Uno de los ámbitos que concitan más dudas en torno a cómo proceder en el embarazo es el de la piel y el cabello. Rutinas que hasta entonces se llevaban a cabo pasan ahora bajo la lupa del "¿tendrá riesgo?", y las preguntas se multiplican.
Para resolver todas esas cuestiones, la Dra. Montserrat Fernández Guarino, dermatóloga especialista en Dermatología Médica, Quirúrgica y Estética del Hospital Universitario Ramón y Cajal, de Madrid, ha escrito el libro Piel de mamá (Ed. Círculo Rojo). En él recorre los principales cambios que viven la piel y el pelo de la mujer, tanto en el embarazo como en el posparto, y da respuesta, de forma cercana y profesional, a esas dudas que pueden surgir. Hemos charlado con ella.
Lo importante es entender que todos estos cambios son naturales. Algunos dejarán una huella en la piel, pero también forman parte de la historia de la maternidad
La piel de la mujer sufre muchos cambios durante el embarazo. ¿Cuáles son irreversibles y cuáles son reversibles?
Durante el embarazo, la piel responde al gran cambio hormonal, metabólico y vascular que vive el cuerpo. Muchos de estos cambios son reversibles: por ejemplo, la mayoría de las hiperpigmentaciones, el acné gestacional, los edemas o el aumento de vascularización desaparecen después del parto.
Otros cambios, como las estrías, pueden no ser completamente reversibles. La piel se ha distendido y roto en su capa más profunda (la dermis), por lo que, aunque se puede mejorar su textura y color con tratamientos cosméticos y médicos, no suelen desaparecer del todo. Aun así, con el tiempo muchas estrías se vuelven menos visibles.
Lo importante es entender que todos estos cambios son naturales. Algunos dejarán una huella en la piel, pero también forman parte de la historia de la maternidad.
Cuando hay enfermedades dermatológicas previas, ¿qué efecto tiene el embarazo sobre ellas?
El embarazo modifica el sistema inmunitario. Para poder tolerar al bebé —que es genéticamente distinto a la madre—, el cuerpo cambia su respuesta inmune, y eso tiene un efecto directo sobre muchas enfermedades de la piel.
Por ejemplo, la psoriasis o el liquen plano suelen mejorar durante el embarazo, mientras que otras como la dermatitis atópica pueden empeorar. Algunas mujeres con acné activo experimentan brotes, mientras que en otras mejora. Es muy individual. En algunas, como el vitíligo, no es infrecuente encontrar que las pacientes te cuenten el debut tras el parto.
Generalmente, muchas enfermedades inflamatorias mejoran durante la gestación por la tolerancia inmune y pueden reaparecer poco a poco tras el parto. Es importante mantener un seguimiento con el dermatólogo en casos de enfermedad previa, ya que en ocasiones hay que adaptar tratamientos para que sean seguros durante el embarazo.
Una de las preocupaciones más usuales de las gestantes es si sus rutinas de cuidado en la piel son compatibles y seguras durante estos nueve meses. ¿Cuáles habría que descartar?
La seguridad cosmética durante el embarazo es fundamental, y es uno de los grandes temas que abordo en el libro. Creo que hay mucha información con respecto a la cosmética y cuesta encontrar fuentes apropiadas. Hay algunos ingredientes que es mejor evitar durante esta etapa:
- Los retinoides tópicos (como el retinol, retinal, adapaleno o tretinoína), derivados de la vitamina A, deben evitarse por su potencial riesgo de afectar al bebé.
- La hidroquinona, un despigmentante con alta absorción sistémica, tampoco se recomienda.
- El ácido salicílico solo debe utilizarse en concentraciones muy bajas y en zonas limitadas.
- Algunos aceites esenciales pueden ser irritantes o sensibilizantes, por lo que deben usarse con precaución.
En cambio, ingredientes como la vitamina C, el ácido hialurónico, la niacinamida, el ácido azelaico, el ácido glicólico o el ácido mandélico son seguros y eficaces durante el embarazo. La fotoprotección diaria con crema solar de amplio espectro es imprescindible, especialmente para prevenir el melasma. Hay protectores solares más adecuados para el embarazo; es un tema muy extenso.
En el embarazo, la piel puede tintarse con el cloasma. ¿Hay algún modo más eficaz que otro para librarse de él? ¿Se repite en sucesivos embarazos?
