Ya han regresado a Estados Unidos

Las claves del viaje de los Sussex al Reino Unido: cerca de la Reina, lejos de los Cambridge

Harry y Meghan han ocupado un perfil bajo, demostrando que su compromiso es exclusivamente con Isabel II y que un acercamiento con Guillermo y Kate es difícil

Por Sira Acosta

El regreso del príncipe Harry y Meghan Markle al Reino Unido era uno de los ingredientes más controvertidos del Jubileo de Platino de Isabel II. No era fácil: si se dejaban ver mucho serían "acusados" de eclipsar las celebraciones, algo que preocupaba a la institución, y si aparecían poco corrían el riesgo de dar la imagen de no estar comprometidos con la soberana. Finalmente, cuando ya se ha terminado la fiesta y ellos ya están de vuelta en los Estados Unidos, se puede decir que han optado por lo segundo. Los duques de Sussex han ocupado un perfil muy bajo, demostrando que no venían con la intención de recuperar el protagonismo de antes, que su compromiso es exclusivamente con Isabel II y que la relación con los duques de Cambridge tiene difícil solución.

Durante estos cuatro días los Windsor han estado más presentes que nunca en la vida pública para marcar los 70 años de reinado de Isabel II, mientras, los duques de Sussex han ocupado una posición discreta y consecuente con la decisión tomada en marzo de 2020. Harry y Meghan han participado solo en los actos de la máxima relevancia institucional, es decir, el Saludo a la Bandera (conocido en el país como Trooping the Colour) que se celebró el jueves y que se organizó dejando el protagonismo exclusivamente al príncipe Carlos, la duquesa de Cornualles y la familia Cambridge; y en la misa de acción de gracias que tuvo lugar el viernes, a la que Meghan acudió impecable en su papel de princesa, pero alejada de las apariciones impactantes y llamativas que hacía antes. De esta forma han cumplido con esta cita histórica, a la que no podían faltar, sin dar pie a ninguna polémica y evitando los actos distendidos que invitaban a interactuar en público con las “piezas clave” de la familia: el padre y el hermano de Harry. Hay que recordar que durante estos años los duques de Sussex, juntos o por separado, han hecho duros reproches al príncipe Carlos y a los duques de Cambridge en la televisión estadounidense. Sin embargo, jamás han tenido una palabra o un gesto feo hacía la Reina, para ellos Isabel II es intocable -de hecho, hace solo dos meses el príncipe Harry aseguró en una entrevista que se preocupa de que la soberana esté rodeada de las personas adecuadas- y en este viaje lo que han demostrado es su compromiso con ella y con su reinado; en el futuro, cuando se produzca el inevitable relevo generacional, ya se verá. Desde luego Isabel II lo ha dejado claro, para ella el lugar de los Sussex está con el resto de nietos, ya no tienen la posición especial del pasado.

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Almuerzo en privado, una noche con la Reina y el cumpleaños de 'la prima americana'

Al margen de los actos públicos han trascendido algunas citas privadas y familiares que también han sido muy significativas. El jueves, tras el desfile y el saludo de Isabel II en el balcón, la familia se reunió en el Palacio de Buckingham para un almuerzo, fue entonces cuando se cree que príncipe Carlos vio por primera vez a Lilibet, la hija pequeña de los duques de Sussex que nació en California cuando Harry y Meghan ya estaban fuera de la Casa Real. Al principio se pensó que en ese almuerzo también fue cuando la Reina conoció a su bisnieta, pero según ha publicado Daily Mail en las últimas horas, los Sussex fueron al Castillo de Windsor al poco tiempo de aterrizar en el país precisamente para que Isabel II conociera a la niña que lleva su nombre (Lilibet es el apelativo cariñoso de la Reina) en un encuentro privado. Un gesto de cortesía y de respeto que muestra la prioridad de Harry en este viaje. Para el primer cumpleaños de Lilibet, Harry y Meghan organizaron una pequeña fiesta infantil en Frogmore Cottage, su residencia situada al lado del Castillo de Windsor, donde actualmente reside la soberana. Según The Sun a la fiesta acudieron los tres hijos de Zara y Mike Tindall (Mia de ocho años, Lena de tres y Lucas de uno) y las hijas de Peter Phillips, Savannah de once años e Isla de diez. Es decir, los Cambridge –protagonistas indiscutibles de estas celebraciones- no acudieron a la fiesta de "la prima americana". 

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Una aparición estudiada

Otro gesto con el que Harry y Meghan vienen a demostrar que este viaje ha sido por y para Isabel II es que el sábado por la noche, mientras el resto de la familia presenciaba desde el palacio de Buckingham el gran concierto en el que Carlos y Guillermo dieron dos discursos, ellos al parecer estaban con la Reina siguiendo el espectáculo por televisión desde el Castillo de Windsor. En ese sentido, tampoco ha trascendido de momento que hayan hecho otras salidas para ver a viejos amigos o reencontrarse con la que fue su ciudad. Conscientes de que cualquier movimiento sería susceptible de debate, Harry y Meghan han estado la mayor parte del tiempo en su casa de Frogmore, ocupando un papel de “secundarios” que no se les ha dado nada mal y que parecía impensable en el 2018, cuando eran las estrellas que más brillaban de la monarquía británica.

Definitivamente Harry y Meghan regresaron al Reino Unido con una lección estudiada y aprendida, dispuestos a estar en un segundo plano durante el desfile, junto con el resto de nietos de la soberana, y a sentarse en la segunda fila de la Catedral de St. Paul. No solo ellos estudiaron la lección, la Casa Real organizó todo para minimizar la controversia. Por ejemplo: que el sábado es el cumpleaños de Lilibet, pues los Cambridge tienen un acto en Gales; que Guillermo y Harry coinciden en la catedral, pues se les sienta en filas separadas, de forma que el propio el Palacio de Buckingham ha evitado la foto de los Sussex junto al príncipe Carlos o los duques de Cambridge. Todo apunta a que la relación entre los hijos de Carlos y Diana sigue siendo fría y distante, las heridas que se hicieron mutualmente en marzo de 2020 no terminan de cicatrizar.