Mary de Dinamarca, una nueva Princesa contra las minas antipersona

Por hola.com

La lucha contra las minas antipersona tiene una nueva Princesa abanderada: Mary de Dinamarca. La cruzada que patrocinó la princesa Diana caminando por los campos minados para difundir su mensaje de condena de dichos artefactos explosivos y que, después de su muerte, la reina Noor asumió denunciando el uso y la producción de las minas antipersona en todos los rincones de la tierra, vuelve a encontrar en la realeza una mano amiga. La princesa Mary, vestida con un traje con protección especial y un casco, asistió ayer a las afueras de Gulu, durante su viaje oficial a Uganda, a una demostración de explosión controlada de minas a cargo de técnicos de la ONG Ayuda danesa para el refugiado.

Bajo un sol de justicia, la Princesa inspeccionó la zona antes y después del estallido, como parte de una actividad programada por la organización, de la que ella es protectora, para que conociera uno de los proyectos que impulsa en este país asolado por los efectos de un largo conflicto bélico. Visitó a continuación la escuela de Pakwelo, donde a decenas de niños se les enseña a no tocar munición que no ha explotado y a avisar a sus padres si encuentran alguna, ya que éste es uno de los mayores peligros de la zona, según le contaron profesores y alumnos. "Están aquí (el personal de la ONG) para salvar vidas. Nos contaron cómo seis niños murieron hace tres meses: uno encontró un trozo de munición y llamó a sus amigos. Todos fallecieron al instante, entre ellos un niñito de 18 meses", relata la Princesa.

Menos Princesa, más persona
La princesa Mary que se interesaba con inquietud por las minas no era la misma persona que había llegado al país africano días atrás amparándose en su papel de Princesa, tal vez por su inexperiencia en escenarios tan necesitados, tal vez para protegerse de la visión cotidiana de tanto sufrimiento. Pero le fue imposible resistirse. Poco a poco a medida que iba calando en ella la terrible realidad de los ugandeses, fue sacudiéndose el cargo, soltándose del frío protocolo y despojándose de todo lo fútil para estrecharse en un sincero abrazo. De persona a persona.

En cuatro días llenos de experiencias, con viajes en avión y coche, escoltada por la policía y los militares, la princesa Mary se ha encontrado con cientos y cientos de refugiados y desplazados, gente profundamente pobre y de mirada triste, pero capaz también de bailar y cantar pese a la desgracia. Individuos que emanan "alegría de vivir y capacidad de supervivencia", uno de los aspectos que más le han sorprendido. El viaje también ha dejado anécdotas simpáticas, como cuando un anciano interrumpió un discurso en un centro de salud con una oración incomprensible y les entregó luego a la Princesa y al resto de la delegación huevos de gallina, o cuando la Heredera, rodeada de niños en ese hospital, se puso a hacerles cosquillas a los pequeños provocando un estruendo de risas.

"Han pasado por un infierno, pero hay esperanza"
La princesa Mary reconoció que la visita le ha servido para cambiar la imagen que tenía en "blanco y negro" por otra más matizada, lo que aumenta su capacidad para entender los problemas y buscar soluciones. "Antes de viajar leí y escuché mucho sobre esta zona y los problemas de la gente. Pero regreso con una perspectiva humana, y quizás sea lo más importante. Nunca se me ocurriría tratar de ponerme en su lugar, con todo lo que han pasado. Pero cuando se ve la miseria y se escuchan sus historias, se entiende qué significa".

La Princesa admite que es difícil olvidar esas imágenes, que aparecen continuamente y que le han "tocado" hondo: "Cuando reclino mi cabeza sobre la almohada por las noches tardo tiempo en dormir: las imágenes de rostros adultos e infantiles pasan una y otra vez por mi mente. En sus caras puedo ver que han pasado por un infierno, pero hay esperanza", señaló. Probablemente la experiencia más fuerte haya sido el encuentro con los niños, antiguos soldados, de la escuela de Moyo, sus canciones sobre sus desgracias, ante las que no pudo evitar que se le cayeran las lágrimas. "Esa canción, esa canción que nos cantaron, en la que van contando sus propias historias uno a uno, me causó una gran impresión. Pero debe tener también un efecto purificador para ellos poder ponerle palabras a todo lo que han vivido".