Pocas faenas hay más grandes que la de que te pierdan la maleta cuando inicias un viaje. No te faltan la ilusión y las ganas de iniciar una nueva aventura, de conocer un destino apasionante, de acumular buenos momentos y recuerdos en la memoria. Pero, de repente, y antes de que ni tan siquiera te dé tiempo a saborear las vacaciones, ¡chas!, te encuentras mirando con desesperación la cinta transportadora en el aeropuerto haciéndote a la idea de que tu equipaje, simplemente, no está. Quizás se quedó en el país de escala. O, peor aún, ni tan siquiera salió de tu ciudad de destino.
¿La recuperarás en unas horas? ¿En un par de días? ¿O cuando ya estés de vuelta en casa? Eso nadie lo sabe con certeza. Lo que sí es seguro es que, para sobrellevar mejor el mal rato, agradecerás estos consejos que te vamos a dar. ¡Y que nada te estropee el viaje!
1. Maletas siempre localizadas
Adelantarse a los hechos es de sabios, ya te lo decimos nosotros. Y una manera muy práctica y eficiente de hacerlo, es haciéndote con un dispositivo localizador que puedas dejar en el interior la maleta. De esta manera, tan pronto como te bajes del avión en tu destino —y te puedas conectar a internet—, podrás comprobar dónde se halla tu equipaje en ese momento: si no ha volado contigo y se halla en algún otro aeropuerto del mundo, lo sabrás al instante.
Algo que también debes de tener muy en cuenta, aunque pueda parecer obvio, es etiquetar la maleta bien visible con tu nombre, teléfono y email. Y ya que estamos, huye de las maletas negras clónicas: dale vidilla al equipaje añadiéndole un lazo de color, una funda llamativa o una pegatina identificable que pueda marcar la diferencia cuando decenas de equipajes iguales dan vueltas en la cinta. Cuanto más reconocible sea tu maleta, más fácil será localizarla.
2. Prepara el equipaje de mano a conciencia
Este consejo es casi una regla de oro del viajero experimentado: llevar una muda completa —¡o dos!— en la maleta de cabina, con ropa interior incluida, puede salvarte el viaje si tu equipaje decide tomarse unas vacaciones extra. Añade también, ya que estás, un neceser básico con lo imprescindible y, si el destino lo requiere, un bañador, unas chanclas o algo de abrigo. Ninguno de los complementos ocupa tanto y —¡el que avisa, no es traidor!— puede marcar la diferencia entre un inicio de viaje incómodo… o uno perfectamente salvado. Si tu maleta se retrasa, al menos podrás cambiarte, ducharte y salir a explorar el destino con cierta normalidad. Algo especialmente importante, sobre todo, en viajes largos, vuelos nocturnos o destinos donde llegarás cansado y lo último que te apetece es salir de compras de emergencia nada más aterrizar.
No olvides incluir, por cierto, todos los accesorios tecnológicos, baterías y cargadores de tus gadgets viajeros, e incluso ese elemento indispensable —llámale plancha del pelo, secador, o máquina de afeitar— que te harán la vida más fácil en el destino. Ya sabes: viajero precavido, vale por dos.
3. Cúbrete las espaldas: compra siempre vuelos con escalas amplias
Si tu viaje de ida incluye conexiones, sobre todo si cambias de aerolínea o de terminal, intenta que siempre haya suficientes horas entre vuelos. Las escalas ajustadas son el enemigo número uno del equipaje facturado: tú eres capaz de correr, cual gacela, por el aeropuerto, pero tu maleta no siempre lo consigue.
Cuanto mayor sea el margen, más probabilidades hay de que todo —tú y tus pertenencias— lleguéis juntos al destino final. Este detalle es especialmente importante cuando se trata de vuelos internacionales o en épocas de alta demanda, como Navidad o verano. Más vale pasar unas horitas de más explorando las tiendas del aeropuerto de escala, o tomándote los cafés necesarios, que viviendo el estrés de que la maleta no llegue al enlace.
4. Si debes hacer compras, guarda todos los recibos
Nos ponemos en lo peor: tu maleta, definitivamente, no ha llegado a su destino final. Es decir: no te queda más remedio que ir de compras improvisadas para recomponer, en lo posible, tu equipaje. Contamos con que habrás sido precavido —y si no, ¡aquí va otro consejo!— y que estarás viajando con un seguro de viaje contratado que se haga cargo ante cualquier contratiempo inesperado de este tipo: muchas pólizas cubren los gastos básicos derivados de la pérdida o retraso del equipaje, desde ropa a artículos de higiene o, incluso, a veces, te dan algún tipo de compensación económica por las molestias sufridas.
Sea como sea, para recuperar esa inversión extra, necesitarás guardar religiosamente todos los justificantes de cada compra, así que conserva cada ticket como si te fuera la vida en ello. Cuando los retrasos son excesivos, no solo los seguros: también las aerolíneas suelen hacerse cargo de esos gastos extras que surgen del problema.
5. Anota bien: respira hondo y tómatelo con filosofía
Es fácil decirlo, y más difícil hacerlo, pero la actitud también cuenta. Enfadarte no hará que la maleta aparezca antes, pero sí puede estropearte los primeros días del viaje si te centras únicamente en recrearte en la mala suerte que has tenido. Así que intenta verlo como lo que es: un contratiempo molesto, pero puntual. Aprovecha para improvisar, comprar alguna prenda nueva —siempre es buen plan ir de compras por negocios locales, viviendo el lado más cotidiano del destino— o redescubrir el lugar desde otro ángulo. Normalmente la maleta acaba llegando en algún momento… y cuando lo hace, el viaje sigue. Además, si no es así, al menos, tendrás una anécdota más que contar a la vuelta. Porque viajar también es aprender a adaptarse... ¡Incluso cuando el equipaje decide ir por libre!







