La Familia Real de Holanda se vuelca en la hora de la despedida

Por hola.com

Ocho guardias reales (representando a los cuatro Ejércitos) llevaban el féretro sobre sus hombros. El noveno permanecía detrás y daba silenciosas órdenes. En el mismo centro del pasillo, enfrente al altar, era depositado con todos los honores. Mientras inundaba el templo música de órgano, interpretada por el organista Bas de Vroome, la pastora protestante Welmet Hudig, consejera espiritual de la Reina Madre en sus últimos años, inició el funeral. Una ceremonia en la que el simbolismo y la música, a cargo del Coro y la Orquesta Bach de La Haya (ambos dirigidos por Jos Vermunt), fueron los grandes protagonistas.

El solo de la princesa Cristina
Asimismo, las exequias se caracterizaron por la activa participación de la Familia Real holandesa en la ceremonia religiosa. Pieter van Vollenhonven entró con un cojín en el que iban prendidas todas las órdenes y condecoraciones de la princesa Juliana. Los nietos de la Reina Madre encendieron velas alrededor del féretro -abrió el turno, el príncipe Guillermo Alejandro- y, a continuación, cada uno de ellos leyó un texto de la Biblia. Asimismo, tal y como se había anunciado, la princesa Cristina cantó finalmente en el funeral de su madre -la princesa Juliana había dicho en alguna ocasión que quería que su hija Cristina cantase en sus honras fúnebres-. Interpretó en un solo la canción Simple gifts.

La reina Juliana estaba convencida de que la muerte era un paso a la vida eterna y al amparo del Amor de Dios. Por este motivo, la reina Juliana quiso infundir un tono ligero y optimista a su funeral. Quiso que como apertura a sus honras fúnebres se cantase la canción A toi la Gloire y que el resto de la música de la liturgia guardase esa misma línea. Ochenta y cuatro músicos tocaron piezas de Satie y Grieg, entre otros compositores, mientras cuarenta y tres intérpretes de coral cantaron el Padre Nuestro de Surinam y la 15ª estrofa del Wilhelmus.