Los príncipes Akishino y Kiko presentan a su hijo Hisahito

Por hola.com

La Princesa Kiko de Japón y su hijo recién nacido, Hisahito, han abandonado hoy el hospital de Aiiku (Tokio), donde madre e hijo han permanecido ingresados una semana tras el nacimiento, el pasado día 6, del primer Heredero masculino al Trono del Crisantemo en cuatro décadas, desde 1965.

"¡Larga vida al príncipe Hisahito!"
Los orgullosos padres, el príncipe Akishino y la princesa Kiko, con el pequeño en sus brazos, presentaron, exultantes de felicidad, al niño a sus conciudadanos, que aguardaban el momento con una expectación sin precedentes. Cientos de personas, de hecho, se desplazaron hasta las instalaciones hospitalarias para felicitar a los miembros de la Familia Imperial japonesa, que fueron recibidos, como es tradición, con gritos de "banzai" ("larga vida").

Para los tradicionalistas, la llegada al mundo de este bebé supone el fin del debate sucesorio abierto en Japón por la inexistencia, hasta el momento, de un Heredero varón que relevara al príncipe heredero Naruhito y su hermano, el príncipe Akishino, dado que en el país aún está en vigor la ley sálica y ninguno de los dos hijos del Emperador tenían descendencia masculina. Se había planteado la posibilidad de reformar dicha normativa para permitir el ascenso al trono de la princesa Aiko, única hija de los príncipes herederos Naruhito y Masako. Una polémica medida a la que se opuso, desde el primer momento, el sector más conservador de la sociedad nipona, defensor de mantener pura una línea imperial de ascendencia masculina, aferrándose a una tradición milenaria.

"El nacimiento del príncipe Hisahito no resuelve la crisis de sucesión imperial"
El anuncio del embarazo de Kiko paralizó en su momento dicho proyecto, pero el nacimiento del nuevo Heredero, no obstante, no ha zanjado del todo la polémica. Shingo Haketa, un portavoz de la Agencia de la Casa Imperial, advirtió el pasado miércoles de que la llegada al mundo del nuevo Príncipe no resuelve del todo la crisis de la sucesión imperial y que el futuro de la dinastía es todavía inestable. En esta línea, muchos ciudadanos abogan por la evolución de las rígidas costumbres de la monarquía más antigua del mundo y sostienen que el nacimiento imperial no debe servir como excusa para aplazar un debate público sobre la sucesión femenina.