Más de 1.400 menores reciben cada año en España el diagnóstico de diabetes, una enfermedad autoinmune que afecta a las células del páncreas encargadas de producir insulina. Son datos de la plataforma #CrecerSinDiabetes que, con motivo del Día Mundial de la Diabetes que se celebra cada 14 de noviembre, quiere poner el foco en la importancia de los programas piloto de cribado poblacional, como primer paso hacia una detección universal, equitativa y accesible para todos. Hay que tener en cuenta que hasta un tercio de esos niños diagnosticados lo hacen en situación de cetoacidosis diabética (una complicación que puede poner en riesgo su vida), con ingresos hospitalarios graves y estancias en UCI que podrían haberse evitado.
Para conocer los primeros síntomas que pueden alertar de este problema hemos recurrido a la Dra. María José Picón, vicepresidenta de la Sociedad Española de Diabetes (SED) y facultativo de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Virgen de la Victoria, de Málaga, que junto a Ana Gómez Perea, enfermera educadora en diabetes del Hospital Materno Infantil de la misma localidad, nos aclara de cuáles se trata.
Normalmente, el primer síntoma que notan los padres casi siempre es que el niño bebe mucha agua
¿Desde qué edad puede debutar la diabetes en el niño?
Fundamentalmente, hay dos edades con alta incidencia en que se produce el debut clínico de la diabetes en niños, cuando la glucosa alta se puede detectar en sangre: por un lado, sobre los seis o siete años de edad, y por otra, alrededor de los 12-13 años.
No obstante, existe una forma infrecuente de diabetes neonatal que se puede presentar al momento del nacimiento. "La diabetes tipo 1 se puede presentar a edades muy tempranas, incluso en el primer año de vida, si el sistema inmune ha tenido suficiente tiempo para desarrollar anticuerpos que destruyan la célula productora de insulina", advierte la Dra. Picón.
Las 4 señales de alarma de en la diabetes infantil
"Normalmente, el primer síntoma que notan los padres casi siempre es que el niño bebe mucha agua", comenta la endocrinóloga. En todo caso, la sintomatología clásica que puede levantar las sospechas y que debe hacer consultar es la siguiente:
- Polidipsia (aumento de la sed).
- Poliuria (necesidad de ir al baño frecuentemente, incluso el niño puede volverse a hacer pipí en la cama).
- Polifagia (mucha hambre).
- Pérdida de peso.
"Esta combinación aparece en la mayoría de los casos de diabetes tipo 1 pediátrica, pero no en todos los niños ni necesariamente al mismo tiempo. Es importante mencionar que estos síntomas son provocados por glucosa elevada en sangre, que provoca deshidratación, porque los riñones eliminan glucosa a través de la orina, arrastrando agua y provocando esta poliuria y polidipsia", aclara Ana Gómez Perea.
Y añade: "El déficit de insulina impide que las células absorban glucosa, generando polifagia y, si la situación se mantiene, el cuerpo comienza a quemar grasas, provocando cetonas y síntomas graves como el aliento afrutado y el dolor abdominal. Algunos niños pueden debutar solo con poliuria y polidipsia, o manifestar síntomas como pérdida de peso, cansancio, irritabilidad, enuresis secundaria (cuando un niño que ya había logrado controlar la micción vuelve a presentar episodios de escape de orina) o incluso anorexia, especialmente en fases avanzadas o cuadros de cetoacidosis".
¿Estamos realmente ante las "4 P"?
Esas "4 P" que pueden alertar de que el niño ha debutado con diabetes no son siempre fácilmente identificables, a no ser la pérdida de peso, que tal vez es la más llamativa. Pero en cuanto a las demás, ¿está bebiendo más porque hace más deporte o porque tiene calor y justo por eso orina con más frecuencia?, ¿tiene tanta hambre porque está en un periodo de crecimiento?
¿Cómo saber que realmente están ahí? La polidipsia puede identificarse "si presenta una sed insaciable, si el consumo de agua es mucho mayor que el habitual, si no quedara satisfecho después de beber o bebe agua o cualquier otro líquido muy seguido, incluso por la noche", aclara la enfermera. La poliuria, "si orina con más frecuencia y aumenta la cantidad de orina, tanto de día como de noche. Serían signos de alarma si hay grandes volúmenes de orina en el pañal, pide ir al baño continuamente o moja la cama después de no hacerlo durante meses".
Y en cuanto a la polifagia, "si tiene un aumento llamativo y persistente del apetito, solicitando comida con más frecuencia y más cantidad, de una manera desproporcionada a lo acostumbrado, sin que el ejercicio o los cambios de crecimiento lo justifiquen", destaca Ana Gómez Pera.
¿Cuánto tiempo se tarda en estabilizar al niño cuando se le detecta diabetes?
La estabilización de la hiperglucemia puede ser fácil y rápida, en pocas horas tras la administración de insulina, con lo que se logra controlar los niveles de glucosa. Pero esto es así cuando el niño no ha debutado con un cuadro grave de cetoacidosis que requiera cuidados intensivos.