El cloasma o melasma o el “paño del embarazo”, es una hiperpigmentación marronácea que suele aparecer en zonas expuestas como mejillas, frente o labio superior. Es relativamente frecuente en las mujeres sin embarazo, solo que el embarazo por la situación hormonal lo suele agravar o manifestar. Se considera, en cierto modo, una respuesta anómala o exagerada al sol, por lo que la mejor prevención es la protección solar diaria, incluso en invierno, junto con el uso de sombrero y cosméticos con antioxidantes.
Es especialmente útil aplicar antioxidantes, como la vitamina C, el ácido ferúlico o la vitamina E, por la mañana antes del protector solar. El protector solar debería ser mineral puro o físico en el embarazo, si somos puristas por la absorción en sangre de los componentes de los no minerales. Si tenemos en cuenta la cantidad de embarazadas que usan cualquier solar y nos centramos solo en el cloasma, debería incluir luz visible o color o ambas.
Una vez ha aparecido el melasma, se puede intentar despigmentar durante el embarazo; tenemos multitud de ingredientes activos. Si bien los más fuertes, que son los retinoles o la hidroquinona, la ciseamina, el ácido tranexámico o la arbutina, no los podemos usar. Son seguros y eficaces, sobre todo en combinaciones adecuadas, el ácido azelaico, la vitamina C, el ácido glicólico, el ácido kógico o la niacinamida. O incluso tratamientos médicos como peelings o láseres, siempre bajo control dermatológico. Hay laboratorios que fabrican despigmentantes suaves que se adquieren sin receta y seguros en el embarazo que sirven para mantener el melasma un poco controlado, y que van bastante bien. Lo que de verdad lo mejora del todo es tener al bebé y cesar la influencia hormonal.
Y sí, puede repetirse en futuros embarazos, especialmente si no se protege la piel del sol. El cloasma es bastante recurrente.
Con relación al cabello, ¿qué es adecuado en el embarazo y qué hacer cuando llega la época de caída en el posparto?
Creo que es por lo que más nos consultan por lo llamativo de la caída del pelo después del parto. Durante el embarazo, el cabello suele mejorar: se ve más fuerte y voluminoso, gracias al aumento de estrógenos, que prolongan la fase de crecimiento. Sin embargo, tras el parto, es habitual que muchas mujeres experimenten una caída llamativa (efluvio telógeno), que es temporal y autolimitada. Para prevenir o mejorar esta caída es importante cuidar la alimentación y controlar el hierro, la vitamina D o la función tiroidea si hay síntomas, usar productos suaves, evitar peinados agresivos o calor excesivo. Y no alarmarse: suele resolverse sola entre los 3 y 6 meses posparto.
¿En qué situación dermatológica se aconseja una visita a un especialista durante estos nueve meses?
También si se observa un lunar que crece o sangra, o si existe historia personal o familiar de cáncer de piel. Durante el embarazo, la piel cambia, también los lunares, crecen fibromas, aparecen nuevas verrugas o angiomas. Esto es normal por la situación hormonal. Pero a veces no todos los cambios son fisiológicos y hay que valorarlos.
En el posparto, y a pesar de que contar con muy poco tiempo, ¿cómo debería intentar cuidarse la piel la reciente madre? ¿Hay alguna diferencia si da el pecho o no?
Lo primero es ser realista y amable con una misma. El autocuidado no tiene por qué ser complicado y, quizá, es un buen momento para empezar. Una limpieza suave por la noche, una hidratación adecuada, una crema de noche con un buen ingrediente o dos y un protector solar diario pueden ser más que suficiente en los primeros meses. Y casi para siempre desde mi punto de vista. Ahora aprecio una tendencia a complicar las rutinas faciales. Si se tiene algo más de tiempo, se pueden recuperar las rutinas más avanzadas como un peeling o hidrataciones o mascarillas, que las tenemos también para casa y se pueden hacer en clínica.
Cambia mucho si da el pecho o no. En una mujer lactante, sigo prescribiendo lo mismo que si estuviera embarazada, no me arriesgaría. Además, la mujer lactante está en mayor consumo, digamos, por lo que hay que observar y tratar si precisa su estado nutricional, que se refleja también en la piel. Si no le da el pecho al bebé, se puede tratar con cualquier tipo de rutina facial o tratamiento de estética.









