Aventuras a cero grados en la Laponia sueca para tus vacaciones de invierno

A cuatro horas de vuelo, hay pocos lugares tan capaces de proporcionar evasión y aventura como la Laponia sueca. Avistar alces en bosques impenetrables, reírse del frío en un jacuzzi, caminar sobre el mar helado del golfo de Botnia o volar sobre el hielo con una moto de nieve son solo algunas de las actividades que ofrece la región.

by hola.com La experiencia, capaz de evadir hasta al más atrapado de los urbanitas, comienza en la ciudad de Skelleftea que, con su pequeño aeropuerto, se ha convertido en la puerta de entrada a la Laponia de Suecia. Como otras poblaciones de la región, surgió como ciudad-iglesia, destinada a albergar los domingos a los granjeros de los alrededores que tenían que acudir a misa, bajo pena de multa, y necesitaban un lugar para pasar la noche antes de reemprender el largo camino a casa.

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En las hileras de casitas de madera junto a la iglesia se gestaban, cada domingo y fiestas de guardar, negocios, matrimonios, amistades y enemistades entre las familias autosuficientes que formaban el grupo de pioneros llegados a estas tierras hace 400 años. Y es que antes de que noruegos, finlandeses, suecos o rusos comenzaran a explorar el lejano norte solo había una Laponia, Sapmi, y un pueblo, los sami. Pese a la dureza de las condiciones de vida, o quizá gracias a ella, los sami han conseguido mantener durante miles de años su cultura, que cuenta con elementos tan mágicos como el yoik, un canto con el que captan la esencia de personas, animales y paisajes.

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Joven y animada, Skelleftea es una excelente base para descubrir el entorno salvaje del interior y la costa del golfo de Botnia, junto a la que se encuentra y que participa de la misma dualidad surrealista entre invierno y verano que fundamenta el encanto de Laponia. Desde el otoño y hasta bien entrada la primavera este brazo del mar Báltico se convierte en una superficie helada que da mucho juego: patinaje en puertos deportivos, pesca de truchas y salmones a través de agujeros en el hielo, trineos tirados por perros y una de las experiencias más curiosas que proporciona la región, un paseo en rompehielos.

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El Artic Explorer zarpa desde el vecino puerto de Pitea y se adentra en el hielo abriéndose paso con un peculiar crujido. Después de un rato realiza una parada en medio del golfo para que los pasajeros puedan dar un paseo, tan simple como espectacular, por la interminable superficie helada. Los más atrevidos pueden incluso zambullirse, equipados, eso sí, con un traje de supervivencia, en las gélidas aguas abiertas por la estela del barco.

Una vez en Laponia resulta difícil resistirse a cruzar al círculo polar ártico, esa invisible frontera que te coloca en el reino de los grandes exploradores. A unas tres horas de coche de Skelleftea, Jokkmokk no solo permite superar este hito sino que es uno de los centros más importantes de la cultura sami, con un museo y un mercado en febrero que constituye uno de los grandes acontecimientos anuales de los pobladores eternos de estas tierras.

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GUÍA PRÁCTICA

CÓMO LLEGAR
SAS comunica Estocolmo y Skelleftea en poco más de una hora. Y tanto SAS como Swiss Air, Norwegian, Vueling, Ryanair e Iberia vuelan desde España a Estocolmo. Tierras Polares [tierraspolares.es] propone desde 2.395 € un viaje de 7 noches, pensión completa y equipo, además de experiencias como desplazamientos en trineo de perros, motonieve y raquetas, visita a un hotel de hielo, construcción de un iglú, pesca en un lago congelado y admirar las auroras boreales del último rincón salvaje de Europa.

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DÓNDE DORMIR
En Skelleftea, el Stiftsgarden [stiftsgarden.se] es un hotel y restaurante con encanto junto a la zona antigua. A 50 minutos de la ciudad, el Svansele Vildmarkscenter [svansele.se] ofrece safaris en moto de nieve y quad y cuenta con cabañas en medio de la taiga, sin electricidad, pero con jacuzzi bajo el maravilloso firmamento. En Pitea, el Pitea Havsbad [pite-havsbad.se] es un auténtico resort sueco con su propia ‘playa’ cubierta y ofrece en invierno paseos en rompehielos.

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DÓNDE COMER
Además de delicias nacionales como el reno, el alce, la trucha y el salmón, la zona de Skelleftea cuenta con especialidades propias como el pitepalt (una especie de ñoquis de patata), el caviar de Kalix o el queso de Västerbotten (considerado como el parmesano sueco). El restaurante Nygatan 57 [nygatan57.se], en Skelleftea, trata estos ingredientes tradicionales de manera innovadora, mientras que en Pitea el Järnspisen [jarnspisenpitea.se] trabaja la cocina de proximidad con productos orgánicos de kilómetro cero.

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