Hasta hace no demasiado tiempo, la pérdida de un hijo por un aborto espontáneo era un tabú del que no se hablaba, un duelo silenciado que las mujeres y las familias llevaban en solitario y sin ayuda. Diversas iniciativas, como el Día Internacional de la Muerte Perinatal, que se celebra cada 15 de octubre, ponen en primer plano una experiencia muy dura que necesita de un reconocimiento tanto para el bebé como para esas madres y el resto de la familia.
María José Barquero es psicóloga perinatal, especializada en infertilidad y reproducción asistida (www.mariajosebarquero.com). Además, divulga en Instagram sobre cómo acompañar a personas que están pasando por este duelo.
Perder a un bebé que se ha marchado durante el embarazo o inmediatamente después de nacer es emocionalmente devastador. ¿Cómo lo viven los hermanos? ¿Cómo habría que ayudarlos a integrar esa pérdida, su dolor y sus preguntas? Hemos charlado de todo ello con la experta.
Decir al niño que nos sentimos tristes porque el bebé ha fallecido y ya no estará con nosotros es recomendable. Se puede llorar también delante de un niño, siempre y cuando el adulto no esté desbordado o con una reacción emocional muy intensa
Cuando hay un aborto, el duelo perinatal no es solo de la madre, sino que se extiende a otras personas. ¿Cómo explicarle a los hijos que ese hermanito ya no va a llegar a casa?
Vivir un duelo por la muerte de un bebé es una situación muy difícil y dolorosa. Posiblemente durante semanas la mamá o los papás hayan estado ilusionados con la llegada del nuevo bebé y extendiendo esa ilusión a otros miembros de la familia. Los hermanitos, en general, suelen vivir la llegada de un nuevo hermano con alegría y entusiasmo y el momento de explicar que el hermano ha fallecido y ya no va a venir a casa es algo que añade aún más dolor a la madre o padres en esta situación.
Para dar la noticia es importante utilizar un lenguaje que sea apropiado para los niños y adaptado a su edad. Hay que explicar lo que ha sucedido sin entrar en detalles médicos o que puedan ser difíciles de asimilar por la mente de un niño y evitar explicaciones confusas o crear falsas expectativas. Nombrar la palabra muerte, aunque cueste, es adecuado.
Debemos brindarles confianza y decirles que pueden preguntar lo que ellos necesiten. Debemos contestar a las preguntas que nos hagan de forma clara y con lenguaje adaptado.
Es necesario que los adultos puedan expresar sus emociones. Nombrarlas: tristeza, miedo, frustración, dolor. Decir al niño que nos sentimos tristes porque el bebé ha fallecido y ya no estará con nosotros es recomendable. Se puede llorar también delante de un niño, siempre y cuando el adulto no esté desbordado o con una reacción emocional muy intensa.
¿Qué momento sería más adecuado para dar la noticia?
El objetivo es poder regular al niño y un adulto desregulado no podrá hacerlo adecuadamente. Por ese motivo también es importante no dar la noticia al niño justo en el momento de enterarse. Es mejor darla cuando los adultos han procesado un poco la información y no están en esos primeros momentos, donde las emociones les pueden desbordar.
Para explicar la muerte del bebé a un niño podemos apoyarnos de cuentos. En el mercado hay muchos títulos que tratan el tema del duelo perinatal de una forma muy bonita. Contar estos cuentos con los más pequeños les puede ayudar a digerir esta situación.
Lo más importante no es lo que dice el adulto, sino cómo lo transmite. La forma en la que comunicamos es lo que hace que la información sea acogida por el niño de una forma más adaptativa. Es importante cuidar también el contacto físico: abrazar, acariciar, sostener de la mano, agacharse hasta la altura del niño para hablarle… todo esto hace que la comunicación sea efectiva y favorece la regulación emocional.
¿Qué errores no se deben cometer al comentar la noticia a los hijos?
En estas situaciones delicadas y extremas es fácil cometer errores porque nadie nos prepara para esto. Además, al ser un tema tabú es algo de lo que no se suele hablar.
Un error común suele ser el no validar las emociones de los niños. No dejarlos llorar tranquilos e inhibir las emociones dolorosas que puedan expresar. Frases como “no llores”, “venga, que ya está”…
Otro error común es malinterpretar las reacciones emocionales de los más pequeños. El duelo en los niños puede no expresarse de la forma en la que la pensamos. A veces ellos pueden expresar su duelo mediante cambios en el sueño o alimentación, irritabilidad o retraimiento, rabietas, pesadillas, miedos, regresiones en el control de esfínteres… Si aparecen este tipo de comportamientos tras la noticia, se deben interpretar como una expresión de su duelo y no reñir, sino contener, tener paciencia, poner palabras a sus emociones y mucho tiempo y amor hacia ellos.
