Guillermo y Máxima de Holanda visitan 'Le Carillon', uno de los bares de los atentados de París

Por hola.com

Las buenas relaciones se demuestran en los malos momentos. Guillermo y Máxima de Holanda brindaron el mejor apoyo en las peores horas de Francia (los atentados terroristas de París del pasado diciembre), lo que ha estrechado aún más los lazos de unión que tradicionalmente han existido entre ambos países y lo que, como no podía ser de otra manera, ha transcendido especialmente en este viaje oficial con una agenda oficial muy cuidada. No faltó así la obligada alusión al terrorismo del rey Guillermo Alejandro durante su discurso previo al banquete celebrado en el Palacio del Elíseo: "Somos conscientes de que el terrorismo ha provocado profundas heridas en su nación, por ello hoy, de nuevo, quiero subrayar nuestra alianza y amistad, basada en la libertad, la igualdad y la fraternidad. Sintámonos orgullosos de nuestra cultura europea, diversa, y por nuestro modo de vida".

El soberano también se refirió a la crisis de los refugiados, apuntando que "solo unidos podemos hacer frente a este desafío". El Rey terminó su discurso reconociendo que había pasado demasiado tiempo desde que un Jefe de Estado holandés pisara territorio galo de forma oficial -la última visita de estado se produjo hace 25 años en la persona de la hoy princesa Beatriz, madre del actual Rey: "Son muchos años para un país tan importante como Francia. Ambas naciones nos encontramos en el corazón de Europa y, por ello, los atentados de París nos conmocionaron de forma tan honda". Las palabras fueron refrendadas con sus actos (oficiales), una visita a uno de los bares de los atentados de París, Le Carrillon.

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La Reina lució un vestido rosa, un sobretodo con estampado floral y un sombrero pill-box, elegancia retro, de tiempos mejores, para uno de sus compromisos más delicados del apretado programa. Se han escrito verdaderos tratados sobre el charme de Máxima de Holanda; y los que vendrán. La Reina de los Países Bajos es reina en el arte de convertir el acto oficial de turno -sea inauguración, entrega, visita o gala- en la noticia real del día en cuestión; es reina en el arte de hacer del común de los compromisos en agenda, el summum -haciendo honor a su nombre- con buen talante, buena presencia y mejor obrar. Lo ha demostrado otra vez en París, cuna del glamour.

Los reyes Guillermo Alejandro y Máxima comenzaron el jueves por mañana el viaje oficial de dos días a Francia, el primero que lleva a cabo un Jefe de Estado holandés desde hace 25 años, cargados de proyectos en las carteras y de puro chic francés en las maletas. La visita de los Reyes, acompañados durante la visita por los ministros de Asuntos Exteriores, Bert Koenders; de Comercio Exterior, Lilianne Ploumen; de Defensa, Jeanine Hennis-Plasschaert, y de Cultura, Jet Bussemaker, se ha desarrollado exclusivamente en París y ha puesto el acento en las relaciones culturales y económicas entre los dos países.

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Los Reyes llegaron el miércoles por la noche alrededor de las nueve y media al aeropuerto de Vélizy-Villacoublay, donde fueron recibidos por el embajador holandés en Francia y el jefe de protocolo del Ministerio de Asuntos Exteriores francés. Guillermo Alejandro y Máxima de Holanda pisaron tierra gala conjuntados: de naranja (traje pantalón y corbata), su color nacional, y de sonrisa y buen humor.

Tras el descanso nocturno, el programa oficial de actividades arrancó a primera hora de la mañana siguiente con una ceremonia de bienvenida en el Arco del Triunfo, en el que el rey Guillermo Alejandro depositó una corona de flores en homenaje al llamado soldado desconocido y la reina Máxima desplegó la alfombra roja con chic parisien con un vestido rosa de encaje y ballenas, con adornos de pedrería en dorado y plata, del diseñador Claes Iversen, nacido en Dinamarca y afincado en los Países Bajos.

Los complementos, tan importantes como cada prenda en los atuendos de Máxima de Holanda, coronaban majestuosamente su primer cambio de ropa de la visita en tonos tostados -pamela extragrande, guantes de piel, bolso canutillo y zapatos de ante- junto a unos fabulosos pendientes de brillantes y piedra rosa con forma de lágrima. A continuación los soberanos fueron recibidos por el presidente François Hollande en el Palacio del Elíseo.

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Acto seguido los Reyes holandeses se trasladaron al Museo del Louvre para admirar los retratos de Maerten Soolmans y Oopjen Coppit (1634), obras del maestro holandés Rembrandt. Ambos lienzos formaban parte de la colección privada de la acaudalada familia gala Rothschild hasta que, hace unos pocos meses, los países holandés y francés los adquirieron por una cifra aproximada de 160 millones de euros. Después de una serie de labores de restauración, las dos pinturas podrán contemplarse de forma rotativa en la pinacoteca parisina por excelencia y en el Rijksmuseum de Ámsterdam.

La jornada siguió con un encuentro con la comunidad holandesa en Francia, en el Hotel Potocki. Por la tarde los reyes Guillermo Alejandro y Máxima visitaron las instalaciones de la organización Halle Pajol, dedicada a la integración de jóvenes marginales y financiada en parte por la fundación holandesa Ana Frank.

Al caer la noche la elegancia propia de París se concentró en el Palacio del Elíseo para el colofón del primer día de visita real, un banquete de Estado en honor a los soberanos. La reina Máxima puso el broche de oro vistiendo de ídem. Lució un vestido con superposición de gasa y adornos florales dorados, a tono con los complementos (stilettos y clutch) y con las siempre protagonistas joyas de la Reina, pendientes, pulsera y anillo, de oro amarillo en esta ocasión. Un derroche de glamour que presenciaron en vivo y en directo la larga lista de invitados, los miembros del Gobierno, con especial mención a la elegancia de la ministra Audrey Azoulay; las modelos Lara Stone y Rosalie van Breemen, y el actor François Cluzet y su mujer, Narjiss A. Cluzet, entre otros.

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El viernes la visita ha tomado un tinte comercial y económico. La jornada ha comenzado cuando los soberanos holandeses han dado una vuelta por las calles de la capital del Sena a bordo de un autobús eléctrico fabricado por la empresa holandesa Ebusco. Más tarde, los Reyes han visitado una feria en la que empresas holandesas y francesas mostrarán sus productos, en los sectores de la ingeniería aeronaútica, la alimentación o la industria de los videojuegos.

Por la noche los visitantes reales serán los anfitriones de un concierto de agradecimiento a la hospitalidad gala en el Petit Palais. La soprano holandesa Lenneke Ruiten, acompañada del pianista Thom Janssen y el Cuarteto Ruysdael, protagonizará la velada, a la que está previsto que acuda el presidente Hollande y un nutrido grupo de autoridades francesas. La visita de Guillermo y Máxima de Holanda se produce en respuesta a la invitación del presidente François Hollande, transmitida durante su viaje oficial a Holanda en enero de 2014.

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