Imagina pasear por los jardines serenos del Palacio Imperial de Tokio, entre estanques y árboles centenarios que han visto pasar siglos de emperadores; perderte entre los patios y salones del Gran Palacio de Bangkok, donde el Buda Esmeralda observa en silencio los rituales reales; o detenerte frente a los muros azul y dorado del Palacio Al Alam en Mascate, mientras la luz del atardecer transforma la fachada en un espectáculo de color y geometría. Cada rincón, cada detalle arquitectónico y cada jardín de estos palacios cuenta una historia diferente e invitar a sentirse por un momento parte de la vida de sus monarcas, y, al mismo tiempo, a descubrir la riqueza cultural de Asia a través de sus palacios reales.

PALACIO IMPERIAL DE TOKIO
Es la residencia del emperador Naruhito y un pedazo de historia en el corazón de la ciudad. Rodeado de jardines, fosos y puentes, en él se mezcla la majestuosidad imperial con la serenidad de la naturaleza. Pasear por el Higashi Gyoen –ubicado en el terreno del antiguo castillo de Edo, que fue residencia de los shogunes antes de que la familia imperial se trasladara a Tokio–, es como hacer un viaje al pasado, entre árboles centenarios y estanques tranquilos. El interior del palacio solo se puede visitar en dos fechas especiales anuales, pero los jardines y patios están abiertos todo el año y ofrecen una experiencia igual de impresionante.

PALACIO IMPERIAL DE KIOTO
Hasta 1869, cuando la capital se trasladó a Tokio, este palacio fue la residencia oficial de la familia imperial japonesa. Sus jardines tranquilos y edificios majestuosos, como el Shishin-den (salón principal) y el Seiryo-den (sala de audiencias), ofrecen un paseo fascinante por la historia y la arquitectura del país. Durante el Aoi Matsuri (15 de mayo), uno de los tres grandes festivales de Kioto, se realiza una procesión que parte del palacio y recorre los santuarios de Shimogamo y Kamigamo. Muy cerca se encuentra el Palacio Imperial de Sento, más pequeño y usado por emperadores retirados, donde las visitas guiadas gratuitas permiten descubrir los estanques, varios edificios y la casa de té Seikatei.

GRAN PALACIO DE BANGKOK
Durante siglos, este palacio ha sido el corazón de la monarquía tailandesa, fundado por el rey Rama I en 1782 como residencia oficial de los monarcas del Reino de Siam. Sus impresionantes edificios y templos, como el Wat Phra Kaew, que alberga el famoso Buda Esmeralda, muestran una mezcla única de arte, arquitectura y espiritualidad tailandesa. Aunque el rey Maha Vajiralongkorn (Rama X), que se casó por sorpresa, no vive en el Gran Palacio y reside en otros complejos como el Palacio Chitralada, el palacio sigue siendo escenario de ceremonias oficiales y festivales reales. La visita por él recorre patios, salones y jardines, admirando los intrincados detalles dorados y coloridas decoraciones que reflejan siglos de tradición y majestuosidad tailandesa.

PALACIO REAL DE PHNOM PENH, CAMBOYA
Construido en 1866 durante el reinado del rey Norodom I, el Palacio Real de Phnom Penh es la residencia oficial del actual monarca, rey Norodom Sihamoni. Este conjunto de pabellones y jardines a orillas del río Mekong deslumbra por su arquitectura de techos dorados y detalles jemer tradicionales y por sus patios y jardines. Aunque parte del complejo permanece reservado a la familia real, se pueden recorrer áreas abiertas como el Salón del Trono y la célebre Pagoda de Plata, donde se conservan tesoros budistas, incluyendo un Buda de oro macizo y otro de cristal de Baccarat.

ISTANA NEGARA, KUALA LUMPUR
Malasia es una monarquía constitucional única en el mundo, pues su rey – el sultán Ibrahim Ismail de Johor, con el título de Yang di-Pertuan Agong– es elegido entre los sultanes de los nueve estados malayos cada cinco años. En Kuala Lumpur se alza el Istana Negara, la antigua residencia real hasta 2011, hoy convertida en museo, donde se pueden recorrer salones oficiales, espacios privados y exposiciones sobre la monarquía. La actual residencia, en Jalan Duta, destaca por su majestuosa cúpula dorada y solo puede admirarse desde el exterior, cuando solo unas pocas veces al año se realiza la ceremonia del cambio de guardia.

PALACIOS REALES DE BUTÁN
La realeza y la espiritualidad se encuentran en cada rincón de los palacios de los reyes dragones. El Tashichho Dzong, en la capital Thimphu, es la residencia oficial del rey Jigme Khesar Namgyel Wangchuck y también alberga oficinas gubernamentales y ceremonias religiosas. Sus murallas blancas, techos dorados y patios amplios muestran la arquitectura tradicional butanesa en todo su esplendor. Cerca se encuentra el Palacio de Dechencholing, antiguo hogar de la familia real, todavía utilizado para recepciones y eventos oficiales. Aunque la visita turística es limitada, pasear por los alrededores y admirar su majestuosidad ofrece una experiencia única para descubrir la cultura y la monarquía del pequeño reino del Himalaya.

PALACIO AL ALAM, OMÁN
En el sureste de la península arábiga, Omán está considerado uno de los estados más estables de Oriente Medio y es un gran desconocido para el común de los viajeros. Mascaté es su capital y el lugar donde se encuentra la elegante residencia del sultán Haitham bin Tariq, que utiliza para recibir invitados oficiales y para actos de Estado. Reconstruida en 1972 sobre un emplazamiento de más de 200 años, sorprende por su fachada moderna en tonos azul y dorado, flanqueada por fuertes portugueses del siglo XVI. Aunque el interior no está abierto al público, se puede pasear por sus jardines y admirar el palacio desde la explanada principal, especialmente al atardecer, cuando la luz realza sus colores vibrantes.

ISTANA NURUL IMAN, BRUNEI
El Istana Nurul Iman, residencia oficial del sultán Hassanal Bolkiah de Brunéi, ostenta el título de palacio residencial más grande del mundo, con más de mil habitaciones y un lujo que combina la tradición islámica con el diseño contemporáneo. Inaugurado en 1984, coincidiendo con la independencia del país, este fastuoso complejo normalmente está cerrado al público, pero abre sus puertas durante la festividad del Hari Raya Aidilfitri, cuando los ciudadanos y visitantes pueden saludar al sultán y a la familia real en una tradición única de hospitalidad. Desde el exterior, rodeado de colinas verdes y con vistas al río Brunei, el palacio es un símbolo imponente de la riqueza y el esplendor de una de las monarquías más singulares de Asia.