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Así es el tren de Dovre, la línea de ferrocarril que recorre los paisajes más bellos y espectaculares de Noruega


Picos y valles, renos y bueyes almizcleros, granjas históricas y huellas vikingas (y olímpicas) hacen de este tren uno de los recorridos paisajísticos más bellos del país, conectando dos ciudades como Oslo y Trondheim


Image© Alamy Stock Photo
28 de octubre de 2025 - 7:30 CET

Sin tan siquiera salir del aeropuerto de Oslo es posible embarcarse en uno de los mejores viajes en tren que recorren Noruega. No es ningún secreto que los paisajes de este país nórdico enamoran a cualquier admirador de la naturaleza, pero quizá sí que lo sea que una de las mejores formas de conocerlos es con su red de trenes de pasajeros que se convierten, a sabiendas pero sin pretenderlo, en una atracción donde sumergirse lentamente en la belleza de sus escenarios cambiantes.

Tren de Dovre en Noruega© Fredrik Ahlsen - Maverix
Buey almizclero en la montaña de Dovre, Noruega© Sven-Erik Knoff - Visit Norway

En su red de ferrocarril, Noruega cuenta con el Tren de Dovre, que conecta Oslo con la ciudad de Trondheim, famosa por ser la tumba del primer rey vikingo que se convirtió al cristianismo, Olaf Tryggvason. Su curiosa y espiritual historia convirtió la Catedral de Nidaros donde descansa en un lugar de peregrinaje, y uno de los puntos donde comienza este particular Camino de Santiago es en la capital del país. 

No es de extrañar, entonces, que el recorrido de este tren vaya en paralelo a este durante gran parte del camino. Sin embargo, aunque la visión de peregrinos caminando no sea habitual, estos y los pasajeros del tren tienen en común la posibilidad de empaparse de la riqueza natural del trayecto, que dura siete horas y que tiene una frecuencia de cuatro veces al día, pudiendo hacerse también de noche, aunque implique perderse las increíbles panorámicas. 

Tren de Dovre en Noruega© Fredrik Ahlsen Maverix

Un espectáculo continuo

Conectando Oslo y Trondheim, ubicada en uno de los fiordos más espectaculares de Noruega, el Tren de Dovre no es solo un medio de transporte, sino también una ventana en movimiento al espectacular entorno salpicado de valles frondosos, imponentes mesetas y pintorescos pueblos. Lo más importante es hacerse con un asiento junto a la ventana o, si no se tiene esa suerte, pasar largos ratos en el vagón restaurante donde las grandes cristaleras permiten una visión única.

A lo largo del trayecto existen varios tramos y paradas que el viajero no puede perderse. De hecho, la frecuencia de trenes también permite no solo bajarse y disfrutar de los enclaves durante unas horas para subirse al próximo convoy, sino también pasar un día en algunos de ellos para retomar el viaje al día siguiente. Partiendo de la estación central de Oslo o incluso antes, desde el aeropuerto, el paisaje de Noruega hace su primera aparición en el lago Mjøsa, el más grande del país, que el tren rodea entre granjas y paisajes agrícolas.

Safari en la montaña de Dovre© Lene Pedersen - Dovre & Lesja Aktiv

A medida que avanza hacia el norte, se adentra en el famoso valle de Gudbrandsdalen, donde las cimas montañosas se imponen sobre el río Gudbrandsdalslågen, discurriendo entre densos bosques, un paisaje que llegó a inspirar a artistas y escritores durante el Romanticismo Nacional, como la Premio Nobel de Literatura Sigrid Undset, el famoso dramaturgo Henrik Ibsen o el pintor Johan Christian Dahl. Más adelante, la meseta montañosa de Dovrefjell cambia por completo lo que se muestra a través de la ventana, un área protegida como parque nacional, hogar de una población de bueyes almizcleros en libertad que, con un poco de suerte, se dejarán ver desde la comodidad del asiento del tren.

Hamar, museo Vikingskipet pabellón construido para los Juegos Olímpicos de 1994© Alamy Stock Photo

Paradas imprescindibles

Hamar, a orillas del lago

Poco después de dejar atrás Oslo se llega a la orilla de Mjøsa, donde espera una mezcla de historia medieval y arquitectura audaz. El punto de interés más icónico de la localidad es, sin duda, el museo Domkirkeodden, en las ruinas de una catedral medieval del siglo XIV protegidas por una espectacular estructura de vidrio. El museo también incluye 60 edificios antiguos que muestran la vida en la región desde la época vikinga, una cultura que se deja ver, además, en Vikingskipet, el pabellón construido para los Juegos Olímpicos de 1994 que imita el casco de un barco vikingo, una maravilla de la arquitectura moderna. Antes de dejar esta parada, también vale la pena acercarse al Norsk Jernbanemuseum, el museo nacional del ferrocarril, donde conocer la historia ferroviaria del país. 

