El año pasado, obtuvo el Premio al Desarrollo Turístico Rural por sus propuestas innovadoras, como las de sus famosos campos de lavanda, que cada verano atraen a miles de visitantes y su famoso Festival de la Lavanda. Y este año, por votación popular, Brihuega se ha alzado con el máximo reconocimiento: el Premio Pueblo Mágico del Año 2026, tomando el testigo de la localidad de Cabra, en Córdoba. Un galardón que se hará entrega en la próxima edición de la Feria Internacional de Turismo (FITUR), a finales del mes de enero.
¿Qué reconoce un premio tan especial? La apuesta por la sostenibilidad, el cuidado del patrimonio y la proyección internacional. Según la asociación de Pueblos Mágicos, “Brihuega ha sabido transformar su identidad agrícola y su entorno natural en una experiencia turística de primer nivel, respetuosa con el medio y con la comunidad local. Las calles empedradas, la muralla medieval y sus jardines históricos acompañan una oferta cultural en continuo crecimiento”. Y añade: “Este galardón premia a una villa que ha logrado unir tradición, belleza y modernidad, situándola como referente en la gestión turística y ejemplo de cómo un pueblo puede emocionar a miles de visitantes sin perder su autenticidad”.
A poco más de una hora de Madrid, en el frondoso valle del río Tajuña, y conocido como ‘el jardín de la Alcarria’, Brihuega tiene muchos motivos para una escapada, el que ya es vox populi, es la floración de la lavanda en sus campos a mediados del mes de julio, que tiñe de morado un paisaje que poco tiene que envidiar a la Provenza francesa. Con cerca de 1000 hectáreas, el municipio es, además, uno de los productores mundiales más grandes de esta planta. Visto el interés que despertaba la floración, hace 10 años nació el Festival de la Lavanda (festivaldelalavanda.com), un evento donde la música y la naturaleza se funden al atardecer. Durante esos días, toda la localidad se transforma: se decoran las calles y comercios, se organizan visitas guiadas a los campos, experiencias sensoriales e incluso un Mercado de la Lavanda.
El resto del año, Brihuega es un pueblo tranquilo, que puede presumir de ser conjunto histórico. Posee la estructura típica de los pueblos de la Alcarria: calles estrechas y sinuosas protegidas por aleros, balcones y arquillos que comunican calles entre sí, y conserva algunos soportales. Tiene numerosos edificios históricos de interés, pero el más singular es la Real Fábrica de Paños, que llegó a acoger casi un centenar de telares. Junto a ella están los románticos jardines de estilo francés que Camilo José Cela en su Viaje a la Alcarria dijo que eran “para morir de amor”. Hoy, el conjunto acoge el primer cinco estrellas de la provincia, un verdadero refugio para hedonistas bajo la marca Cartilla Termal que está revolucionando la zona.
El Parque de María Cristina, en el centro del pueblo, es un buen de partida para empezar a descubrir Brihuega. A poco que se ponga uno a andar, da con la iglesia de San Felipe, la más bella del pueblo. Un poco más adelante, en la plaza de los Herradores, junto al antiguo lavadero, está la fuente de los Doce Caños, de cuyos surtidores el agua mana de día y de noche, muestra de que el agua es uno de los grandes tesoros del pueblo.
Tomando la calle Torija empieza un paseo muy agradable, pegado a la imponente muralla de piedra caliza que protegió a la villa durante más de cinco siglos. Llegó a alcanzar unos 1750 metros de longitud y contó con cinco puertas, como la de la Cadena o el Arco de Cozagón, que da acceso al cogollo monumental situado al sur.
Muy cerca de la plaza de toros, que recuerda la larga tradición taurina de la localidad, está la antigua casa del Colegio de Gramáticos, que más tarde compró el reportero Manu Leguineche. Llegó al pueblo por su afición a la caza y acabó quedándose, enamorado de la calma y del encanto de este rincón que hoy sigue recordando su presencia. Justo enfrente se encuentra el convento de San José, donde ahora se pueden visitar el Museo de Historia de Brihuega y el primer Museo Mundial de Miniaturas.
En este mismo entorno amurallado se encuentran otros dos imprescindibles: la iglesia cisterciense de Santa María de la Peña, que guarda la talla románica de la patrona, y, a su lado, el castillo de la Piedra Bermeja, cuyo patio central esconde un precioso cementerio romántico. Para entrar en la capilla mudéjar y en la sala noble restauradas hay que pagar una pequeña entrada, pero realmente merece la pena: la visita termina en una terraza con una de las mejores vistas del pueblo y de la vega del Tajuña.
Saliendo por la Puerta de la Guía, los pasos llevan hacia la plaza del Coso, donde se encuentra el edificio de la Real Cárcel de Carlos III, hoy oficina de turismo, y las cuevas árabes, un laberinto de galerías y túneles que recorren todo el subsuelo del pueblo. No acaban aquí las paradas en el entramado urbano, también están el antiguo convento de las Jerónimas, la iglesia de San Simón –singular por su arquitectura mudéjar–, la iglesia de San Miguel...
LOS OTROS PUEBLOS CON PREMIO
- Campo de Criptana (Ciudad Real): Premio al Desarrollo Turístico Rural
Escalona (Toledo): Premio a la puesta en valor del Patrimonio- Salar (Granada) y Almedinilla (Córdoba): Premio a la Realización de Eventos Culturales Singulares
- Orcera (Jaén): Reconocimiento a la Promoción de Productos Locales
- Vilaller (Lleida): Reconocimiento a la Gestión de Espacios Naturales
- Utrera (Sevilla): Reconocimiento a la Cooperación Público-Privada
- La Calahorra y su castillo (Granada): Premio Monumento Mágico
- Ayerbe (Huesca): Reconocimiento a la Gestión y Difusión del Turismo
- Frómista (Palencia): Reconocimiento al Mantenimiento de las Tradiciones
- Cómpeta (Málaga): Reconocimiento al Turismo Activo
- Puebla de Don Fadrique: Reconocimiento al Turismo Gastronómico
- Vícar (Almería): Reconocimiento al Comercio Tradicional














