Holanda continúa en vilo por el asunto Mabelgate (como han designado el ‘caso Mabel Wisse’ los principales rotativos del país) que, lejos de aclararse, se enreda cada vez más. Tanto es así que, después de que el príncipe Friso renunciara recientemente a sus derechos al trono para poder casarse con su prometida, Mabel Wisse, ahora una nueva investigación del servicio secreto holandés, que relaciona a la joven con el tráfico de armamento, podría poner fin definitivamente a los planes de boda de la pareja.
Descontento generalizado Desde que se hiciera pública la noticia de que la antigua relación de Mabel con el caballero Bruinsma (conocido como el padrino del crimen holandés) no había sido tan superficial como ésta había declarado inicialmente, un constante goteo de informaciones sobre el turbulento pasado de Mabel ha ocupado las páginas de los periódicos de medio mundo. Algo que, sin lugar a dudas, ha menoscabado la imagen pública de la [Familia Real holandesa], así como de las instituciones directamente relacionadas con la Casa Real.
El funcionamiento interno de tales organismos, que según sus conciudadanos, dista bastante de ser transparente y democrático, ha hecho que las posturas de los partidos políticos más situados a la izquierda (aunque los ultra-derechistas también, en cierto modo) se radicalicen exigiendo explicaciones sobre los últimos acontecimientos; revisando el ejercicio de algunos de estos órganos -los servicios de espionaje holandeses han recibido duras críticas por haber sido periodistas y no unos agentes los que destaparon los detalles del caso-, e incluso planteando la posibilidad de realizar un referéndum para debatir la continuidad de la monarquía.
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