BIOGRAFÍA

Aspasia Manos, la Princesa griega de origen humilde

Por hola.com

La vida de Aspasia Manos (1896-1972), consorte del rey Alejandro I de Grecia (1893-1920), se caracteriza por dos aspectos principales. Por un lado, el origen plebeyo de esta hija de un mandatario del ejército griego, que le ocasionaría no pocos problemas en la Corte helena, hasta el punto de que nunca recibiría el título de Reina, tal y como le correspondía, teniendo que conformarse, tras la muerte de su marido, con ser llamada Princesa. Por otro, la gran historia de amor que protagonizaría con el Soberano griego, que superaría todo tipo de obstáculos, principalmente el rechazo de la Familia Real griega a un matrimonio que se les antojaba indigno para el que en aquel entonces era aún Heredero al trono. Mujer de gran personalidad y con una azarosa, y casi siempre desgraciada, vida, que le llevaría a recorrer Europa en un largo y penoso exilio, hoy dedicamos estas líneas a la princesa Aspasia de Grecia.

Nace Aspasia el 4 de septiembre de 1896 en Atenas, siendo hija del Coronel Petros Manos (1871-1918) y de María Argyropoulos. Ya desde su infancia se relaciona de forma habitual con la Familia Real, una vez que su padre formaba parte de la camarilla de asesores del rey Constantino I (1868-1923). Después de que sus padres se divorciaran, Aspasia dejó Grecia para estudiar en Francia y Suiza durante varios años. Al regresar, con una exquisita educación y hablando varios idiomas de forma impoluta, Aspasia se convirtió en una las atracciones de la sociedad ateniense más selecta. En una de las fiestas a las que la joven acudiría, se rencontraría con el príncipe Alejandro, el segundo hijo del rey Constantino, con el que había compartido juegos en la más tierna infancia. Ambos congeniarían – Aspasia era indiscutiblemente una mujer de belleza rotunda y con una formación y cosmopolitismo muy superiores a los de la mayoría de los jóvenes griegos de la época - y comenzarían un romance que no sería bien recibido por la Familia Real, al ser Aspasia de origen plebeyo. Los jóvenes, pese a las reticencias familiares, continuarían el idilio, enamorándose cada vez más el uno del otro.

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UNA RELACIÓN SECRETA Y DE PROFUNDO AMOR
En junio de 1917, el rey Constantino I se vio obligado a abandonar el trono por su presunta germanofilia durante la I Guerra Mundial. Su hijo Alejandro es nombrado sucesor. Con su familia desterrada en Suiza, y rodeado de asesores con intereses oscuros, Alejandro apenas tiene sólo el apoyo de su amada Aspasia. La relación, no obstante, se mantiene en secreto, una vez que el Gobierno estaba totalmente en contra de la idea del matrimonio con una plebeya, apostando, por el contrario, por la unión con alguna Familia Real del resto del continente. Así se intentó por vías diplomáticas arreglar el matrimonio de Alejandro con la princesa María del Reino Unido (1897-1965), si bien el nuevo Rey se negó a acceder a un matrimonio arreglado.

A pesar de las repetidas negativas de la Familia real y de la clase política griega, Aspasia y Alejandro terminarían contrayendo matrimonio en secreto el 4 de noviembre de 1919. Aspasia y su madre se trasladaron discretamente al Palacio Real, pero pronto la prensa griega descubriría – a través de la confesión de uno de los oficiantes de la boda – que el Rey había casado con una plebeya. El escándalo fue mayúsculo en todo el país, obligando incluso a Aspasia a abandonar Grecia, residiendo primero en Roma y más tarde en París. Pese a que el matrimonio, aunque celebrado a escondidas, era a todas luces legal, las autoridades griegas se negaron a conceder a Aspasia el título de Reina, de modo que la consorte del Rey sería conocida como la Señora Manos. No sería hasta siendo ya viuda, que sería convertida en Princesa de Grecia.

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EL TRÁGICO FINAL DEL REY
Durante el verano de 1920, Aspasia es autorizada a regresar a Grecia. Poco después la tragedia afectaría de lleno a la Familia Real griega, cuando, mientras descansaba en su residencia de Tatoi, el rey Alejandro sería mordido por un mono, una de las mascotas de este palacio vacacional. Lo que en principio se consideró como una mera anécdota – el animal mordió al Rey en la pierna y en el pecho – terminaría convirtiéndose en un drama. Las heridas se infectarían gravemente y terminarían provocando una septicemia que resultaría fatal. El 25 de octubre de 1920 el rey Alejandro moría con apenas veintisiete años de edad. La historia de amor del Soberano con Aspasia conocía así un triste final.

En el momento de la muerte de su marido, Aspasia estaba embarazada de cuatro meses. En marzo de 1921 daría a luz a su hija, la princesa Alejandra (1921-1993), que sería reconocida como hija legítima del Rey y que en la edad adulta se convertiría en Reina consorte de Yugoslavia. La relación de la viuda Aspasia con la familia de su marido seguiría siendo muy complicada. Su suegro, quien había recuperado el trono, permaneció distante, y su cuñada, Isabel de Rumania (1894-1956), esposa del príncipe heredero Jorge (1890-1947) la despreciaría habitualmente, incluso en público.

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En el otoño de 1922, el rey Constantino se vio obligado a abdicar en favor del Príncipe heredero, y un golpe de estado en diciembre de 1923 obligaría a la Familia Real griega al exilio. Cuando la Segunda República Helénica fue declarada en marzo de 1924, Aspasia y su hija se establecerían en Florencia. Más tarde, se trasladarían a Inglaterra. No sería su último destino. Recurriendo a la herencia de su marido, la viuda del Rey pudo comprar una propiedad en Venecia, conocida como el Jardín del Edén, en realidad una modesta villa, situada eso sí entre dos de los canales más bellos de la ciudad italiana.

LA VIDA NÓMADA DE LA PRINCESA
Aspasia y su hija permanecerían en Venecia incluso después de que la monarquía fuera restaurada en 1935 en Grecia. Sin embargo, después del estallido de la guerra entre Italia y Grecia en 1940, regresarían a Atenas, donde Aspasia trabajaría sin descanso con la Cruz Roja. Al año siguiente, Aspasia y su hija tuvieron que huir cuando los alemanes invadieron el país heleno. La viuda del rey Alejandro vivió durante un tiempo en Egipto y luego en Sudáfrica. Finalmente, como muchos miembros de Casas Reales en la época, se instalaría en Londres, a la espera de que la guerra en el continente llegara a su fin.

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Aspasia regresaría a Venecia una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, dedicándose a la reconstrucción de su casa, parcialmente destruida durante el conflicto bélico. En este periodo comenzarían las estrecheces económicas – las nuevas autoridades griegas se negaron a concederle una asignación económica - y las graves depresiones. Aspasia, sin apenas vida social y con un aspecto físico muy demacrado, se vería incluso obligada a abandonar su residencia veneciana en invierno, al no poder hacer frente al pago de la factura de la calefacción. Es conocido que la viuda del Rey terminaría vendiendo todos sus recuerdos, desde muebles u obras de arte hasta joyas, con el único fin de subsistir.

Completamente arruinada y con cada vez más problemas de salud, la Reina moriría en Venecia el 7 de agosto de 1972, siendo enterrada en primera instancia en el cementerio de la Isla de San Miguel, en Venecia. En 1993, no obstante, sus restos mortales serían trasladados al Cementerio Real de Tatoi, en su tierra natal, Grecia.