La experiencia de dormir en un lodge flotando en el lago

En Anglet, en la costa vasco francesa y a pocos kilómetros de Biarritz, hemos encontrado estos alojamientos íntimos y con todas las comodidades rodeados de naturaleza. Solo se puede acceder a ellos en barca eléctrica.

Por hola.com

Cuando Sir Reginald Wright, un apasionado del País Vasco francés, adquirió la mansión Brindos, una de las casas más antiguas de Labort (Lapurdi, en vasco), lo convirtió en una sede de celebraciones constantes. Corrían los años 30 del siglo pasado y los invitados a ella bailaban, paseaban vestidos de Chanel por sus terrazas soleadas o navegaban a la caída de la tarde por las aguas de su lago privado contemplando el castillo.

Enmarcado en un escenario de verdor y rodeado de bosques, es el mismo lago donde hoy flotan los 10 lodges de Brindos, Lac & Château, que su propietario, Serge Blanco, jugador de rugby internacional, ha convertido en un remanso de descanso, preservando la herencia histórica del lugar pero dotándolo al mismo tiempo de modernidad, elegancia y confort. Es la última Maison del grupo francés Millésime y se encuentra en Anglet, muy próxima a la elegante Biarritz.

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Toda una experiencia resulta alojarse en sus suites flotantes, todas independientes, con todo el confort e intimidad que uno busca en plena naturaleza, con una decoración muy cuidada, llena de detalles y terrazas sobre el agua. Además, son sostenibles, dotadas de autonomía energética y a ellas solo se puede acceder en pequeñas barcas eléctricas. Nada enturbia la paz del lugar, porque el lago de Brindos es uno de los más grandes de Francia.

El lago tiene su propia leyenda, la que cuenta que una mendiga muy anciana que vivía en una cabaña de madera a sus orillas solo salía de ella cuanto las nubes se rasgaban. Entonces se sentaba junto a los rosales, murmuraba extraños conjuros y encendía con ramitas una hoguera que inquietaba a los pescadores que vivían en las inmediaciones. Uno de ellos, decidió ir a vigilarla una noche de luna llena, cuando el lago centelleaba bajo una luz fría. La anciana llegó al borde del agua, extendió sus dedos descarnados en dirección a los nenúfares y en aquel momento se realizó un prodigio: de cada nenúfar surgió una mujer bellísima vestida con velos. Primero dos mujeres, luego tres, cuatro, veinte, cien. Sobre el lago encantado y ante los ojos maravillados del pescador, escondido tras un árbol, comenzó una danza de fantasmas deslumbrantes bajo la mirada atenta de la Luna. Se dice que, desde aquella noche, el prodigio se repite una vez al año, cada 14 de septiembre, a medianoche.

Frente a este lago de ensueño está la mansión, de arquitectura de inspiración morisca y restaurada respetando su carácter patrimonial de la mano de los artesanos locales y conservando en sus diferentes estancias y habitaciones el mobiliario original, pero con añadiendo elementos de modernidad. Y sobre las aguas, dos cabinas flotantes del spa, en las que disfrutar de tratamientos exclusivos en la mayor intimidad rodeados de verdor.

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Al lago también se asoma el restaurante panorámico de Brindos, Lac & Château, donde disfrutar a la mesa de una cocina de tradición vasca pero con aires creativos. Los productos y las tradicionales locales de España y Francia están siempre presentes, como el jamón ibérico, las terrinas y pätés en croüte… Para otros momentos del día, se pueden degustar tapas originales en Le Salon, recetas veganas y sanas en La Piscine o cócteles en Le Bar.

La guinda gastronómica llega de la mano de La Chocolatería, una colaboración con el emblemático maestro chocolatero de Bayona Cazenave, donde el chocolate está presente en todas sus formas y se prepara artesanalmente delante de los huéspedes: bizcochos, galletas bañadas en chocolate, pastas, cookies y su famoso chocolate caliente espumoso, marca de la casa.