Por todos es sabido el cariño que la reina Máxima de Holanda despierta entre sus súbditos. Una estima y un afecto que la Soberana se gana día a día en cada uno de sus actos oficiales. Se muestra cercana y sonriente con todos los ciudadanos, pero es con los niños y especialmente con los desfavorecidos con quienes desprende mayor simpatía y con quienes derrocha gestos de cariño. Se muestra, en definitiva, como una auténtica madraza, cualidad que ha sabido desarrollar plenamente con sus tres hijas, las princesas Catalina Amalia, Alexia y Ariana, y que despliega cada vez que trata con los más pequeños.
Así ocurrió hace unos días en Rotterdam donde la Reina visitó dos organizaciones que abordan programas de ayuda a juventud e infancia. Una de ellas, la Fundación SPIOR, cuenta con jóvenes de 17 a 24 años que trabajan como voluntarios para que niños o adolescentes que abandonan los centros educativos vuelvan a ellos, o para evitar ese abandono escolar. Máxima también llevó su apoyo a la fundación TIMON, que ofrece atención a jóvenes con problemas a la hora de independizarse, como madres adolescentes y jóvenes sin hogar en búsqueda de un lugar en la sociedad y en el mercado laboral.
La reina Máxima departió con los profesionales y con los afectados sobre los planes de futuro de las organizaciones. En todo momento derrochó simpatía y buen humor. No dudó en coger en brazos a algunos de los niños beneficiados por el Programa y darles todo su cariño como una auténtica madraza. También visitó una de las "casas de acogida" donde reside una joven embarazada, con la que tuvo el típico gesto cariñoso de tocar su "barriguita", deseándole mucha suerte ante su inminente parto. Atenciones que quedarán en la memoria de los interesados para siempre como muestra de la gran sensibilidad que tiene su Reina.
Máxima vestía un sencillo vestido gris con cinturón de La Dress, adornado con unos broches en forma de araña del diseñador de joyas argentino Celedonio.
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