El triste adiós de Sarah Ferguson a su padre

Por hola.com

La Duquesa de York dio ayer el último adiós a su padre, el mayor Ronald Ferguson, en la iglesia de Todos los Santos de Odiham, en Hampshire (Gran Bretaña), donde tuvieron lugar los funerales por su eterno descanso. Una emotiva ceremonia, organizada según sus últimos deseos, que contó con la presencia de todos aquellos que desempeñaron un papel importante en su vida.

Rindieron tributo al mayor, entre otros muchos, varios miembros de la [Familia Real inglesa] el príncipe Carlos, al que tanto enseñó de polo, y su ex yerno, el príncipe Andrés, que se mantuvo al lado de Sarah y fue su gran apoyo hasta el último momento.

"Un hombre de principios"
La Duquesa, muy afectada por la muerte de su padre, fue incapaz de pronunciar palabra durante un largo rato, por lo que tuvo que hacerse cargo de gran parte de su discurso un antiguo amigo de la familia, el arquitecto Lord Palumbo. Un sentido y sincero homenaje, que emanaba directamente del corazón de la Duquesa, a "un hombre de principios", un ser que "se hizo a sí mismo": "Él era un hombre valiente, amable, leal, sensible, abierto, un campeón del desvalido, desprovisto de cualquier tipo de pomposidad o maldad".

La Iglesia estaba llena a rebosar. Además de la primogénita de Sarah Ferguson, la princesa Beatriz (la princesa Eugenia no asistió), y la segunda esposa del fallecido con sus hijas Alice y Eliza, acudieron, entre otros, los miembros de la Brigada de Guardias -incluido el General de la brigada Andrew Parker-Bowles y el antiguo secretario privado de la Reina, Lord Felowes-, sir David Frost y el antiguo jugador inglés de críquet Robin Smith.

Varios achaques
Ronald Ferguson, padre de la Duquesa de York, falleció el pasado 16 de marzo, a la edad de 71 años, como consecuencia de un infarto en el hospital General de Basingstoke, en Dummer (Hampshire). No era su primer achaque. De hecho, a lo largo de los últimos años, el estado de salud de Ron, como le llamaban sus amigos más cercanos, se había deteriorado mucho. Y es que además de enfrentarse a varios amagos de infartos, el comandante continuaba luchando contra un cáncer de próstata que padecía desde 1996.