En medio de la fiebre 'eco' a la que tratan de aportar su granito de arena celebrities y royals de todo el mundo, ha sido la princesa Ana la que más ha hecho por la sostenibilidad, aunque en su decisión probablemente haya pesado más la necesidad de llegar a tiempo a su cita que la cuestión medioambiental. En Londres, como en la mayor parte de la grandes ciudades, el tráfico suele jugar en contra de la puntualidad, tan valorada por los británicos. Así, ante la posibilidad de llegar tarde a un acto en la London Fashion Week, la hija de Isabel II no se lo pensó dos veces y bajó las escaleras del metro para llegar a tiempo a su destino a bordo del eficaz transporte público.
Según el Daily Mail, Ana de Inglaterra cogía el suburbano en Green Park, cerca de su residencia oficial en el palacio de Saint James, y se bajaba unos 15 minutos después en la estación de St. Paul. La mayor parte de los viajeros que la acompañaban en el vagón no se percataron de la presencia de la Princesa Real en un lugar tan inusual para un Windsor. Algunos sí que reconocieron, después de unos momentos de incredulidad, a tan ilustre pasajera. "Entró con una mujer mayor y su equipo de seguridad. No esperábamos a nadie de la realeza, así que casi nadie se dio cuenta", contaban al diario británico.
Finalmente la hermana del príncipe de Gales llegaba a su destino justo a tiempo para presentar en la iglesia de Saint Etheldreda el premio Reina Isabel II al diseño británico en el marco de la London Fashion Week. Después de presidir el acto, y ya en el coche oficial en el que habitualmente se traslada, se dirigió a otra entrega de premios, en este caso en el ámbito empresarial y bancario.
En cuanto salía a la luz esta pequeña incursión de Ana de Inglaterra como usuaria del transporte más habitual entre los ciudadanos, no tardaron en surgir las comparaciones, que como dice el refrán, son 'odiosas'. Las redes sociales y la prensa nacional alababan la decisión de la Princesa por considerar que hace de ella una persona cercana y en contacto con la realidad, en contraposición al príncipe Harry que la semana pasada viajó de Edimburgo a Londres en un vagón de primera clase del tren. El duque de Sussex siempre se ha mostrado muy concienciado con el medio ambiente y la lucha contra el cambio climático, pero sus desplazamientos en jet privado han puesto en tela de juicio ese compromiso y, ahora muchos seguidores de los royals británicos consideran que su tía le ha dado una lección involuntaria
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