Trabajar para un Rey es una tarea muy exigente y hacerlo cuidando una de sus grandes pasiones conlleva, además, una responsabilidad extra. Es el caso de los jardineros de Carlos III en su residencia de Highgrove, un verdadero paraíso ecológico hecho a su medida. Los encargados de su mantenimiento consideran que su trabajo no se valora como se merece, lo que ha hecho en que los últimos tres años hayan dejado su puesto 11 de los 12 trabajadores, según informa The Times.
Al menos uno de los exempleados ha registrado una queja formal en la que justifica este éxodo por de los bajos salarios (la mitad de ellos cobran el sueldo mínimo) y también de las peticiones "imposibles" del monarca y su excesivo nivel de exigencia. Han contado, por ejemplo, que Carlos III dijo "aparten a ese hombre de mi vista" al ver que un encargado no conocía el nombre de una flor. Otro de los supuestos desplantes llegó por escrito cuando un encargado escribir mal el nombre de una planta, y recibió una nota de vuelta del Rey con la palabra "¡NO!". Aseguran que no cuentan con los recursos suficientes para ajustarse a sus demandas.
La jardinería y la agricultura ecológica son el auténtico refugio de Carlos III que ha hecho de su residencia de Highgrove su santuario particular. No son palabras escogidas al azar, sus jardines tienen el sello del Rey de Inglaterra y el cuidado de este paraíso particular es una tarea que no cuesta imaginar que siga al detalle. Aún así, la gestión del personal depende directamente de la King's Foundation desde 2021 no es la primera vez que se enfrenta a protestas de este tipo.
En 2023 una investigación externa detectó malas prácticas de gestión, bajos salarios y problemas de salud mental de los trabajadores. Un portavoz de la Fundación ha asegurado que la rotación de personal es "incluso más baja que la media nacional". Además de defender que se toman muy en serio el bienestar de sus empleados: "En cuanto al equipo de jardinería, concretamente, revisamos regularmente las indicaciones salariales del gremio de los jardineros profesionales".
Carlos III posee esta casa de campo del siglo XVIII, situada en el condado de Gloucestershire, en plena campiña inglesa, desde 1980. Es su residencia favorita y en la que ha dejado crecer y dar forma a sus grandes pasiones. Además de los apreciadísimos jardines -uno silvestre y otro ornamental- tiene un huerto, un pabellón con gallinas, colmenas de abejas para producir miel y de allí salen los productos para surtir Duchy Originals, la marca de alimentos orgánicos que fundó el entonces príncipe Carlos en 1990. La sostenibilidad es la marca de la casa- incluso de su reinado- así que instaló paneles solares y los residuos se eliminan gracias a un sistema de alcantarillado natural. De no haber sido Rey, hubiera sido granjero, ha dicho siempre.