Los niños de hoy son los adultos de mañana. Y, por mucho que creamos que con reciclar es suficiente, las futuras generaciones deben dar un paso más si queremos, por ejemplo, cumplir con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que nos propuso en el año 2015 y aprobó la Organización de Naciones Unidas (ONU) en su Agenda 2030. Y, todavía, no hay un solo país que lo cumpla.
Quizás, es un objetivo que vemos lejano, pero quién ha de verlo cumplido (si queremos acabar con la pobreza y los daños medioambientales), no somos nosotros, sino la siguiente generación. Pero, para eso, ¿no deberíamos prepararles?¿Somos realmente conscientes del impacto que tienen nuestras acciones en ese futuro 2030 y en la educación que están recibiendo quienes deban cumplir con el objetivo? ¿Qué podemos hacer las familias para tratar de concienciar mejor a esa nueva generación? La respuesta son pequeños gestos.
Un trabajo diario que enseñe a los que ahora son pequeños la importancia de cuidar el medio ambiente, en la medida de nuestras posibilidades, por qué tenemos que respetar la naturaleza y convertirnos, como familia, en el primer agente de cambio. Porque los niños son seres sociales que aprenden por imitación. Lo que vean en casa será lo que se lleven a su entorno, lo que marque su conducta y su pensamiento. Podemos trabajar en ello con estas modestas acciones que, en realidad, pueden convertirse en grandes.
Estos son los cuadernos de vacaciones ‘más molones’ para este verano