A veces, los padres tratan de ocultar el duelo a sus hijos para protegerlos...
Es un error que los adultos vivan el duelo en silencio, ocultándolo a los niños. Así los niños perciben el dolor sin entenderlo. Tenemos que expresar nuestro dolor ante los niños. Eso les va a ayudar a comprender que estar tristes, llorar, sentirse mal, es una parte natural del amor y la pérdida. Es parte de la vida.
Hay una cosa importante que me gustaría enfatizar y es que debemos aceptar que por muy bien que queramos hacer las cosas como padres siempre vamos a cometer errores. Pero también tenemos que saber, y es algo tranquilizador, que nuestro sistema nervioso viene preparado para la reparación, no para la perfección.
Tener dudas sobre si hemos hecho algo mal o doloroso para un hijo es frecuente durante toda la crianza y más en situaciones delicadas como esta. Pero no podemos enredarnos en eso y debemos ser compasivos con nosotros. El sistema nervioso del pequeño viene preparado para reparar pequeños errores que podamos cometer, siempre y cuando seamos refugio para ellos la mayor parte del tiempo: estemos presentes, seamos honestos, afectivos, comprensivos, demos espacio para que expresen emociones, tanto agradables como dolorosas, demos amor…
¿Qué es lo que más les suele inquietar a los niños en relación a lo que ha sucedido?
Cuando a un niño se le da una noticia de este tipo, suelen aparecer muchas preguntas e inquietudes. Y siempre tenemos que facilitar espacio para que pregunten y responder de forma sincera y tranquila.
Una de las ellas es '¿por qué?'. Si aparece esta pregunta hay que dar una explicación lo más clara posible y siempre adaptada a su edad. Sin mentir, pero sin dar detalles innecesarios que puedan confundirlo aún más. A veces puede que no haya un motivo exacto que explique lo que ha pasado. Eso también se puede decir: 'no sabemos qué ha podido pasar, pero el bebé no ha podido seguir creciendo o ha muerto y nos sentimos tristes por ello'.
La muerte puede despertar o reactivar la idea de fragilidad y puede traer el miedo a otras pérdidas. Es normal que los niños puedan expresar miedo a morir o a que mueran sus padres o personas que quieren. Lo que necesitan sentir es nuestra tranquilidad. Decirles que el bebé murió porque no estaba sano, no pudo seguir creciendo…, pero que él y los papás sí están sanos y se cuidan para ello. Insisto en que lo importante, además de lo que se dice, es el cómo se dice: desde la tranquilidad, el afecto, la seguridad, el contacto físico agradable…
Pueden preguntar también qué va a pasar con las cosas del bebé: los juguetes, la cunita… hay que responder de forma clara, sin sobrecargar con detalles y decirles qué cambia y qué seguirá igual.
¿Pueden sentir culpabilidad de algún modo?
Las personas tendemos a asociar algo malo que nos pasa con algo que hayamos podido hacer para provocarlo y a los niños también les pasa. Puede que en algún momento hayan podido pensar o verbalizar “no quiero tener un hermano” y crean que han podido provocar la muerte con esos pensamientos. Es importante hacerles sentir que nadie tiene la culpa de que sucedan estas cosas. Ni los niños ni los adultos. Es importante saber y transmitir que los pensamientos son solo pensamientos. Los pensamientos no hacen daño y es normal y sano tener pensamientos bonitos y no tan bonitos. Estos van a depender del estado emocional que tengamos.
Es normal que si estamos enfadados nos pueda venir el pensamiento de “no quiero un hermanito”, pero cuando estamos felices podamos conectar con la ilusión y hacerle un dibujo, por ejemplo. Pero nuestros pensamientos no hacen que las cosas vayan bien o mal. Nuestros pensamientos no provocan desastres. Esta es una creencia que culpabiliza mucho a los niños y a los adultos.
En el caso de que sea un aborto cuando la gestación está muy avanzada, ¿es recomendable que el resto de hijos participen en ceremonias de despedida?
Sí, aunque es muy difícil establecer en esto unas reglas claras y siempre se debería de adaptar al niño. No es lo mismo un niño de 3 años que de 5 que de 8. Ni es igual un niño que previamente le tenga miedo a la muerte que uno que normaliza ese tema y no le despierta miedo. Hay niños que tienen una madurez mayor para su edad y otros que al revés. Habría que valorar cada caso.
Sería conveniente que un especialista, un psicólogo o psicóloga perinatal especializado en duelo acompañara y asesorara estos procesos cuando hay niños. Pero es un momento tan desolador, donde los adultos están en shock y un tema tan tabú y del que no se tiene información, que los adultos no saben cómo hacerlo ni dónde acudir.
