Afortunadamente, la mayoría de los atragantamientos se resuelven por sí solos, ya que la tos que se desencandena de forma espontánea suele acabar con el problema.
Así, cuando el niño se atraganta, hay que mantener la calma, incorporarlo y ponerlo erguido y animarlo a toser (sin provocarle el llanto ni metiéndole a ciegas el dedo en la boca).
Si con esto no fuese suficiente y el niño corre riesgo de asfixia, se debe actuar de la siguiente forma, según relata el Dr. César Feliu: “Hay que girarlo suavemente y apoyarlo sobre nuestro antebrazo, con la espalda mirando hacia nosotros y la cabeza inclinada hacia abajo para que la leche o el cuerpo extraño salga por la gravedad”.
Si aun así el niño no respira bien y ha dejado de toser, “hay que pedir ayuda y provocarle una tos artificial, dándole cinco golpes en la espalda con el talón de la mano, para hacer que el cuerpo extraño salga”, explica el pediatra.
Tal como detalla el Dr. Feliu, cuando el niño pierde el conocimiento, hay que llamar al 112, abrir su boca e intentar extraer el cuerpo extraño, pero solo si este es visible y accesible. En el caso de que no fuese así, se iniciarían maniobras de resucitación cardiopulmonar (RCP), siguiendo las indicaciones telefónicas del equipo de emergencias.