La familia Saboya no se instalará en Italia de momento

Por hola.com

Víctor Manuel de Saboya, que pasa unos días de descanso en su casa de Suiza, saborea lentamente lo que ha supuesto para él haber viajado a Italia después de 56 años de destierro y piensa en el futuro de la familia, aunque de momento no se haya tomado ninguna decisión al respecto.

De hecho, el heredero de la casa Saboya, afirmó que su viaje a Roma había sido "el mejor regalo de Navidad que he podido recibir" y ha dejado entrever en sus últimas declaraciones que, aunque realizará una visita más larga a su país natal el próximo mes, no tiene intención inmediata de instalarse en Italia.
No es fácil cambiar de vida después de un exilio de más de medio siglo... Y mucho menos si se desconoce cómo van a ser recibidos, aunque el derecho a volver de la Familia Real, como ciudadanos normales, a su país, cuente con amplia aceptación.

Herederos desterrados
El reinado de la dinastía llegó a su fin tras la Segunda Guerra Mundial, cuando Italia decidió por referéndum la formación de la República y todos los herederos de la casa Saboya fueron desterrados de territorio italiano.
Víctor Manuel de Saboya es el heredero del último monarca Italiano, Umberto II, quien fue condenado cuando se descubrió su estrecha relación con el régimen fascista de Mussolini. El parlamento derogó el destierro el pasado año, aunque no existe posibilidad de que los Saboya regresen como monarquía. Víctor Manuel ha renunciado a reclamar su derecho al trono y reconoció la "incontrovertible realidad" de la república.

Una celebridad en Italia
Pero aunque sus títulos ya no sean válidos, la popularidad de la familia perdura, como comprobará sin duda el hijo de Víctor Manuel, Emanuel Filiberto. El financiero rubio ya es una celebridad en Italia, a pesar de que la visita del mes pasado fuera su primer viaje al país. Este apasionado de la Juventus, de 30 años, ha hecho apariciones en programas de debate sobre fútbol e incluso actuó en un anuncio publicitario de aceitunas en el que decía a los consumidores que podían "sentirse como reyes".