El príncipe Andrés supuestamente estuvo en contacto con Jeffrey Epstein, condenado por delitos sexuales contra menores, tan solo un día después de que saliera a la luz la infame y famosa foto de él, Jeffrey y Virginia Giuffre en 2011. En correos electrónicos obtenidos por The Sun y Daily Mail, Andrés, de 65 años, le dice a Jeffrey: "¡Estoy igual de preocupado por ti! ¡No te preocupes por mí! Parece que estamos juntos en esto y tendremos que superarlo. Si no, mantente en contacto y pronto volveremos a jugar". Su correspondencia no solo evidencia el tipo de relación que existía entre el hermano del rey Carlos III y el magnate estadounidense que murió en la cárcel mientras enfrentaba nuevos cargos por tráfico sexual de menores, es que además contradice su versión oficial dejando claro que mintió en su entrevista con la BBC para el programa Newsnight, donde sostuvo que había cortado el contacto con el financiero en el año 2010.
Según The Sun, el correo electrónico se envió desde la dirección oficial de Andrés, que tenía la firma automatizada "Su Alteza Real el Duque de York KG". KG se refiere a su título de Caballero de la Jarretera, título que ostenta desde 2006 y que aún conserva. Sobre el tono del contenido poco se puede añadir, es evidente que hay empatía mutua, una complicidad implícita y una intención de continuidad.
Hay que recordar que fue justo en 2011, tres años después de la condena inicial de Jeffrey Epstein por prostitución infantil, cuando Virginia Giuffre, que se suicidó el pasado abril a los 41 años, reveló la foto del príncipe Andrés con el brazo alrededor de su cintura y la entonces novia de Jeffrey, Ghislaine Maxwell, que sí fue juzgada y condenada por cinco cargos, incluyendo tráfico sexual de menores, por su papel de conseguidora en la red de abuso sexual dirigida por su pareja.
La desastrosa entrevista del príncipe que no sudaba
Después de que esta imagen saliera a la luz y cuando el cerco comenzaba a estrecharse en torno al príncipe Andrés, su apuesta fue conceder una entrevista la periodista Emily Maitlis asegurando, entre otras cosas, que cortó todo contacto con Jeffrey Epstein después de que fueron fotografiados en Central Park a principios de diciembre de 2010, ya que por aquel entonces el magnate ya se había declarado culpable solicitar prostitución a menores. El Duque insistió en que su aparición en Nueva York fue para informar al financiero que ya no era apropiado que siguieran siendo amigos.
Esa entrevista, con la que el príncipe Andrés buscaba lavar su imagen y se que grabó en el Palacio de Buckingham, lo que contribuyó a darle un aire oficial, fue uno de los desastres de imagen más estrepitosos de la realeza británica. El hijo favorito de Isabel II negó haber tenido relaciones sexuales con Virginia Giuffre, una de las víctimas que lo acusaba, alegando que en la fecha mencionada estaba en una pizzería con su hija, la princesa Beatriz; y entre otras afirmaciones desatinadas alegó que tenía una condición médica que le impedía sudar, lo que contradecía el testimonio de Giuffre que lo describía sudando profusamente.
El príncipe Andrés se mostró ante las cámaras soberbio, indiferente y no dejó ver empatía alguna hacia las víctimas de Epstein, limitándose a decir que había cortado la amistad con él. La entrevista fue tan impactante que inspiró documentales y series como La gran exclusiva (Netflix) y A Very Royal Scandal (Prime Video). Para Andrés, el efecto fue inmediato, ni Isabel II logró salvar a su favorito y fue apartado de sus funciones reales y perdió patrocinadores y apoyos institucionales.
En el año 2021 Virginia Giuffre presentó una demanda contra Andrés en EE.UU. por abuso sexual y finalmente, a punto de celebrarse en Jubileo de Platino de Isabel II, se llegó a un acuerdo extrajudicial gracias a una suma millonaria que nunca se hizo del todo pública, pero que se obtuvo, según trascendió entonces, gracias a la colaboración económica de la soberana con sus fondos privados.
Aun así, el príncipe Andrés ha demostrado ser todo un superviviente y se aferra con uñas y dientes a todos y cada uno de los resquicios de privilegio de su vida real, algo que le ha generado al rey Carlos III bastantes quebraderos de cabeza, puesto que insiste en vivir en una residencia real en los terrenos de Windsor que, según sus fuentes de financiación conocidas, no puede sostener. Allí está uno de los misterios y un foco de tensión tanto con su hermano como con su sobrino, el príncipe Guillermo.
La cosa se complica para los York
Tanto la controvertida muerte de Jeffrey Epstein como el trágico suicidio de Virginia Giuffre —la denunciante más firme contra el príncipe Andrés— podrían haber abierto una puerta para que el duque de York intentara recuperar parte de su reputación. Sin embargo, la sombra sobre el príncipe Andrés es cada vez más profunda. La revelación de este correo electrónico se produce apenas unas semanas después de que su exesposa, Sarah Ferguson —quien conserva el título de duquesa de York— estuviera en el punto de mira por el mismo asunto. Entonces fue el correo que Sarah Ferguson envió a Jeffrey Epstein el que salió a la luz, algo que también demostró que ella había mentido cuando afirmó haber cortado lazos con él.
En ese email, también del 2011, Ferguson llamaba a Esptein "amigo fiel, generoso y supremo" y le pedía perdón, con una pasión bastante llamativa, por haberlo cancelado públicamente, excusándose de que corrían peligro sus contratos para escribir libros infantiles. Este correo, por el que el Sarah Ferguson acaba de perder el apoyo de seis organizaciones benéficas a las que representaba, contradecía su postura pública de ese mismo año, cuando declaró que condenaba los actos realizados por Epstein y afirmaba que aceptar su dinero había sido un "gigantesco error de juicio".
Hay que recordar que Sarah Ferguson, que a través de su abogado asegura haber enviado ese email por temor al propio Epstein, también reside en el polémico Royal Lodge, situado en los terrenos reales de Windsor junto al príncipe Andrés y, hasta ahora, había continuado asistiendo a ciertos actos familiares públicos, como fue el reciente funeral de la duquesa de Kent, donde su presencia junto a la del príncipe Andrés generó una tensión visible en el rey Carlos III y el príncipe Guillermo, conscientes del grave deterioro que ha hecho este caso en la imagen de la monarquía británica.