En España tenemos asociaciones de duelo perinatal que hacen un trabajo maravilloso. La Federación Española de Duelo Gestacional, Perinatal y Neonatal (FEDUP) es una organización estatal que agrupa asociaciones dedicadas al duelo por muerte gestacional, perinatal y neonatal. Muchas de estas asociaciones tienen guías gratuitas para familias y profesionales que se pueden descargar y ayudarnos a afrontar esta situación dolorosa.
Hay algunos rituales que pueden ayudar a la mayoría de niños y es por ejemplo hacerle un dibujo al hermanito fallecido, una figurita de plastilina o arcilla y colocarla en un lugar de la casa. También hay un ritual que se suele utilizar mucho, pero a mí no me termina de convencer y es plantar un árbol o una planta. Y es que una planta es difícil de mantener. Y a veces, si la planta muere, podemos volver a conectar con la muerte y con no poder mantener con vida esa planta que simboliza al bebé.
Una madre en duelo por un aborto está en una situación muy vulnerable emocionalmente. ¿Cómo cuidarse si además tiene que estar pendiente de sostener las emociones de los otros hijos en la vivencia de su propio duelo?
Es una situación muy difícil. Es muy complicado sostener emocionalmente a otros cuando se necesita ser sostenido. Aquí es importante saber pedir ayuda. Tanto ayuda profesional si se identifica que no se puede sobrellevar la situación, como pedir ayuda a las personas de confianza para que echen una mano.
Es esencial que la sociedad sepa lo que es un duelo perinatal y saber estar a la altura ofreciendo la ayuda que esa madre necesita. No hacer como si no hubiese pasado nada.
En la infertilidad secundaria, los siguientes hijos no llegan a pesar de haber sido padres con anterioridad. ¿Cómo afrontar esta pérdida gestacional en este caso con el hijo mayor?
Este caso es muy complejo y doloroso, porque la mamá debe enfrentarse al duelo por la pérdida del hijo, a la gestión emocional de sus hijos mayores y además a la incertidumbre de si se volverá a conseguir un nuevo embarazo y finalmente podrá tener un otro hijo. Es un dolor muy grande. Además, la infertilidad secundaria es la gran incomprendida porque parece que no te puede doler tanto porque ya tienes un hijo. Pero el dolor no se puede comparar entre personas. Sólo se debería acompañar.
Además, lo más probable es que frecuentemente se tenga que enfrentar a la pregunta que destroza el corazón a cualquier persona con infertilidad: '¿para cuándo el bebé?'. Sobre todo cuando son abortos tempranos y la mayoría de la gente no sabe lo que ha pasado. Algo muy doloroso es cuando la pregunta viene de tu propio hijo: “¿vendrá otro hermanito? ¡Yo quiero que venga un hermanito!”. Las mujeres que se enfrentan a eso lo hacen con mucho dolor, mucha tristeza porque por un lado le recuerda la pérdida de su hijo y por otro la infertilidad. Es recomendable hablar con transparencia al hijo y no crear falsas expectativas. Es mejor decir: 'es algo difícil, lo estamos intentando, pero puede ser que no llegue', que dar falsas esperanzas. Aquí también podemos expresar la tristeza e incertidumbre que esta situación nos produce.
Si tras el aborto hay un nuevo embarazo, ¿hay que hablar a los hijos de algún modo concreto para contarles la noticia?
Muchas veces no hay normas claras antes esto. Cada familia tiene sus propios ritmos, tiempos y decisiones. Muchas familias deciden ser cautelosas a la hora de dar la noticia de un nuevo embarazo y no decirlo a los hijos hasta que el embarazo está avanzado y va todo bien. Otras lo cuentan con naturalidad y entusiasmo (a la par que miedo) desde el inicio. Lo importante es estar cómodos con la decisión que se tome, evitar trasladar los miedos a los hijos y evitar dar falsas esperanzas.
Como sociedad, ¿qué podemos hacer para ayudar a las mujeres que pasan por una experiencia tan dolorosa?
Tenemos que trabajarnos la empatía y el saber acompañar, sin juzgar, sin dar consejos vacíos, validando emociones. Es mejor preguntar: '¿qué necesitas?' o hacer preguntas abiertas para dejar espacio a la otra persona y que pueda responder lo que le apetezca en ese momento. Debemos dejar de preguntar: '¿y tú, para cuándo?', '¿para cuándo el segundo?', '¿por qué no paras de intentarlo ya?' y preguntas que pueden hacer daño a la otra persona.
Debemos dejar de decir frases que son tópicos vacíos: 'Pues mi amiga tuvo un aborto y se quedó a los pocos meses', 'mujer removida, al año parida', 'ya verás cómo viene otro enseguida'. Son frases que hacen mucho daño porque un bebé no es algo que se pueda reponer. Vendrá otro, pero no sustituye al que murió. Y, por supuesto, como sociedad debemos visibilizar estos temas.