María Algueró es maestra de infantil y responsable de la web www.atencionycuidadosdelbebe.com. Acaba de publicar el libro Babysignos (de venta en Amazon), donde recopila 140 signos (tanto en español como en inglés) dirigidos a fomentar la comunicación desde los primeros meses de vida, cuando el lenguaje oral no ha aparecido. Hemos charlado con ella para que nos cuente la utilidad de esta herramienta que muchas familias están incorporando a su día a día con éxito.
Usar signos no sustituye ni retrasa la palabra, sino que se desarrolla de manera paralela y complementaria: los bebés fortalecen habilidades cognitivas, atención, memoria y coordinación motora mientras aprenden a comunicarse
¿Desde qué momento se pueden emplear los signos con el bebé?
Los signos se pueden empezar a introducir desde muy temprano, incluso desde que nacen, para que los padres podáis ir aprendiendo y practicando, pero es desde los 6 meses, cuando el bebé ya comienza a desarrollar la atención conjunta y la capacidad de imitación, aunque la edad no marca cuándo; es su desarrollo motriz el que marcará la diferencia, cuando se mantenga sentado sin apoyo ya será capaz de usar sus manos para señalar y hacer signos. Al principio no los reproducirá, pero sí los irá comprendiendo y asociando a las palabras y rutinas diarias. Lo más importante es la constancia, la naturalidad y usarlos en contextos cotidianos: comer, dormir, jugar… De esta forma, el bebé los integra de manera sencilla y divertida.
¿Qué tipo de necesidades pueden expresar con estos primeros signos?
Con los primeros signos los bebés pueden expresar de manera sencilla sus necesidades básicas y emociones: si tienen hambre, sed o sueño, si quieren jugar, si necesitan ayuda o incluso si algo les molesta. Esto les da la posibilidad de comunicarse antes de poder hablar, reduciendo la frustración y fortaleciendo el vínculo con sus familias.
¿Cuál es la manera correcta de enseñarles estos signos: con el objeto referenciado delante, con un dibujo…?
La manera más efectiva de enseñar los signos es acompañarlos siempre de la palabra hablada y del signo en el contexto real. Por ejemplo, al darle agua al bebé, hacer el signo de ‘agua’ mientras decimos la palabra. Así el niño asocia el gesto con la palabra y con la experiencia concreta. También podemos apoyarnos en imágenes reales o en cuentos con fotos y dibujos, pero lo fundamental es que los signos se usen en la vida diaria, de forma natural y repetida.
¿Cuál es la diferencia para el niño, en cuanto a comportamiento y emociones, de contar con una herramienta como los signos y no tenerla?
Desde muy pequeños, los niños tienen la intención de comunicarse y hacer partícipes a los adultos de lo que necesitan o sienten. Sin embargo, su aparato bucofonador todavía no está preparado para producir palabras. Los signos actúan como un puente: les permiten expresarse y ser comprendidos antes de que llegue el lenguaje oral. Los signos son una herramienta para expresarse antes de poder hablar, lo que reduce mucho la frustración y las rabietas. Puede comunicar si tiene hambre, sueño, si quiere más o si algo le incomoda, y sentirse escuchado. Esto le aporta seguridad, confianza y una relación más tranquila con su entorno. En cambio, sin esa herramienta, muchas veces solo puede llorar o quejarse para hacerse entender, lo que genera más tensión tanto para él como para la familia.
Algunos padres temen que los signos puedan desplazar o retrasar el lenguaje oral, ¿qué hay de cierto?
Es un mito que los signos retrasen el habla. Me gusta explicarlo con el ejemplo del gateo: cuando los bebés aprenden a gatear no se frenan ni dejan de querer caminar, al contrario, lo usan como un paso para llegar más lejos y explorar más. Con los signos ocurre lo mismo: son una herramienta en el camino de la comunicación. Cuando descubren que pueden expresarse y ser comprendidos, lo que quieren es seguir comunicándose. Y, a medida que aparece el lenguaje oral, los signos se convierten en un apoyo que enriquece su vocabulario y refuerza su desarrollo comunicativo.
El lenguaje hablado y los signos se procesan en diferentes áreas del cerebro. El habla se desarrolla principalmente en la zona de Broca y Wernicke, que controlan la producción y comprensión verbal, mientras que los signos se apoyan más en las áreas visuales y motoras, relacionadas con la coordinación de manos, ojos y percepción visual. Esto significa que usar signos no sustituye ni retrasa la palabra, sino que se desarrolla de manera paralela y complementaria: los bebés fortalecen habilidades cognitivas, atención, memoria y coordinación motora mientras aprenden a comunicarse. Así, cuando llega el momento de hablar, cuentan con un bagaje previo de comunicación y vocabulario que les facilita expresarse con palabras.
¿Se trata de signos universales en cualquier idioma?
No se trata de signos universales, cada país tiene su propia lengua de signos. En mi caso enseño babysignos basados en la Lengua de Signos Americana (ASL), porque son gestos muy sencillos e intuitivos. Algunos los adaptamos para que resulten aún más fáciles de reproducir con las manitas de los bebés. El objetivo no es aprender una lengua de signos completa, sino contar con un repertorio práctico y accesible para el día a día. Además, muchos de estos signos ya los usamos en casa de manera inconsciente, como saludar con la mano o mandar un beso, y eso hace que los bebés los reconozcan e incorporen con naturalidad.
¿Para qué otros niños, al margen de bebés, pueden ser útiles estos signos?
Los babysignos no solo son útiles en la primera infancia. También resultan de gran ayuda para niños con retraso en el desarrollo del lenguaje, con dificultades de comunicación, con discapacidad auditiva o con necesidades educativas especiales. Les ofrecen una vía sencilla para expresarse, reducir la frustración y favorecer la interacción con su entorno. En todos los casos, los signos actúan como un puente que facilita la comunicación y refuerza el vínculo con la familia. Aunque en caso de necesidades específicas debemos guiarnos por los profesionales que trabajan con nuestros niños, lo ideal es que niños que no oyen usen la lengua de signos de su país y en peques con necesidades educativas especiales se suele usar el lenguaje bimodal.