles, ¡durante 400 años! En su parte alta descubrimos sus monumentos más importantes, empezando por la catedral –con el santuario de los mártires como joya–, y continuando por el Museo Arqueológico, con su colección de gigantescas esculturas pétreas. Mientras que a sus puertas lo que sorprende es la colonia de 20.000 parejas de flamencos que anidan en el Parque Natural Molentargius-Saline, junto a muchas otras aves.

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CAPRI

A esta preciosa islita italiana el regusto elitista le viene de lejos, ya Octavio Augusto la bautizó como la isla del «dolce far niente», y en los siglos XVIII comenzó a recibir un buen reguero de aristócratas, intelectuales y artistas, pero fue en los 50 del siglo pasado cuando se catapultó como refugio de estrellas del cine. En sus tres kilómetros de ancho por seis de largo hay espacio para villas privadas escondidas entre los arrecifes y las flores, boutiques de lujo reunidas en la vía Camerelle, miradores con panorámicas espectaculares, los Jardines de Augusto, el terraplén de la vía Krupp que lleva al puertito pesquero o la Marina Grande, donde tomar una barca para circunvalar la isla entera y admirar los destellos de su famosísima Gruta Azul.

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IBIZA

El recinto amurallado de Dalt Vila es una de las ciudadelas más hermosas del Mediterráneo, con un animado ambiente estival y rincones con mucho encanto. En una colina a la que se accede por el monumental Portal de ses Taules, el núcleo histórico con sus estrechas y empedradas calles y sus numerosas plazas, no solo marca el bello perfil de la ciudad de Ibiza, también es un libro abierto sobre su historia. A la sombra de las murallas, hacia el puerto, quedan los barrios de la Marina y Sa Penya. Más allá esperan sus playas de Talamanca, Ses Figueretes, Es Viver y d’en Bossa.

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LA VALETA

La fortificada capital de Malta, en la punta de la península del monte Sceberras, guarda entre sus muros una larga historia. Palacios, templos y jardines de aires renacentistas y barrocos adornan su cuadrícula urbana de calles estrechas y empinadas desde las que se contempla el Mediterráneo. La fortaleza de San Elmo, la concatedral de San Juan, el Museo Arqueológico Nacional y el Gran Puerto son los principales enclaves de esta ciudad Patrimonio de la Humanidad.

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POSITANO

«Positano es un lugar de ensueño que no parece real mientras se está allí, pero que se hace real en la nostalgia cuando te has ido». Así describía el novelista norteamericano John Steinbeck en 1953 esta exquisita villa italiana de la Costa Amalfitana declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco que conserva décadas después su misma esencia. Uno de sus encantos es su ubicación, encajonada entre el mar y la montaña y colgada del acantilado, con sus empinadas y empedradas calles con escalinatas sombreadas por higueras y sus antiguas casas de pescadores reconvertidas en mansiones y hoteles de lujo. A la que fue meca de la dolce vita se llega por la Strada Statale 163, que recorre uno de los tramos costeros más soberbios de la Europa mediterránea.

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SIRACUSA

En la Antigua Grecia, Siracusa fue un importante centro cultural y así es fácil de entender que cuente con uno de los patrimonios arqueológicos más ricos de Sicilia. Su parte más antigua es la península de la Ortigia, donde los corintios fundaron la ciudad. Pero para seguir explorando, el parque arqueológico de Neápolis, con su anfiteatro romano, el teatro griego más antiguo de la isla o las latomías (canteras de piedra), donde en época griega los esclavos extraían los bloques de piedra caliza para la construcción de edificios y murallas.

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