Lillehammer, impresionante trampolín de salto de esquí de Lysgårdsbakkene© Alamy Stock Photo

Lillehammer, espíritu olímpico

Conocida como la sede de los mejores juegos olímpicos de invierno de la historia, esta ciudad vibrante también mantiene el legado de aquel 1994 que punteó la arquitectura del país. El Parque Olímpico sigue mostrando las instalaciones de aquel entonces, como el impresionante trampolín de salto de esquí de Lysgårdsbakkene, que se admira mucho mejor desde lo alto de la cima, a la que se sube en telesilla y que permite ver también la localidad y el lago. Siguiendo la estela del deporte se puede visitar el Museo Olímpico Noruego, dentro del estadio Håkons Hall, donde se narra la historia de los juegos desde la antigüedad.

Maihaugen, el museo al aire libre más grande de Noruega© Alamy Stock Photo

También en Lillehammer se encuentra Maihaugen, el museo al aire libre más grande del país y uno de los más impresionantes de Europa, con más de 200 edificios históricos trasladados desde varios puntos del valle de Gudbrandsdalen, incluída una iglesia de madera del siglo XII, permitiendo un viaje inmersivo a través de cinco años de historia. Y no hay que irse sin pasear por el centro de la ciudad, especialmente por la calle peatonal Storgata, repleta de edificios de madera del siglo XIX, donde tiendas, galerías y cafés crean una atmósfera de lo más hogareña.

Parque Nacional Rondane, en Noruega, durante el otoño© Autumn photography Rondane_Asgeir Helgestad - VisitNorway.com

Dombås, cruce de caminos

Aunque pequeño, este pueblo ubicado en un nudo de comunicaciones es una de las paradas más famosas del recorrido. Nudo de comunicaciones y punto donde la línea de Dovre se encuentra con una de las más increíbles de Noruega, la línea de Rauma, esta es una de las puertas de entrada a varios parques nacionales: Dovrefjell, Rondane y Dovre. Senderistas, ciclistas y esquiadores de fondo encuentran aquí un paraíso donde dar rienda suelta a su pasión por la naturaleza y el deporte. De hecho, Dombås Skiheiser es conocido por tener uno de los mejores parques de nieve de Noruega.

El Parque Nacional Rondane, el primero de Noruega, es una joya histórica y geológica al este de Dombås. Caracterizado por sus diez picos que superan los 2.000 metros de altura, está formado también por grandes mesetas, una mezcla que crea valles profundos donde habita una de las últimas poblaciones de renos salvajes del país. Entre este parque y el de Dovrefjell, el Parque Nacional de Dovre sirve como corredor ecológico crucial para conectar ambos ecosistemas, con colinas más redondeadas, extensos humedales y bosques de abedules que alberga una gran biodiversidad.

Bueyes almizcleros en el Parque Nacional de Dovrefjell-Sunndalsfjella, Noruega© Alamy Stock Photo

Kongsvoll y Hjerkinn, el reino del buey

Son dos paradas, pero ambas se encuentran en el corazón de la majestuosa meseta montañosa de Dovrefjell, a casi mil metros sobre el nivel del mar. Sus estaciones sirven como base para explorar el Parque Nacional Dovrefjell-Sunndalsfjella y hacer una de las actividades más famosas de la zona: un safari de bueyes almizcleros. Dovrefjell es uno de los pocos lugares del mundo donde se puede ver a estos imponentes animales en estado salvaje en excursiones guiadas para avistarles de forma segura.

Desde Hjerkkin, además, parte un sendero accesible de 1,5 km que lleva al galardonado pabellón de observación SNØHETTA, un edificio que ofrece una vista panorámica espectacular de la montaña homónima, cuyo pico es el más alto de la zona, y un lugar excelente y resguardado para contemplar el paisaje. Y para seguir disfrutando de la variedad de este, nada mejor que pasarse por el Jardín botánico de montaña de Kongsvoll, cerca de la estación del mismo nombre, un vergel alpino donde conocer la rara y rica flora de la región.

Paisaje de lagos y montañas en Oppdal, Noruega© Alamy Stock Photo

Oppdal, aventura alpina

Cerrado entre las montañas de Trollheimen al norte y Dovrefjell al sur, Oppdal es uno de los destinos de montaña más importantes de Noruega, con una apabullante variedad de actividades en cualquier estación del año. Sus estaciones de esquí, las más grandes del país, además de sus montañas, hacen las delicias de los amantes del esquí de fondo en invierno. En verano, estas ubicaciones se convierten en destino de primer orden para senderistas, ofreciendo paseos sencillos pero también rutas de varios días entre refugios. 

La primavera y el otoño son las mejores estaciones para practicar rafting y barranquismo en los ríos Driva y Grøvu, pues sus aguas bravas son perfectas para las actividades acuáticas y de aventura. Sin embargo, más allá del deporte, es interesante visitar el cementerio vikingo de Vang, a las afueras de Oppdal, el camposanto de la Edad de Hierro y la época vikinga más grande de Noruega, con alrededor de 900 túmulos funerarios que atestiguan la importancia histórica de la región.

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