Así sabe Marbella, el referente gastronómico de la Costa del Sol

Porque más allá de sus afamados veranos elegidos por la jet set de medio mundo, de sus apetecibles playas de arena gruesa y morena, de ese maravilloso microclima o del blanco caserío de su casco histórico, Marbella lleva también, desde hace años, siendo todo un referente en el ámbito gastronómico. Te proponemos un plan: nos vamos a descubrir su cocina catando sus bares y restaurantes. Los nuevos, los revolucionarios y los de siempre nos esperan.

Por Cristina Fernández

No escatima Marbella en razones por las que convencernos de que, da igual de qué época del año se trate, siempre hay algo atractivo que hacer en ella: es lo que tiene vivir en una eterna primavera y que el sol brille fuerte en el cielo gran parte de los días del año. Pero, en esta ocasión, viajamos hasta la ciudad más popular de la Costa del Sol dispuestos a comérnosla entera. Así, como lo lees.

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Y es que resulta que Marbella lleva años siendo un referente gastronómico de primer nivel reclamada por los más prestigiosos chefs de nuestro país para plasmar su nombre en ella. Al mismo tiempo, su oferta culinaria no olvida sus raíces, y los bares y restaurantes de siempre continúan ofreciendo recetas de toda la vida. Del casco histórico a los elegantes bulevares, de la playa a las terrazas de verano, aquí va una lista de referentes que todo foodie debe conocer.

 

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EMPECEMOS POR LO CLÁSICO

Exacto: por los bares con solera, de los de toda la vida. Y para ello ponemos rumbo hasta el casco histórico marbellí, donde sus raíces árabes aún permanecen en los restos de la antigua muralla del castillo, pero también en esa esencia que emanan las callejuelas blancas que lo componen.

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Allí, en la calle Haza del Mesón, se halla La Polaca, una oda al más puro tipismo andaluz que queda reflejado tanto en sus paredes, repletas de fotos que recorren la historia de Marbella desde la década de los 50 hasta el boom turístico, como en sus propuestas gastronómicas. ¿Tras el negocio? Francis Guzmán, tabernero de toda la vida originario de la localidad malagueña de Guaro. Enamorado de Marbella desde siempre, se encarga de defender tras la barra esa Marbella clásica y de raíces que, a veces, muchos olvidan que también existe. No hay que dejar de probar sus tostas o cazuelitas, pero también su refrito malagueño o sus buñuelos.

No menos auténtico es el bar El Estrecho, que lleva desde el 54 alimentando los paladares de quienes buscan lo más auténtico. Situado en el 12 de la calle de San Lázaro, adentrarse en este tradicional bar de tapas es hacerlo en un ambiente auténtico, con sus suelos hidráulicos, sus vitrinas repletas de delicias y su barra de madera. Junto a una cerveza bien fresquita, una carta que ofrece una ensaladilla rusa de premio, una pipirrana de pulpo o unos clásicos boquerones —también hay sardinas— al limón. En la misma —y estrecha— calle que El Estrecho, solo que en el número 1, otro imperdible marbellí: La Niña del Pisto bien se hace notar con sus rejas y ribetes pintados de azul añil, sus macetas decorando los balcones y el gran azulejo con su nombre en la fachada. Dentro, la Andalucía más cañí se hace fuerte: carteles de corridas de toros, de santos, recortes de prensa y fotografías en blanco y negro, y una barra que suele estar a rebosar de fieles asiduos. Aunque cuenta con dos plantas, nada como encontrar hueco en alguna mesita de la parte inferior y pedir un par de tapas —¿unos boquerones fritos? ¿unas croquetas?— Aquí, no hay duda, todo sabrá mejor.

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Para rematar la ruta más auténtica, y sin salir del corazón de Marbella, nada como acercarse hasta el Bar Ceuta —calle Buitrago, número 2— o a Paquito el Limpio —su nombre oficial es Bar Francisco, aunque pocos lo conocen así—, en el 36 de la calle Aduar.

APUESTA POR UNA COCINA DE ALTURA

La revolución de la cocina más transgresora llegó hace décadas a Marbella para quedarse, y bien lo saben todos aquellos chefs que, con grandes proyectos de restauración bajo el brazo, no han dudado en aterrizar en la ciudad más internacional de la Costa del Sol dispuestos a seguir dando de qué hablar.Tanto, que las aperturas no cesan de producirse.

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Y en este sentido, la marca local de hoteles La Ciudadela Marbella (laciudadelamarbella.com), se lleva la palma: con la inauguración en el ultimo año de sus ya tres coquetos hoteles, han sabido establecer el concepto de alojamiento boutique en el mismísimo corazón de Marbella como nadie había sabido hacerlo hasta ahora . Maison Ardois, Santo Cristo y, desde el pasado mes de abril, El Castillo, no solo ofrecen un refugio colmado de lujos en el que cobijarse: también una oferta gastronómica vinculada a los propios hoteles que no deja indiferente a nadie.

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¿Y a que nos referimos con esto? Pues, para empezar, a Thaissence, donde Pablo Rebollo, chef ejecutivo del proyecto, juega a su antojo con los sabores más exóticos llegados desde el sudeste asiático con los del Perú, combinándolos con maestría con la materia prima de mayor calidad. Se puede pedir a la carta, pero optar por su menú degustación de 10 pases es la mejor manera de comprobar de lo que son capaces entre fogones. Sus propuestas varían según temporada y mercado, pero para lograr que se nos haga la boca agua -al fin y al cabo, de eso trata este artículo, ¿no?- algunos ejemplos: la milhojas de acelgas con romescu del piquillo, vieira asada, hito topagachi y base de almendra son para chuparse los dedos. No se queda atrás la coliflor al pil-pil elaborada con reducción de vino de Burdeos, base de sirope de tamarindo, meloso de cerdo y cuscús deshidratado, o el sudado de atún con gel de pisco sour, salsa de ajo, pimiento amarillo de Irlanda y escabeche de las espinas del atún. Absolutamente delicioso.

