Carolina de Mónaco hace oír su voz para ayudar a los niños de Filipinas

Por hola.com
—Su madre fundó Amade. Su hermano es el presidente de honor. Usted misma es la presidenta. Su compromiso parece ser una historia de familia. ¿Se consultan sobre las acciones a realizar? ¿Les aconseja en el tema el príncipe soberano?
—Sí, es una historia de familia. Nosotros hablamos mucho juntos de ella y compartimos las tareas.El príncipe soberano nos pregunta lo que hacemos, sigue nuestras actividades, está al corriente…

—Al finalizar estos tres días de visita,¿siente una responsabilidad especial respecto a todos esos niños y familias que parecen poner mucha esperanza en usted?
—Ciertamente, sí. No puedo contentarme con llevar a cabo una visita sin compromiso. El trabajo no ha hecho más que comenzar. Queda muchísimo por hacer en el terreno respecto a todo lo que se ha dicho. Y yo estoy contenta, porque la Presidenta Arroyo, con quien me he reunido, ha asumido compromisos en relación con los niños en prisión y con las víctimas de Subic Bay y de Clark Field. Sin duda, los norteamericanos tienen una pesada responsabilidad, pero, seamos realistas, esto no va a moverse muy rápidamente. También el Gobierno filipino debe asumir sus responsabilidades. Si tu hijo coge la varicela, aunque no eres tú quien se la ha contagiado, no por ello no vas a cuidarle. Él está enfermo, tú te ocupas de eso y haces que le curen. Por tanto, para el Estado filipino, es parecido. Aquí hay niños que sufren, que están enfermos, hay familias que pasan por miserias indescriptibles. Las autoridades podrían hacer cosas. Cuando menos, hay aquí un gran "desfase" entre una pequeña franja de gente acomodada y los demás. Como le recordaba a usted anteriormente, la subsecretaria del Ministerio de Salud filipino ha recibido instrucciones de la Presidenta para ocuparse de la situación de los niños de Subic Bay y de Clark Field, así como de los que están encerrados. Siempre hay que ser muy prudente cuando se trabaja en una ONG. No se deben dar pruebas de imperialismo jurídico, humanitario, cultural, y tampoco disfrazar el colonialismo de una buena voluntad aparente. Hay que tratar de guiar a ciertos Estados en su política social, familiar, tener un papel de consejero. Y, ciertamente, se puede aconsejar con más o menos firmeza.

—Finalmente, como madre, a la vuelta de este viaje,¿qué desea usted transmitir a sus propios hijos?
—Es inexplicable, estamos mudos y, al mismo tiempo, en cuanto ellos protestan, tenemos ganas de decirles: "¡Tenéis tanta suerte en comparación a los demás!". Dicho esto, ese no es un motivo para inmiscuirles totalmente en ello. Son niños, están camino de construirse, de desarrollarse, no vamos a decirles: "¡Mirad la miseria del mundo, callaos y sed amables, estad contentos!". Ese sería otro error que no debemos cometer. Si hay otra cosa que hay que transmitir es compasión.

—Indefectiblemente, las madres de familia, especialmente en Subic Bay y Clark Field, la han comparado con la princesa Diana y su compromiso en cuanto a las minas anti-persona.¿Acepta usted esta comparación?
—Si eso puede servir a una causa, en fin…, sí. Pero también puedo citarle a otras personas como la princesa Ana, que hace un trabajo formidable en Inglaterra con su asociación Save The Children desde hace muchísimos años. O también la Reina Noor, que desarrolla un trabajo enorme a favor de las mujeres de Oriente Medio. Sin hablar de mi prima Albina du Boisrouvray con la asociación François-Xavier Bagnoud. No es cuestión de estar ferozmente vinculado a su pequeño monopolio, y además hay tantas personas anónimas que hacen avanzar las cosas, que son verdaderamente de hombres de buena voluntad. Creo que el verdadero trabajo se hace después de las visitas in situ; es necesario que la política evolucione. Le recuerdo que Estados Unidos todavía no ha firmado la convención sobre la limpieza de las minas antipersona. Pues bien, espero que nosotros tendremos un poquito más de éxito.