Una ruta por la Riviera danesa más allá de Copenhague

Además de acoger a la capital, la isla de Selandia contiene algunos de los parajes más bellos y significativos de Dinamarca. Acantilados calizos, fiordos vikingos y castillos shakesperianos se van descubriendo a lo largo de la ruta de la Margarita por primorosas carreteras secundarias.

Por Juan Manuel Bermejo

¿Hay Dinamarca más allá de Copenhague? La respuesta es claramente sí y la prueba está en la ruta de la Margarita, que lleva el nombre de la flor favorita de la reina de Dinamarca (llamada también Margarita). El recorrido completo atraviesa todo el país, se puede seguir tanto en coche como en bicicleta (suele contar con carriles específicos) y tiene más de 3500 kilómetros, pero como sería inabarcable, realizamos un itinerario de unos pocos cientos por la isla de Selandia comenzando a tan solo 35 kilómetros de la capital

ROSKILDE… EMPIEZA LA RUTA

De la importancia histórica de la región y de su belleza natural da idea el hecho de que 4 de los 8 lugares declarados Patrimonio de la Humanidad en el país están aquí. Y el primer destino de la ruta según se sale de la capital es uno de ellos: la encantadora ciudad de Roskilde. Domina el final de un retorcido fiordo y su inclusión en la lista de la Unesco se la debe a su catedral, mausoleo de los reyes daneses desde hace siglos y uno de los primeros y más influyentes ejemplos del gótico de ladrillo del norte de Europa.

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Tampoco hay que perderse en Roskilde el museo de barcos vikingos. Construido a orillas del fiordo, alberga cinco embarcaciones del siglo XI, desde temibles drakar de guerra hasta los knarr que cruzaron el Atlántico hasta Terranova. Más allá de la fascinante colección de arqueología marina, se trata de un museo vivo, en el que los más jóvenes pueden disfrazarse de vikingos y donde se siguen fabricando barcos según los métodos ancestrales. Con el buen tiempo estas naves salen a navegar tripuladas por aquellos visitantes dispuestos a vivir una aventura vikinga y a remar.

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Desde Roskilde, la ruta da un amplio rodeo por la campiña central de Selandia. Las estrechas carreteras, con largas rectas, atraviesan prados y bosques casi siempre a la vista de alguna casa, en ocasiones cubierta por el tradicional tejado de paja.

 

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KOGE Y LOS ACANTILADOS DE STEVENS KLINT

La pequeña ciudad-mercado de Køge, en la costa oriental, sirve de escala en el viaje hacia el sur. Su centro histórico, salpicado de casas de entramados de madera, merece una visita. Desde aquí la ruta se aferra a la costa y de margarita en margarita conduce a los acantilados calizos de Stevns Klint, bellísimos y de gran importancia geológica. En su pequeño museo se explica que el acantilado es un libro abierto cuyo registro fósil muestra de manera clara el cataclismo planetario que pudo producir la extinción de los dinosaurios: la caída de un gigantesco meteorito en Yucatán (México).

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MONS KLINT

Otros acantilados, los de Møn, animan a continuar hacia al sur y cruzar el puente que conduce a la pequeña isla del mismo nombre. En Møns Klint el denso bosque se desparrama por una pendiente de hasta 100 metros que se precipita al mar. No es el único encanto de esta isla mágica y bellísima en la que conviene olvidarse de los carteles de la margarita y perderse por carreteras y caminos en busca de peculiares iglesias románicas, rebaños de ocas y envidiables casitas de retiro.

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Desde Møn se puede continuar el recorrido por las dos islas contiguas (Falster y Lolland) o emprender el camino de vuelta a Copenhague por la costa oeste, la más remota y rural de la isla, rica en lagos y fiordos. La ruta completa así su recorrido hacia el norte de Selandia, sin duda la zona más popular de la isla ya desde tiempos de los primeros reyes daneses. De hecho, uno de sus grandes atractivos son las enormes fincas en las que los reyes barrocos se dedicaban a la montería del ciervo y que también están incluidas en la lista de la Unesco.

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CASTILLOS DE SELANDIA

Pero el auténtico imán de la costa norte de Selandia son sus tres grandes castillos. El de Frederiksborg es una obra maestra renacentista situada en medio de un lago mientras que el vecino de Fredensborg sigue sirviendo de placentera residencia de verano a la reina Margarita. Pero es el castillo de Kronborg, en la mítica Elsinor (Helsingør), el que se lleva la palma en visitantes y reconocimiento, puesto que se trata nada más y nada menos que del castillo de Hamlet. Más allá de su rol en la tragedia de Shakespeare, en la realidad el castillo jugó durante siglos un papel crucial como guardián de la puerta al Báltico que es el estrecho de Øresund.

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UN MUSEO MODERNO AL BORDE DEL MAR

Antes de abandonar el norte de la isla ya camino de Copenhague, en Helsingør merece la pena visitar el Museo Louisiana de Arte Moderno (louisiana.dk/en), cuya sensacional colección, con obras de los grandes maestros del arte posterior a la Segunda Guerra Mundial, cuenta con un marco perfecto en una vanguardista residencia al borde del mar.

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GUÍA PRÁCTICA

CÓMO MOVERSE EN BICI

La mayor parte de la ruta discurre por carreteras planas con carriles bici o bien por vías muy secundarias con poco tráfico, por lo que la bicicleta es una opción más que factible. En lugares como la isla de Møn existen también rutas específicas para bicicleta (Panorama cycle routes). Numerosos negocios, incluyendo alojamientos y tiendas especializadas, alquilan bicicletas, lo mejor es informarse en la oficina de turismo local.

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CÓMO MOVERSE EN COCHE

En coche, la ruta parte del propio aeropuerto de Copenhague, donde se encuentran las principales agencias de alquiler y las mejores tarifas. Dependiendo del tiempo se puede atajar en algunos tramos usando la excelente red viaria, que además no tiene peajes.

 

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PEQUEÑOS HOTELES

A lo largo de la ruta de la Margarita es posible alojarse en una de las 5000 habitaciones que ofrecen la Small Danish Hotels (smalldanishhotels.com) la asociación de pequeños hoteles daneses que agrupa desde hoteles y hostales hasta castillos y mansiones, y que se caracteriza por un alto estándar de calidad y un trato personalizado.

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DEL SMORREBROD A LA COCINA DE AUTOR

A mediodía, lo que se estila es parar en algún puesto para probar el almuerzo más típico, el smørrebrød. Se trata de una suerte de bocadillos abiertos de pan negro con rellenos de lo más variados (arenques, salmón, ensaladilla de patata, cerdo asado, steak tartare…) que se toman siempre fríos. En general, se puede comer bien en casi cualquier sitio del país. Por ejemplo, si se está visitando el Museo Vikingo de Roskilde en domingo se puede comer en Snekken (snekken-trattoria.dk), en el recinto del museo. El mejor representante de la nueva cocina danesa es Noma (noma.dk), en Copenhague, elegido varios años el mejor restaurante del mundo.