Confesiones de la Reina Noor de Jordania en su casa de Londres

Por hola.com
¿Tiene esto algo que ver con el hecho de que en el libro, usted se refiera al baño como un "santuario fiable", el único lugar donde podían hablar con total libertad?
Sí, así es. Sólo podíamos estar a solas cuando nos metíamos en nuestro cuarto de baño.

Sorprenden sus desinhibidas palabras… A ese baño también hace usted referencia cuando explica el momento en el que le descubre sin su barba y piensa, en medio del vapor de la ducha, que aquel hombre no se parece en nada a la persona con la que lleva casada un año; también en cómo la mira éste y en cómo se ruborizaba usted
Me pasó los primeros 12 meses… No podía evitar ruborizarme. Su manera de mirarme, particularmente a mí, según lo que decían sus amigos, era algo muy especial.

¿No se sintió nunca como la heroína de una película americana? Un Rey viudo con ocho hijos, algunos de ellos muy pequeños y usted, una universitaria bella y extranjera mucho más joven, dispuesta a renunciar a toda una vida por el amor del Rey de Jordania?
Tuve que pensármelo mucho antes de aceptar la proposición de matrimonio del Rey. Gracias a mi trabajo en la región había adquirido grandes conocimientos sobre el conflicto entre árabes e israelíes y era consciente de la percepción generalizada de que EEUU no estaba desempeñando un papel equilibrado en la región y no valoraba demasiado los derechos humanos del pueblo palestino y la justicia hacia él. No podía permitirme que el hecho de haberme criado en Estados Unidos fuera un lastre para el Rey en su búsqueda de la paz.

No valoré, sin embargo, el hecho de que mi apellido, Halaby, era más importante para el pueblo árabe que para las personas con las que me había criado. Fue más como una vuelta a casa Me trataron como a una mujer árabe que regresaba a casa y eso supuso un enorme alivio porque yo me preguntaba cómo podía ganarme la confianza de esas personas. No obstante, también había gente que me miraba y se preguntaba por qué el Rey había elegido a alguien de fuera del País. Y eso que ninguna de sus mujeres había nacido en Jordania.

¿Estaban usted y el Rey destinados a estar juntos?
No tuve mucho tiempo para reflexionar sobre este punto pero, en alguna ocasión, sí me he parado a pensar en cómo fueron encajando todas las piezas de mi vida y en la manera en la que se desarrollaron los acontecimientos hasta situarme justo al lado del que habría de ser mi esposo.