Royal Palm Marrakech, un oasis en la ciudad roja

El hotel, abierto este año, se ha convertido en uno de los destinos más exclusivos de la ciudad más cosmopolita de Marruecos

by hola.com

A pocos minutos de Marrakech, con vistas al Atlas, y en un entorno natural privilegiado se encuentra uno de los secretos mejor guardados de la ciudad, el Domaine Royal Palm, un auténtico oasis de paz y lujo para disfrutar de la ciudad roja … sin sufrir su caos bullicioso.

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Ya sabemos que el nuevo lujo no se mide por la opulencia sino por el espacio, los detalles, el servicio, la máxima calidad y, como no, la sostenibilidad y así lo han entendido en el hotel Royal Palm Marrakech (royalpalm-hotels.com). La exquisita decoración podría hacernos creer que estamos en el más sofisticado hotel de Nueva York, Shanghai o París sino fuera porque al segundo vistazo notamos la arquitectura y artesanía bereber que delicadamente realza esa lujosa contemporaneidad.

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¿Lo que más nos ha gustado? Su inmensa piscina (climatizada todo el año), la exquisita gastronomía, la amplitud de los espacios, su decoración y la atención del personal. Claro que perteneciendo a la cadena Beachcomber y habiéndose inspirado en la calidad y el servicio asociado a Royal Palm Mauricio, todos estos detalles se dan por supuestos.

La suerte es que el Palm de Marrakech está a solo dos horas y media en avión de Madrid ó Barcelona y como el clima es más suave, resulta perfecta para una escapada otoñal. Todos los espacios tienen vistas al Atlas y frente al hotel se despliega la piscina, el campo de golf de 18 hoyos y el olivar de 30 hectáreas, por cierto, no hay que dejar de probar y llevarse el aceite ecológico que se produce en la finca.

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Si el golf no es tu pasión pero no puedes vivir sin deporte, siempre te queda el edificio dedicado por completo al gimnasio con una sala de cardio, otra de musculación, un espacio para kinesis, pista de tenis, de squash, piscina climatizada y la opción de realizar Pilates, Yoga o cualquier otro entrenamiento con ‘personal trainer’.

En este lujoso oasis para los sentidos, no podía faltar una gastronomía a la altura gracias a los cuatro restaurantes que cuentan con la dirección del chef Philippe Jourdin, poseedor de dos estrellas Michelin y ganador del Mejor chef de Francia. Así que el buen comer está más que garantizado y el buen beber porque no falta una exquisita e internacional carta de vinos. El restaurante Le Caravane se ha convertido en cita obligada no sólo para los huéspedes del hotel, en su carta se pueden encontrar desde platos típicos marroquíes a excelentes pescados. Cuando el tiempo lo permite, las cenas iluminadas por pequeñas hogueras de vuelo en la terraza se convierten en un ‘must’. La cocina de L’Olivier es menos sofisticada pero no menos exquisita. Abre a la hora del almuerzo y sus vistas a la piscina lo hacen muy práctico, eso sí, no esperes el típico restaurante de piscina ya que también recibe clientes de fuera del hotel.

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Para las visitas a la ciudad puedes aprovechar el servicio que ponen a disposición de los huéspedes, en distintos horarios de ida y vuelta te acercan al centro histórico (al lado de la plaza Jamaa el Fna) o bien a la parte nueva. Así a sólo quince minutos puedes disfrutar del zoco, del alboroto de la plaza Jamaa el Fna con sus tenderetes, puestos de comidas y variopintas atracciones ofrecidas por bereberes ó bien dirigirte a la parte más moderna y acercarte a conocer los Jardines Majorelle, creados por el pintor del mismo nombre y que después enamoraron a Yves Saint Laurent.

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Las 135 suites y villas son apropiadas tanto para una escapada romántica como para un viaje en familia ya que son muy espaciosas y dispone de un Kids club tan cuidado como el resto del entorno. El último capricho te lo puedes dar en su spa, de la mano de la firma Clarins. Solo una advertencia, se te hará difícil decir adiós y seguro que quieres repetir.

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