La diabetes es una enfermedad que implica a toda la familia. Encontrar las pautas insulínicas adecuadas para controlar la glucosa en la vida diaria del niño no es tarea fácil. "Esto requiere mucho aprendizaje por parte de los padres y del propio niño (según la edad) e incluso estas pautas serán cambiantes continuamente porque, si algo caracteriza a esta enfermedad es la inestabilidad de los niveles de glucosa", confirma la especialista de la Sociedad Española de Diabetes.
La diabetes infantil en primera persona
Desafortunadamente, algunos diagnósticos llegan al límite. Es el caso de Valeria, que tiene 12 años y fue diagnosticada de diabetes tipo 1 cuando apenas tenía tres. Sin antecedentes familiares, todo comenzó con síntomas que en un principio se atribuyeron a otras causas como un virus estomacal que circulaba en aquel momento y que en realidad no tenía: mucha sed, cansancio constante, episodios de pis en la cama que no le ocurrían antes. Pero en pocas horas, la situación empeoró gravemente. Valeria sufrió una crisis severa que la llevó a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), casi en coma y con un pronóstico poco alentador.
"Fue un shock para toda la familia, que pasó de no saber nada sobre la diabetes a enfrentarse a un mundo nuevo lleno de incertidumbre y miedo. Afortunadamente, tras un episodio tan complejo como este, y con el apoyo de su familia y los médicos, Valeria salió adelante sin secuelas, y con el tiempo aprendieron con mucha fortaleza a convivir con esta patología", destacan desde la plataforma #CrecerSinDiabetes.
En el caso Alejandro, debutó con diabetes tipo 1 cuando tenía seis años. Sus padres detectaron los síntomas gracias a una circular informativa de la enfermera de su colegio, que fue la que le hizo una prueba de glucemia en el colegio, lo que llevó a su diagnóstico y la derivación inmediata al hospital. "Gracias a esta intervención temprana, el debut fue relativamente tranquilo y bien gestionado", apuntan desde la citada plataforma. Ahora, con 10 años, Alejandro mantiene un buen control glucémico. Fue su endocrina la que propuso hacer un cribado para detectar predisposición a la diabetes tipo 1 en su hermana Elena, que tiene 14 años. El análisis mostró que tanto Elena como su padre tienen anticuerpos, "lo que ha permitido a la familia estar en estado de alerta frente a la posible aparición de la enfermedad y evitar los, desgraciadamente, más que habituales traumáticos debuts".
Un diagnóstico difícil para toda la familia
"El diagnóstico de diabetes tipo 1 en un niño se vive como si pasara un tornado por la familia: todo parece desordenado, descontrolado y caótico, hay miedo, dudas y tristeza, y hay que cambiar rutinas, hábitos y planes de golpe", corrobora Ana Gómez Perea.
"Es normal que el niño esté angustiado, triste o irritable, y los padres sientan incertidumbre, miedo y preocupación. Poco a poco, gracias a la educación terapéutica y al esfuerzo de adaptación titánico que realizan las familias, se va recuperando el orden, como si fueran colocando la casa después del tornado", confirma.
El apoyo especializado es esencial. "El objetivo principal en estas primeras fases es acompañar a las familias y brindarles las herramientas necesarias para adaptar la diabetes a la vida del niño y no al revés. La educación terapéutica en diabetes empodera al niño y su familia, y actualmente, gracias a la tecnología, tenemos tratamientos que han demostrado beneficios sin precedentes en el control de la enfermedad, mejorando no solo la salud, sino también la calidad de vida de los niños y sus cuidadores", destaca la enfermera.
Cada vez mejores tratamientos
La buena noticia con respecto a la diabetes es que, a pesar de ser una enfermedad de tratamiento complejo y alta demanda de cuidados, se dispone cada vez de mejores tratamientos. "Hay que tener en cuenta que estamos ante una patología que, hace un siglo, era un diagnóstico mortal en pocos días", recuerda la Dra. Picón.
Esos avances se concretan en insulinas con un perfil de acción más predecible y, sobre todo, en el apoyo de la tecnología. "El uso de sistemas automatizados de infusión de insulina, cada vez más extendido y que hoy por hoy son el tratamiento de elección de esta enfermedad, nos ha permitido solucionar en gran parte las hipoglucemias (bajadas de glucosa), mejorar el control glucémico global y, no menos importante, mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus familiares", recalca.
Hay que seguir avanzando en el aspecto social, pues es una patología rodeada de mucho estigma. Como destaca la iniciativa 'Diabetestigma', "los malentendidos y estereotipos en torno a la condición pueden afectar profundamente a quienes viven con diabetes, convirtiéndose en un obstáculo más y, en algunos casos, dificultando el manejo de su salud".
La Dra. Picón es optimista con respecto al futuro: "Estamos dando grandes pasos en el conocimiento de la diabetes antes de su debut y en los próximos años asistiremos a estrategias que nos puedan permitir, como mínimo, aplazar el diagnóstico, lo cual, a edades tempranas de la vida, es vital para facilitar el cuidado de los pacientes".










