Isabel II es mujer de tradiciones, pero este año, por culpa de la pandemia, se ha visto forzada a hacer algunos cambios. Por primera vez en más de tres décadas la soberana británica no pasará la Navidad en su finca de Sandringham, sino que permanecerá en Windsor, donde ha pasado gran parte del confinamiento y también se ha anunciado que el acto de entrega de aguinaldos a los trabajadores de la Casa Real también ha quedado suspendido. Toda precaución es poca para proteger a la longeva Reina, de 94 años, y a su marido, el duque de Edimburgo, que este verano se convertirá en centenario.
A pesar de ello, la soberana ha recuperado la sonrisa después de haber conseguido reunir a gan parte de su familia en su querido castillo de Windsor. El motivo no ha sido otro que que un sencillo acto por parte de la Familia Real para agradecer a los voluntarios locales y trabajadores esenciales sus esfuerzos este año. Además de la Reina estuvieron el príncipe de Gales, la duquesa de Cornualles, el príncipe Guillermo, su esposa, los condes de Wessex y la Princesa Real. Solo se echó en falta al duque de Edimburgo y a los duques de Sussex, que aunque son parientes muy cercanos a la monarca, llevan meses viviendo en Estados Unidos desde que decidieron dar un paso atrás en su vida como royals