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Pero es que, además, desde el pasado abril, Rebollo se ha vuelto a superar: A Fuego es la propuesta gastronómica del restaurante El Castillo, que con un espacio mucho mas íntimo y decorado con un  gusto exquisito -los papeles pintados de sus paredes, las telas escogidas para la tapicería de sus butacas, y el guiño a la vanguardia en sus elementos decorativos son maravillosos- es el escenario ideal para atreverse con delicias como sus ostras aliñadas, el tiradito de ventresca de atún o, cómo no, alguna de las carnes -solomillos, costillas, entrecots o lo que se tercie- expuestas en su cámara frigorífica. ¿La sorpresa de la experiencia? Sus lechugas hidropónicas cultivadas en el propio restaurante y sí, también expuestas ante los clientes, que pueden escoger directamente qué ejemplar quieren comerse. Todo, claro, regado con los mejores vinos, entre cuyas referencias se cuelan muchos de firma malagueña. De 10, por cierto, la atención del personal y la aparición estelar, si se tiene suerte, de un mago que con sus trucos en mesa hará la velada aún más mágica.

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MÁS CERCA DEL MAR

Hay que irse un poco más lejos, hasta el bulevar Príncipe Alfonso de Hohenlohe, entre Marbella y Puerto Banús y a dos pasos de la playa, para toparse con la nueva meca gastro de la ciudad. Allí se encuentran concentrados grandes nombres de la restauración internacional, empezando por referentes como Lobito de Mar (grupodanigarcia.com), la apuesta más fresca y mediterránea del gran Dani García. También ha abierto el chef marbellí recientemente en la zona Alelí, que recupera la cocina italiana más auténtica, y Babette, que opta por recetas afrancesadas.

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A solo unos pasos, es el turno de los sabores mexicanos más verdaderos -¡y exquisitos!-. En otras palabras: es el turno de Mantarraya MX (mantarrayamx.es), la última incorporación a la familia Pacífico MX que el laureado chef Roberto Ruiz decidió abrir, esta vez, por tierras sureñas. ¿Y qué encontramos aquí? Pues, para empezar, un elegante local de líneas mediterráneas donde el debate estará en si decantarse por las mesas de su acogedor interior, por su hermosísima terraza cubierta, o por su más que tentadora terraza al aire libre donde la vegetación, las maderas y los mimbres ofrecen un ambiente que invita al disfrute. Aunque lo potente llegará en el plato: nada como dejarse aconsejar por sus camareros -o por el propio chef, entregado a la causa en una cocina a la vista para el deleíte de los comensales- para elegir con qué atreverse. ¿Entre los imperdibles? El guacamole con chicharrón, los panochos de cochinita pibil y, sobre todo, el tuétano a la brasa con tostadas de atún rojo toreado. Eso sí, maridado con un margarita de maracuyá. ¡Y que vía México!

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Para acabar la ruta por la zona más exclusiva de Marbella, y hacerlo a lo grande, nada como el ya clásico chiringuito La Milla (lamillamarbella.com), un absoluto must. Habrá que cruzar en esta ocasión la carretera nacional y acercarse a pie de playa para descubrir las propuestas que Luismi Menor y César Morales se esmeran en ofrecer cada día a sus clientes. Una cocina en la que prima el producto sobre todas las cosas, protagonista absoluto de platos que tiran del recetario tradicional -sus clásicos langostinos al pil-pil, sus espetos o su ceviche de gambas rojas y vieiras, así lo atestiguan- , pero donde también hay lugar para exquisites más novedosas como el brioche con mantequilla noisette, atún rojo con chocolate blanco.

 

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¿TOCAMOS LAS ESTRELLAS?

¡Por supuesto! Porque si de algo puede presumir Marbella es de que Michelin se haya fijado en ella otorgándole no una ni dos, sino hasta cuatro estrellas. El primero en estrenarse fue El Lago (restauranteellago.com) en 2005. Ubicado en un entorno único, junto a un apacible lago -ya lo indica su nombre- a las afueras de Marbella, integrado en el Greenlife Golf Club y en el corazón de la lujosa urbanización Elvira Hills, el chef Fernando Villasclaras lidera una cocina en la que vuelca toda su maestría a los fogones. Pero atención, porque no solo lo hace cada noche en el premiado gastronómico a base de maravillosos menús degustación: también a mediodía, cuando el ambiente es más informal y el cuerpo pide algo más liviano, se transforma en Midi (midibyellago.com) y consigue sorprender con fabulosos platos que bien podrían aparecer en la carta del Michelín ¿Preparados para hacernos la boca agua? Si se trata de catar, no hay que olvidar pedir sus famosas patatas  hojaldradas, el canelón de aguacate relleno de atún asado, manzana y cilantro o hojaldradas o el mollete de lomo de orza con emulsión de sus ajos confitados. ¿De postre? El flan casero: espectacular.

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Pero de vuelta al corazón marbellí, la constelación se completa. Y lo hace en Skina (restauranteskina.com), que acumula ya dos estrellas bajo la batuta de Marcos Granda. Tan exclusiva es la experiencia que tan solo está disponible para 10 personas en cada pase. Messina (restaurantemessina.com), con el argentino Mauricio Giovanni en cocina y Pía Ninci en sala, y Nintai (restaurantenintai.com), la apuesta por la cocina nipona más fascinante de Marcos Grandal, ponen el broche de hora a la ruta. Un maravilloso paseo por la gastronomía marbellí más espectacular.

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