Su vocación humanitaria despertó en Estados Unidos. El país que concedió a la princesa Magdalena de Suecia una existencia anónima durante casi un año junto a su novio, Jonas Bergström, mientras realizaba unas prácticas en UNICEF. Era 2006. Ahora ha vuelto allí, concretamente a la ciudad de Washington, en calidad de Princesa, para ejercer su misión solidaria con la World Childhood Foundation. Organización, instituida en 1999 por su madre, la reina Silvia, dedicada a ayudar a los niños más vulnerables de todo el mundo, especialmente a aquellos que son víctimas de abusos sexuales y explotación.
Misión humanitaria Como se ha visto, los planes de hace casi dos años de la [princesa Magdalena] de desempeñar una labor parecida a la de su tía paterna, Christina Magnuson, que ha trabajado mucho para promocionar la imagen de Suecia más allá de sus fronteras y ha sido portavoz de Cruz Roja, están más que en marcha. Y ha demostrado que la aptitud acompaña a las ganas. Durante su visita a la World Childhood, la Princesa recorrió las instalaciones de la fundación y se interesó por todos los programas que se están llevando a cabo para mejorar la situación de estos niños desfavorecidos. Además de su profesionalidad y simpatía, tampoco pasaron inadvertidos en esta ocasión su encanto y elegancia. Nunca fue más cierto, como en su caso, que quien es por dentro bella, lo es también por fuera.
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