Capítulo III: Las últimas verdades sobre la vida de Grace Kelly como Princesa de Mónaco

Por hola.com

Poco a poco fue cambiando. Según sus amigos de Nueva York, Grace era fácil de tratar, alegre, divertida, optimista y estaba deseosa por compartir. Ahora había construído un muro a su alrededor. "Irradiaba tristeza, se veía distanciamiento en sus ojos. Era como si no quisiera que se le acercaran para no derrumbarse", dijo su hermana Lizanne.

En el invierno de 1962 se puso en contacto secretamente con un abogado en EEUU para consultarle sobre las cláusulas de su contrato de matrimonio. Probablemente estaba pensando en el divorcio, aunque no lo reconoció así. El abogado le dijo que si abandonaba a Rainiero, tendría que renunciar también a sus hijos y probablemente no se le volviera a permitir la entrada en Mónaco para visitarlos.

La gran renuncia de Grace Kelly
A su vuelta se dirigió a Rainiero para pedirle dos cosas: primero, que se le permitiera hacer viajes con los niños sin necesidad de pedir permiso; segundo, poder administrar el palacio a su manera y, por último y más importante, que Rainiero le hiciera caso y que respetara sus opiniones. Raniero no puso ninguna pega, pero le reclamó que, a cambio, aceptara su situación y que luchara por seguir adelante. Grace aceptó y renunció a su carrera, como tantas otras mujeres en el mundo.